De gran atracción a enorme decepción. El luxemburgués Andy Schleck, segundo en las dos últimas ediciones del Tour de Francia y el hombre que ha puesto en más aprietos a Alberto Contador en su lucha por el jersey amarillo, fue expulsado este martes de la Vuelta a España por su propio equipo.

Bjarne Riis, mánager y director del Saxo Bank se apresuró a matizar que la decisión nada tenía que ver con el dopaje o con la indolencia con la que el menor de los Schleck se ha tomado la ronda española. El motivo no ha sido otro que ser cazado de fiesta junto al australiano Stuart O'Grady, ganador de la París-Roubaix y también expulsado de la prueba por ser compañero de farra de Andy. Tras la finalización de la etapa, no obstante, dará más explicaciones.

“Reconozco que he roto una regla en el equipo por ir a tomar una copa después de cenar y por esa razón Bjarne ha decidido enviarnos a mí y a O'Grady a casa. Soy responsable de mis actos y aunque creo que es demasiado dura la decisión, la respeto”, ha explicado Andy al portal ciclista cyclingnews.

La dureza de esa medida también viene motivada por el hecho de que Andy y Frank abandonarán la estructura del Saxo Bank en diciembre para montar su propio equipo en 2011. Su presencia en la Vuelta, por este motivo, ha sido un poco obligada. Y ya en 2009 vino medio forzado y acabó bajándose de la bicicleta. El caso de su hermano es diferente. Retirado del Tour por una caída, la Vuelta se presenta como una opción única de ganar una grande y sigue metido en carrera. Habrá que ver ahora cómo se toma la marcha de su hermano, al que está muy unido, y la pérdida de dos gregarios de nivel.

Lejos quedan los tiempos en los que los extranjeros de la Vuelta hacían estragos en las noches entre etapa, tiempos que encumbraron a los altares de la fiesta a gente como Mario Cipollini o Roberto Pagnin, más conocido como Gigi el amoroso.