El palmarés no suele premiar siempre a los hombres más regulares, a esos biodiesel que siempre están ahí pero no suelen rematar. Quizá le pase lo mismo a Manolo Beltrán, quien a sus 36 años afronta una nueva Vuelta a España como líder de un equipo, el Liquigas italiano.

Que pueda luchar por la victoria final quizá sea un objetivo demasiado ambicioso. Que estará compitiendo por acabar entre los diez primeros y tantear alguna etapa, lo cual no es poco, es algo más asequible para este jienense cuya entrada en el ciclismo, como tantas otras, fue medio casual.

La bici, en su niñez, era un medio de transporte para ir al campo y ayudar a su padre en el olivar familiar. Y de esa disciplina y esa constancia que exige el campo ha tenido que beber Beltrán, pues este año cumple su duodécima temporada como profesional. Y promete alargarse: recientemente amplió su contrato una temporada más.

"Tendré 37 años y es un gesto de confianza por parte de los responsables del Liquigas, que me han demostrado su satisfacción por la actuación durante la campaña", señalaba. Se lo ganó, especialmente con su tremenda victoria en la segunda etapa de la Vuelta al País Vasco 2007.

Muchos kilómetros ha hecho el triki, como le decían en sus primeras pedaladas por su afición a las galletas para recuperar hidratos de carbono tras el esfuerzo. "Ser ciclista es lo mejor que me ha ocurrido en la vida", reconocía tras su victoria en el País Vasco. Y en esas está, disfrutando de las dos ruedas.

El objetivo es claro, asumible y realista: entrar entre los diez primeros. "Fui noveno en 2006 y la idea es volver a estar con los mejores de una prueba tan difícil y selectiva como es la Vuelta a España", apunta el jienense.