
Un punto intermedio entre la recreación histórica y un exigente reto físico endurecido por la acumulación de esfuerzos. Una traslación hasta nuestros días de una casi olvidada ruta militar narrada con maestría por el hispanista Geoffrey Parker. Un periplo en bicicleta y alforjas de dos semanas entre Milán y Bruselas. 1.350 kilómetros entre Italia y Bélgica, con el destino y el origen claros y no tanto la ruta a seguir. De la historia al deporte, el onubense (y residente en Zaragoza) David López y el aragonés (y residente en Barcelona) Luis Ángel Jaime Boned han reverdecido el llamado Camino Español (Le chemin des Espagnols, en francés), la ruta terrestre que alimentaba con tropas la cuestionada presencia española en Flandes. Entre 1567 y 1620 se calcula que más de 127.000 soldados hicieron uso de esta ruta. Estimaciones. En todo caso, una arteria para los Tercios.

Pero la primera experiencia, la encabezada por el Duque de Alba en 1567 al mando de 10.000 soldados, cruzando los Alpes por el Mont Cenis y llegando a su destino a través de la Saboya, el Franco Condado, el Ducado de Lorena y Luxemburgo, ha sido la inspiradora.

La ruta jacobea también tuvo su gurú en el religioso Elías Valiña, quien señaló la ruta con las características flechas amarillas en los ochenta. Armados con bicicletas y alforjas en vez de picas y arcabuces, partieron del Duomo de Milán el pasado 14 de junio y alcanzaron la Grand Place de Bruselas dos viernes después. Entre medias, muchos kilómetros distribuidos por etapas asequibles (salvo la primera y la última, en todo un "prima non datur ultima dispensatur" deportivo reducidas a 50 kilómetros, en torno al centenar), expuestos a los errores, aliados con la climatología (apenas tres días de lluvia) y atormentados por la laxa flexibilidad de la hostelería francesa. Bosques, montes, desfiladeros, llanuras, paisajes aderezados con colinas o cultivos y también pueblos y ciudades. Y un 90% de la ruta por carreteras secundarias, menos estresantes.

Y para darle vidilla al asunto, una pionera credencial al más puro estilo jacobeo en la que ir recogiendo sellos de puntos de paso. "No hemos encontrado una conciencia muy clara sobre el Camino Español, pero al visitar algunas oficinas de turismo y explicarles qué estábamos haciendo se mostraban muy interesados en este proyecto", añade.
¿Cuál fue el momento más duro? "Quizá sea lo más obvio, pero personalmente alcanzar al cuarto día de marcha la cima del Mont Cenis [casi 2.100 metros], la frontera entre Italia y Francia, tras unas ocho horitas de ruta fue un momento muy especial. Cambiamos el plan y pernoctamos arriba. Y disfrutar el panorama que se nos abrió al amanecer nos endulzó el descenso. Me encantó", concluye López.
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