Por primera vez en la historia del atletismo español, en el pasado Campeonato de España de 10.000 metros en Mataró (Barcelona) se produjo el hecho único de que un entrenador y su entrenada se imponían en la prueba masculina y en la femenina, respectivamente.

Carles Castillejo lo consiguió con 34 años. Lidia Rodríguez, con 26. "La verdad es que no conocíamos ese dato antes de ir. Nos hizo gracia conseguir el mismo objetivo", comenta la atleta de Sabadell. "Ha sido algo excepcional, pero, cada vez, más atletas en activo están empezando a entrenar a otros atletas", asegura Castillejo.

La relación profesional entre ellos se está convirtiendo en una práctica común. Casi no se ven en persona. Castillejo planifica las sesiones y se las comunica a Lidia por teléfono o por mail. Es el teleentrenamiento. "A día de hoy, soy más atleta que entrenador y también me entreno. Madrugo un poquito más que ella porque tengo una hija pequeña, así que no solemos coincidir, pero Lidia me pregunta todo: si sale o no cuando llueve, qué tiene que hacer cuando le duele algo, cuántas series tiene qué hacer...", enumera el primer líder del ranking mundial de los 10.000 m, con una marca de 27:57.92.

"No entrenamos casi juntos. Él me pasa el plan de entrenamiento y yo lo hago", dice su pupila.

Ser corredor en activo es una gran ventaja: "Por supuesto, porque cuando ella me transmite sus dudas, sé cómo ayudarla. Yo ya he vivido esas cosas en otros momentos de mi carrera deportiva y sé cómo tranquilizarla".

Castillejo se sacó los cursos de entrenador nacional entre los años 2000 y 2005. Desde entonces, ha estado entrenando a atletas populares... hasta que apareció Lidia.

"Fue ella quien me lo propuso en un viaje conjunto en coche al Cross de Atapuerca de 2012. Me pareció buena idea, pero lo dije que le contestaría a la vuelta. Luego le dije que sí", recuerda el campeón barcelonés. Lidia lo rememora así: "Yo estaba con Miguel Plá, quien también había dirigido a Carles. Tenía varias alternativas y me decidí por él porque es un gran atleta, con mucha experiencia y, además, con conocimientos académicos".

Por lo tanto, es la segunda temporada juntos, tiempo en el que la progresión de Lidia ha sido asombrosa. "Antes no estaba a gusto. Me aburría. Ahora hago entrenamientos más variados y pesas, que nunca había hecho. Me entreno más tranquila", comenta la atleta, que marcó un tiempo de 32:50.34 en el Nacional.

Para el entrenador, "lo mejor de Lidia es que no falla nunca. Se entrena todos los días, pase lo que pase. Es muy perseverante. Además, aguanta muy bien los ritmos altos y tiene un par de vueltas finales muy buenas. Tenemos que insistir en seguir mejorando su punta de velocidad, pero no hay prisa. Posee un gran potencial y es joven, lo cual es una gran ventaja".

En respuesta, la entrenada analiza a su mentor: "Como entrenador y como atleta me quedo con la confianza que tiene en sí mismo. En competición es completísimo: lo hace bien en carreras lentas y en rápidas".

Eso sí, quiere puntualizar, entre risas y con todo el cariño, un punto débil: "Me llora mucho. Siempre tiene algún achaque. Será por los años. Se queja, pero luego rinde como el que más. Corrió casi cojo en Mataró, pero no se notó y ganó. Después de la carrera casi no podía andar".

El gran reto de los atletas blancos es superar a los negros en las competiciones de fondo. "Es innegable que corren más que nosotros. Yo creo que es porque es la manera más fácil que tienen de salir de la pobreza. Solo necesitan su cuerpo. No podemos hacerles frente en marcas, pero sí en estrategia de carrera o dedicándole más horas o buscando nuevas motivaciones", explica el técnico-atleta.

"No hay que ponerse barreras. ¡Claro que se les puede ganar! En maratón ya lo ha conseguido Paula Radcliffe. Con la táctica se les puede ganar", afirma rotunda la corredora.

De cara al futuro, es complicado que el atletismo les solucione la vida. "También soy optometrista. Trabajo lunes y miércoles por la tarde para una óptica haciendo visitas a pacientes", cuenta Lidia Rodríguez.

"A mí, el atletismo no me va a retirar y ser entrenador tampoco. Es un añadido a otro futuro trabajo", concluye Carles Castillejo.