¿Qué significado tiene la antorcha olímpica?

Tercer día de viaje de la Antorcha Olímpica. Esta vez recorriendo Goiânia en teleférico.
Tercer día de viaje de la Antorcha Olímpica. Esta vez recorriendo Goiânia en teleférico.
RÍO 2016
Tercer día de viaje de la Antorcha Olímpica. Esta vez recorriendo Goiânia en teleférico.

Uno de los grandes símbolos de los Juegos Olímpicos es su antorcha, encendida y caminante de punta a punta del planeta. Desde el pasado 3 de mayo, pasando por más de 500 ciudades —300 con parada y relevo, y 200 que vieron pasar el convoy que la portaba—, la llama olímpica ha recorrido un total de 20.000 kilómetros por tierra y cerca de 10.000 millas por aire hasta llegar el día inaugural (5 de agosto) al brasileño Estadio Maracaná.

Más de 12.000 personas han portado la antorcha, intacta, sin que se apague. ¿Cómo puede ser esto? Porque por mucho que el fuego cese, que lo hace, existen varios faroles capaces de volver a encender la llama y están custodiados por un equipo compuesto por 10 guardias. ¿Y para qué tanta precaución? Desde la Grecia Antigua, donde se celebraron los tradicionales Juegos Olímpicos, que se apague el símbolo que ilumina la celebración se considera un signo de mal agüero.

Según cuenta la mitología griega, Prometeo robó el fuego a Zeus y se lo regaló a los mortales. Por eso, en la antigua ciudad de Olimpia era tradición mantener un altar encendido durante todo el transcurso de los Juegos como homenaje a los dioses y celebrar sacrificios en su honor. Si ese fuego se apagaba, debía entenderse que la voluntad del Olimpo era que se suspendieran las competiciones.

Esta tradición reapareció en Ámsterdam en el año 1928 y hoy en día se mantienen varias caracerísticas de la misma, a la que también se han añadido otras. Por ejemplo, los relevos alrededor del mundo cargando la antorcha encendida que simbolizan la armonía entre los pueblo, se agregaron hace poco más de 10 años, en 2004.

Anteriormente sólo se mantenía la llama encendida durante la ceremonia, desde la inauguración hasta la finalización de las olimpiadas y ahora se ha extendido a más de tres meses el periodo desde que se enciende, hasta que se apaga. Por ello, la nueva antorcha está hecha de materiales especiales. El aluminio cubre toda la superficie y está diseñada para soportar vientos de hasta 65 kilómetros por hora y mantenerse encendida bajo lluvias de hasta 50 mililitros por metro cuadrado.

En la actualidad todavía se asocia la luz de la llama con la buena suerte y se considera un mal presagio que se apague pero desde que la tradición fue recuperada, el fuego olímpico ha escalado el Everest, ha volado a la velocidad del sonido en un Concorde e incluso ha sido transportada por vía satélite de un continente a otro en forma de impulso eléctrico.

Todo ello sumado a las fuertes rachas de viento y las lluvias a las que se ha enfrentado, han hecho imposible que, en algún momento del recorrido, las llamas se hayan mantenido vivas. Eso sí, al momento volvían a encenderse.

En el diseño de la antorcha de Río se ha buscado fundir el valor histórico de la llama olímpica con el calor humano del pueblo brasileño, en cuyo territorio se realizarán los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica, según informan desde el Comité Olímpico Internacional (COI).

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