Uno disfruta cuando le llega la bola y está solo detrás de la línea de tres puntos, el otro sufre y solo tira a canasta si no queda más remedio. José Manuel Calderón y Ricky Rubio, los dos bases españoles que juegan en la NBA, viven situaciones muy distintas esta temporada y mientras la confianza del extremeño es cada día mayor, la del catalán está bajo mínimos cada vez que hay que mirar a la canasta contraria.

Calderón llegó este verano a Dallas con ganas de hacer cosas importantes. Tras toda una carrera en Toronto – más de 7 años- y un breve paso por Detroit, para el extremeño llegó la oportunidad de jugar en un equipo con aspiraciones rodeado de mitos —Nowitzki— y grandes jugadores —Monta Ellis o Shawn Marion—.

Su protagonismo en la pista es quizás menor que el que tenía en su época en los Raptors, pero su efectividad en los lanzamientos de tres puntos es tremenda. Ya la temporada pasada tuvo el mejor porcentaje en tiros desde más allá de la línea (46,1%) y esta temporada está confirmando esa efectividad y es tercero en esta clasificación con un 45,2%

Calderón no llegó a la NBA como un especialista en el lanzamiento de triples. Fueron su magistral interpretación del juego, sus asistencias y su potencia en las entradas a canasta lo que le abrió las puertas de la mejor liga del mundo, pero su evolución en el tiro, gracias a un trabajo concienzudo, le han llevado a convertirle en una de las más serias amenazas de la liga desde el triple. Está lanzando mucho desde más allá del arco (5,5 veces por partido) y además cada vez que lo hace garantiza un alto porcentaje de éxito. Un valor seguro.

Su reiterado éxito en el triple ha provocado que haya una campaña para que Calderón acuda al concurso de triples del All-Star de la NBA. #Caldefor3 es el hashtag utilizado en la red social Twitter para reclamar su presencia en el fin de semana de las estrellas. Su estilo no es exactamente el más adecuado para ese tipo de concurso, en el que lanzar con velocidad adquiere una gran importancia, pero sin duda sería una buena forma de premiar su gran mejora y su continuado buen lanzamiento en los tiros de tres. El evento se celebrará entre el 7 y el 9 de febrero en Nueva Orleans.

Caso opuesto es el de Ricky Rubio. "Ha estado trabajando su tiro todo el verano" o "esta temporada se va a apreciar una clara mejoría en su lanzamiento" son frases habituales al referirse al de El Masnou antes de que empiece la temporada en la NBA, pero la realidad es otra. Cada año lanza peor, sus porcentajes de tiros de campo son inferiores y su anotación es muy baja para un base de élite como el que se supone que es el jugador de Minnesota Timberwolves.

Y es que las cifras son demoledoras para Ricky. Su porcentaje de tiro es del 35,8%, uno de los peores de la NBA (solo tres jugadores que lancen al menos siete veces a canasta tienen menos acierto) y varios artículos en EE UU le señalan como candidato a uno de los peores lanzadores de la historia moderna de la liga norteamericana. Una aseveración durísima.

Uno de los grandes problemas de Ricky Rubio es el tiempo que tarda en armar el brazo. Mientras que los tiradores de élite en la NBA tardan alrededor de un segundo (o menos) en lanzar a canasta desde que les llega el balón, el tiempo que necesita el español es de más de un segundo y medio. Esa diferencia de tiempo es clave para que el defensor tenga mucho más tiempo para llegar a obstaculizar su tiro y, por consiguiente, la dificultad de anotar sea más elevada.

Ricky es uno de los mayores talentos del mundo de la canasta y tiene solo 23 años, por lo que tiene aún mucho tiempo para mejorar ese aspecto que tanto condiciona su juego, el plus que necesita para formar parte de la élite de la NBA. Con sus múltiples asistencias y robos no le llega y Calderón es el espejo en el que mirarse.