La locura se desató un día antes. Desde la tarde de este lunes ya se podían ver a aficionados del Atlético de Madrid haciendo cola en el Vicente Calderón para conseguir una entrada, que se ponían a la venta a las 9.00 horas de este martes, para la final de la Champions League que jugará el conjunto rojiblanco contra el Real Madrid el 24 de mayo en Lisboa. 40 años después el Atleti vuelve a jugar una competición de la máximo competición continental y nadie se lo quiere perder.

Se repartían las entradas para los socios más fieles, los más antiguos, con un mínimo de 25 años de antigüedad, y que tengan un número de socio abonado entre el 1 y el 3.774.  También para los abonados totales desde el 1 hasta el 6.500. Cada persona podía comprar una entrada por cada abono que portara hasta un total de 4 entradas. Y podían elegir entre cuatro precios: 70, 160, 280 y 390 euros.

Entre este martes y el jueves venderán las 14.000 entradas que pondrá a la venta el Atlético, de las 16.970 que ha recibido. El resto son para peñas, socios, jugadores y compromisos del club.

Las taquillas se cierran a las 19.00 horas. Hasta el momento, la jornada se ha desarrollado sin altercados, excepto algún momento de confusión por las listas de orden de llegada que se confeccionaron durante la madrugada.

Muchos de las aficionados desconocen aún dónde se alojarán y, la mayoría, irá y volverá en el día a la capital de Portugal.

Todos los aficionados rojiblancos afirmaban que no venderían la entrada que acababan de adquirir, pero alguno, en tono de broma, ha afirmado que "si me dan 3.000 euros...". A la salida de las taquillas les esperaban personas para preguntar si les interesaba vender su entrada. "Aquí no hay reventa, pero preguntar no ofende, ¿no?", afirmó a 20 minutos una de estas personas que se ofrecía para comprar.

La mayor queja de la afición rojiblanca es la escasez de taquillas, que hubiera aligerado sobremanera la espera. Solo había cuatro abiertas. A las 15.00 horas, las personas que aguantaban desde las 6.00 h todavía no tenían entre sus manos un bien tan preciado como una entrada para la final de Champions.