Un broche 'naranja' en el retorno de la Vuelta a Bilbao

  • Igor Antón triunfa en Bilbao tras un ataque en el último paso por El Vivero.
  • Juanjo Cobo resistió los ataques de Chris Froome y sigue líder por 13 segundos.
  • Este sábado, la penúltima etapa llega a Vitoria. El duro Urkiola, lejos de meta.
El ciclista del equipo Euskaltel-Euskadi, Igor Antón, primero del grupo de escapados en el Puerto de la Muñecas, ante la concentración en protesta por que la vuelta pasara por Euskadi.
El ciclista del equipo Euskaltel-Euskadi, Igor Antón, primero del grupo de escapados en el Puerto de la Muñecas, ante la concentración en protesta por que la vuelta pasara por Euskadi.
EFE
El ciclista del equipo Euskaltel-Euskadi, Igor Antón, primero del grupo de escapados en el Puerto de la Muñecas, ante la concentración en protesta por que la vuelta pasara por Euskadi.

El Angliru es un grandísimo reclamo para todo aquel aficionado que quiere acudir a vivir en directo la magia de una etapa de la Vuelta, pero este viernes un doble paso por El Vivero vizcaíno tuteó al coloso de Riosa, creanlo, con una multitud tan pasional como respetuosa, porque esto sólo es deporte, pero es un deporte tan bello como reconfortante y ninguno otro puede presumir de ser una auténtica torre de Babel en todas sus estructuras. Y como la pasión de El Vivero, Bilbao.

La 19.ª etapa de la Vuelta ofreció un ambientazo como hacía mucho no se disfrutaba. La carrera volvió a tener una meta en el País Vasco después de 33 años y la fiesta que todos esperaban se redondeó con un caluroso día de sol y un triunfo de un casi vecino, de un chaval de Galdakao que comenzó a ser ciclista, como tantos otros, en esas duras rampas de El Vivero. Y es que tras 158 kilómetros de calurosa etapita, Igor Antón venció en Bilbao (donde releva en el palmarés al asturiano Enrique Cima) y concretó el espectacular triplete del Euskaltel en 2011, un equipo que ha ganado etapas en el Giro de Italia, el Tour de Francia y ahora en la Vuelta. Conviene recordar que hace algo más de un año la continuidad de la escuadra naranja estaba en el aire. En la general, pese a que también el británico Chris Froome tanteó al cántabro Juanjo Cobo en El Vivero, no hubo cambios.

El triunfo de Antón, también ganador este año de la etapa del Zoncolan del Giro, fue la plasmación del guión soñado por muchos, el de ver en el retorno del País Vasco a los recorridos (un retorno con mayúsculas, no el par de incursiones casi clandestinas por cuestiones de logística, como ese camión que se queda cortado en un puerto) ganando a un paisano del equipo naranja. Con Antón, además, y por su condición de favorito al triunfo en la general al que las piernas no le responden, se convierte en una especie de redención hacia la confianza del respetable; o en un pago a la constancia de asumir su nuevo rol, no quitarse el dorsal y dejarse ver en el Angliru o en Peña Cabarga. Y sobre todo, un nuevo camino a seguir en su carrera, toda vez que sus éxitos anteriores habían llegado en finales en alto o en cuesta, a diferencia del éxito bilbaíno.

Tras un arranque de etapa muy nervioso, con el Sky trabajando a destajo por culpa de una temprana bonificación, una apuesta fallida pero loable, el gran mérito del galdakaotarra de raíces riojanas estuvo en coger la fuga buena y que en ella, además del italiano Marzio Bruseghin (Movistar) y el kazajo Alexander Dyachenko (Astaná), se incluyera su compañero Gorka Verdugo.

Los cuatro abrieron un hueco nunca superior  a los seis minutos, pero entre el trabajo impagable de Verdugo (media etapa le pertenece a él), el dejar hacer atrás del equipo Geox (al que le conviene este escenario de fugas para evitar tonterías con las bonificaciones) y la intermitencia del Liquigas cuando pensó que podría ganar la etapa con Peter Sagan, los fugados se plantaron en Galdakao y en el primer paso El Vivero con cuatro minutitos. En esos cuatro kilómetros con muchas rampas por encima del 10% se vio que la pelea iba a estar entre Antón y Bruseghin, aunque el pelotón principal  redujo las diferencias hasta poco más de los dos minutos y perdió muchísimas unidades en la ascensión en un claro indicio de segundo paso movido. No en vano, Cobo y Froome se juegan la Vuelta.

Al poco de iniciar el segundo paso, aunque sin un ataque duro, y con Verdugo y Dyachenko fuera de la lucha, Antón soltó a un Bruseghin que se ha movido muchos días en esta Vuelta y que ha “sobrevivido” a los problemas gástricos que han mandado a casa a varios de sus compañeros en el Movistar. El de Euskaltel coronó con un margen de medio minuto sobre el italiano, margen que mantuvo en el descenso y supo defender hasta la meta de la Gran Vía (en un trazado idéntico, por cierto, al de la espectacular y muy recomendable marcha cicloturista Bilbao-Bilbao).

Los aficionados, "increíbles"

Al final, 41 segundos de colchón. Atrás, en la pelea por el liderato, el Sky tardó en poner a Bradley Wiggins a tirar de Froome (la inversión de roles del comienzo de la Vuelta), el británico tal vez tardó en atacar, pero lo hizo con tan fuerza que soltó a todo el grupito de elegidos… salvo Juanjo Cobo, impasible, sin guantes ni gafas y con el casco con un aire torcido. Fue fracasar la apuesta y Froome dudó tanto que se aferró a su intercomunicador buscando un qué hago... y no se puso a tirar en el descenso para, por lo menos, tratar de luchar por los ochos segundos con los que se bonifica el tercero en una meta a la que los ilustres tardaron en llegar un minuto y medio más que Antón. Si te juegas una carrera y atacas, la apuesta tiene que ser total y absoluta.

Otro pasito de Cobo para ganar esta Vuelta y sobre todo, un golpe psicológico importante a Froome y su Sky, al que sólo le queda la etapa de este sábado camino de Vitoria, con varios puertos (Karabieta, Elosúa, Kampazar,…) pero el último, el tremendo Urkiola, a 50 km de la línea de meta. Tal vez demasiado. Pero que siga la fiesta del ciclismo. Tras la etapa, muchos corredores del pelotón se mostraban alucinados con el ambiente. “Los aficionados vascos son increíbles, la subida tenía un ambiente infernal. Ha sido genial”, confesaba el alemán Robert Wagner, el hombre de la confusión de la rotonda camino de Haro y “debutante” en las carreteras del País Vasco. “Y yo he ganado en Bilbao, la capital del mundo”, bromeaba Antón, tirando de bilbaínada.

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