La decimonovena etapa de la Vuelta a España 2007 tiene previsto un doble paso por el Monte Abantos, un puerto de montaña de 1.680 metros que esconde rampas de hasta el 19% en sus más de doce kilómetros de ascensión.
Es la última llegada en alto de la carrera, la última opción de luchar por lo que aún no se haya decidido... o por evitar que se pierda al día siguiente en la cronometrada de Collado Villalba.
Pero este templo de los cicloturistas, tanto de carretera como de montaña, y los senderistas no está en las mejores condiciones para acoger el paso de una carrera profesional. Al menos en algunas zonas, el asfalto es casi inexistente.
La organización lo sabe, pero asegura que para el día en que llegue la Vuelta, el viernes 21 de septiembre, todo estará arreglado.
De momento, hay maquinaria por la vertiente castellano-leonesa, la que baja hacia el pueblo de Peguerinos y por la que descenderá el pelotón tras un primer paso por la meta.
En Madrid, por el contrario, aún hay mucho por hacer. Otros años ya han sido necesarios ciertos arreglos, pero como éste, ninguno.
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