El árbitro pitaba el final del Granada-Barça y los culés se proclamaban campeones de Liga por 24ª vez. Los jugadores se abrazaron sobre el terreno de juego formando un corro. Pero de repente, se desató el caos.
Los aficionados del Granada invadieron el campo y, de repente, se abalanzaron sobre los jugadores. En apenas unos segundos se formó un tumulto de gente, mezclada con los futbolistas. Los jugadores se dieron cuenta del peligro de la situación y salieron huyendo hacia el túnel de vestuarios, entre empujones y tirones.
Fue en el túnel de vestuarios donde los jugadores tuvieron que celebrar ya con más calma el triunfo, mientras los miembros de seguridad del club se afanaban en alejar al público.
Cuando consiguieron crear un semicírculo de seguridad, apoyados por la Policía Nacional, los jugadores volvieron a salir y posaron para los medios de comunicación.
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