Cuando boxear se convierte en un derecho

  • Quince jóvenes desafían la reclusión que sufre la mujer en la tradicional sociedad afgana.
  • Han creado un equipo de boxeo y esperan participar en las Olimpiadas de 2.012.
  • "Quiero aprender a boxear para luchar por la paz y por nuestros derechos", asegura Behishta, una púgil de 17 años.

Quince jóvenes de entre trece y veinte años han desafiado la reclusión que sufre la mujer en la tradicional sociedad afgana al formar el primer equipo femenino de boxeo del país, que aspira a participar en los Juegos Olímpicos de 2012.

"Quiero aprender a boxear para luchar por la paz y por nuestros derechos", asegura Behishta, una púgil de 17 años que se entrena desde la apertura del único club de boxeo femenino de Afganistán.

Las chicas entrenan tres veces a la semana durante una hora en una sala situada en el estadio de Kabul, donde el régimen talibán llevaba a cabo ejecuciones y amputaciones públicas.

Quiero aprender a boxear para luchar por la paz y por nuestros derechos

"¿Quién está llena de energía hoy? ¿Quién está preparada para boxeo de verdad hoy?", pregunta a las púgiles tras el calentamiento uno de los entrenadores, Abdul Hai Shekib Satari, ex campeón afgano de boxeo.

"Más rápido, chicas. Sed constantes", exhorta Satari mientras deambula por la sala y estudia los movimientos de sus alumnas.

Boxeo femenino, quizá por primera vez olímpico

Las púgiles esperan representar a Afganistán en los Juegos Olímpicos de Londres, donde por primera vez está previsto que el boxeo femenino se convierta en deporte olímpico.

"Estas chicas aprenden rápido y tienen un gran futuro. Espero que el equipo siga creciendo y podamos participar en las Olimpiadas de 2012", dice el entrenador.

Pero su labor para atraer chicas al nuevo equipo de boxeo no ha sido nada fácil.

Satari tuvo que visitar las familias de las deportistas para convencerlas de que permitieran a sus hijas practicar el boxeo.

"Tenemos que empezar a inducir a las mujeres a que participen en deportes y en actividades sociales que les permitan luchar contra una sociedad conservadora", propone el entusiasta entrenador.

En Afganistán, un país donde la mujer, especialmente en las áreas rurales, es vista en ocasiones contadas en la vida pública, hay muy pocos espacios para que las afganas desarrollen una vida plena más allá de las paredes de sus hogares.

"Este deporte también une a chicas de diferentes orígenes étnicos", dice una de las chicas mientras señala con sus guantes a una compañera hazara, grupo étnico que se concentra en el centro del país.

Quiero ser como Laila Ali. Quiero convertirme en la campeona del mundo de boxeo

Otra boxeadora, Zarghona, de quince años, asegura que se enamoró del boxeo después de ver por televisión un combate de Laila Ali, hija del legendario Mohammad Ali.

"Quiero ser como Laila Ali. Quiero convertirme en la campeona del mundo de boxeo", asevera la confiada púgil.

A pesar de que el régimen talibán se caracterizó por las ejecuciones en público y otros castigos ejemplares, en 2000 prohibió el boxeo al considerar que golpear a alguien en la cara "va en contra de la dignidad humana".

Los integristas islámicos también impusieron restricciones en otros deportes: los atletas, incluidos los boxeadores, tenían que dejar crecer su barba, llevar pantalones largos y parar el juego al llegar la hora del rezo musulmán.

La práctica deportiva estaba fuera del alcance de las mujeres.

"Estamos muy contentas, ahora tenemos libertad", exclama una risueña Zarghona, que asegura que no tuvo ningún problema para convencer a su familia de que la dejaran entrar en el club de boxeo.

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