Tan sólo ocho segundos dejaron a Alberto Contador sin la medalla de bronce en la prueba contrarreloj de los Juegos Olímpicos de Pekín, disputada sobre 47 exigentes kilómetros (dos vueltas a un circuito de 23,5).

El madrileño, vigente ganador del Giro de Italia, concluyó cuarto en una crono donde el triunfo, y el oro, fue para el suizo Fabian Cancellara, mientras que el sueco Gustav Larsson y el estadounidense Levi Leipheimer se colgaron, respectivamente, la plata y el bronce. Samuel Sánchez, que logró marcar los mejores tiempos parciales antes de la entrada en escena de los favoritos, concluyó sexto.

El inicio de Contador fue ilusionante, marcando el mejor tiempo en el primer paso intermedio (kilómetro 10,8), situado en la cima de la ascensión a Badaling, e incluso doblando al holandés Clement, quien había salido un minuto y medio antes que él. Supo aprovechar la subida para superar a los grandes especialistas. En Badaling se vio que no era el día de Stephan Schumacher como, anteriormente, tampoco de Denis Menchov.

El ciclista del Astaná, que portaba un desarrollo de 54x38 en su bicicleta, mejoró en 17 segundos el tiempo marcado por un sorprendente Larsson, aventajó en 29 segundos a Cancellara y a Leipheimer y en 35 a Evans. La presea no era una quimera.

Cambio de cara

Pero todo cambió tras esta primera referencia. Contador fue a menos en los siguientes pasos intermedios. Aunque en el kilómetro 23,5 logró temporalmente volver a marcar el mejor tiempo, emergió la figura de un Cancellara, bronce en la prueba de fondo, que rodaba lanzado hacia lo más alto del cajón. Potentísimo. Un Michael Pelphs del asfalto. El hombre que ‘esprinta' sentado. En menos de 10 kilómetros, el suizo, doble campeón del mundo de esta especialidad, recuperó 44 segundos con respecto a Contador.

En el segundo ascenso a Badaling (km 34,6 km), donde Larsson, por apenas seis segundos, marcó el mejor tiempo , quedó claro que el sueco se iba a jugar el oro con Cancellara, segundo. Contador perdió chispa, pese a fijar el tercer mejor registro, y encaró la parte final con la única posibilidad de alcanzar el bronce; pero en el último kilómetro, cuando Clement le alcanzó y se desdobló, se veía que no podría mejorar el registro fijado por Leipheimer unos minutos antes. El estadounidense, con 1 h 03 min 21 seg, fijó la frontera del podio. A Contador, la crono se le hizo larga.

Quedaba por ver si Cancellara sería capaz de recuperar su mínima desventaja con Larsson. No hubo casi ni tiempo para dudar. A Espartaco (así llaman al suizo) le sobró más de medio minuto ante un Larsson que, siendo un buen contrarrelojista, hizo la crono de su vida en los Juegos. Cancellara llegó tan roto que tras cruzar la meta le tuvieron que dar hasta de beber, incapaz de coger una botella de agua mineral.