La nueva temporada de La Liga está siendo lamentable protagonista de un problema que empieza a presentar fantasmas del pasado. Si bien las jornadas del campeonato doméstico ya se preveían complicadas y cargadas de polémica por la todavía incógnita del VAR, ahora el esperpéntico estado de algunos de los terrenos de juego en Primera División ha levantado ampollas, siendo el Estadio de Vallecas el último en exponer sus vergüenzas.

Y es que, durante el encuentro de la primera jornada entre el equipo madrileño y el Sevilla, un niño de cuatro años se cayó por un hueco provocado por las obras que se están llevando a cabo en el estadio. El pequeño se acercó a una de las barandillas que se encontraban bordeando un socavón y cayó por él. Afortunadamente todo se ha quedado en un susto, pero la situación puso en alerta sobre las condiciones de un estadio que podría permanecer cerrado hasta mediados de octubre.

Además, a lo ocurrido en feudo franjirrojo, hay que sumarle lo que se vivió en el José Zorrilla la jornada pasada en el partido entre el Valladolid y Barcelona. Aquel encuentro, que terminó con victoria para los azulgrana, fue protagonista por el patatal que se había formado. Impracticable para los jugadores y con riesgo de lesión, La Liga abrió expediente el equipo vallisoletano y su presidente, Carlos Suarez, entonó en el mea culpa.

Unas situaciones que no hacen más que evidenciar que las cosas no se están haciendo bien. Y es que, hace un año, Balaídos también estuvo en boca de todo el mundo por unas inclemencias meteorológicas que obligó a tener que aplazar su partido como local frente al Real Madrid. De hecho, en el conjunto gallego están cansados de que el Ayuntamiento de Vigo haga caso omiso a sanear las reformas de un estadio que se está cayendo a cachos.

Un problema que tiene complicadas papeletas para solucionarse ya que en este tipo de estados, pertenecientes a consistorios, se necesita el cuidado por parte de sus dueños, siendo éstos los encargados del mantenimiento y las remodelaciones. Ahora, con la polémica de la venta de partidos a Estados Unidos, La Liga tiene por delante un tema a tener en cuenta si no quiere ver dañada su imagen.