Magnus Carlsen ha revolucionado el ajedrez con su aplastante triunfo en el Campeonato del Mundo ante Viswanathan Anand (6,5 a 3,5) con 22 años. El noruego, que cumplió 23 el 30 de noviembre, se convirtió así en el segundo más joven en conquistar el título, solo por detrás de Garry Kasparov, quien lo hizo también con 22 años, pero cinco meses antes de su cumpleaños.

En España, las esperanzas están puestas en David Antón, el mejor jugador menor de 18 años. Nacido en Murcia, su padres se mudaron a Madrid cuando él tenía un año.

Antón disputa del 17 al 29 de diciembre el Mundial de su categoría, el último paso antes de enfrentarse a los mayores. Viajará a los Emiratos Árabes Unidos con el tercer puesto del ranking sub 18 y reconoce que "debería quedar entre los 5 primeros, como mínimo. Si no, sería un mal torneo para mí".

A pesar de la diferencia de edad, Magnus y David ya se han medido. "Fue hace 5 años. Vino a Madrid a jugar una exhibición de partidas simultáneas contra 20 personas. Yo era uno de ellos y, la verdad es que me ganó muy fácil", recuerda, antes de analizar su estilo de juego: "Normalmente, los grandes maestros, cuando llegan a una posición igualada, dan tablas, pero él sigue jugando hasta el final y fuerza hasta que el otro se equivoca".

"En ciertas posiciones, sobre todo en la fase media y final de la partida, Magnus juega como un ordenador", comenta David, un ajedrecista que suele ser "bastante agresivo". "No suelo querer tablas, aunque me voy adaptando porque, a veces, por no querer tablas, pierdes", puntualiza.

Para su entrenamiento, David trabaja una hora al día con su técnico-analista y otras dos o tres frente al ordenador. "Hoy en día, los ordenadores son necesarios para trabajar el ajedrez. Casi nadie utiliza ya un tablero. Con lo que han progresado las máquinas, son capaces de decirte la mejor jugada en segundos. También es la forma de aprender. Te propone una situación, tú piensas primero qué hacer y luego te dice la máquina si tienes razón o no. Las máquinas están a un nivel demasiado alto para el ser humano", comenta.

Con cuatro años, a David le enseñó a jugar su padre, un gran aficionado. De su experiencia extrae las habilidades necesarias para ser un gran maestro: "Calcular bien en ajedrez es una de las partes más importantes. Y también la memoria porque jugadas que analizas en casa, debes aprenderlas, para luego aplicarlas en las partidas".

Mientras busca su sitio en la élite del ajedrez -"Espero estar en el futuro entre los 50 mejores del mundo"-, el último español en conseguir el título de Gran Maestro de Ajedrez ha comenzado el 1er. curso de Matemáticas. "Acabo de empezar y todavía no he tenido exámenes, pero no va a ser fácil compaginar la carrera con el tiempo que le tengo que dedicar al ajedrez", reconoce David Antón.