La exmujer del futbolista Dani Alves, Dinora Santana, y sus dos hijos han llegado este sábado por la tarde en la cárcel de Brians II, en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona), para visitar al jugador. Santana, su actual pareja y sus hijos --un joven de 16 años y una joven de 15-- llegaron a Barcelona este jueves por la mañana, con intenciones de instalarse además en la ciudad condal de forma permanente en el futuro próximo.

De hecho, uno de los motivos de la presencia de la familia de Alves en Barcelona no es otro que buscar colegio para ambos hijos, de cara a que comiencen a formarse en España en septiembre. Todo, confirmado por la propia Dinora Santana, con la intención de permanecer lo más cerca posible de Dani Alves. El otro, muy sencillo: facilitar la puesta en libertad del jugador, al trasladar su núcleo familiar a la misma ciudad donde prosigue la investigación.

Aun así, volverán primero a viajar a Brasil hasta septiembre, y prevén regresar cuando sus hijos empiecen el colegio en la ciudad Condal, momento en que las visitas a la cárcel, si el brasileño sigue ingresado, se harán más frecuentes. Lo que no harán, en todo caso, será residir en la casa del futbolista brasileño, ya que la ex mujer de Alves confirmó que tiene "su propia casa" en Barcelona.

Dinora Santana confirmó a su llegada a Barcelona que "por supuesto" cree en la inocencia de Dani Alves, que está en prisión provisional desde el 20 de enero por presuntamente agredir sexualmente a una chica el 30 de diciembre de 2022. Su defensa, ejercida por el abogado Cristóbal Martell, ha pedido dos veces la libertad del jugador, pero en ambas ocasiones se le ha sido denegada, sin importar las condiciones de la petición, y por ello la presencia de Santana en Barcelona es de suma importancia para volver a reclamar la libertad condicional.

Sea como sea, el riesgo de fuga sigue persistiendo según la magistrada, que hace menos de un mes escuchó la cuarta declaración distinta del ex del Barça en la que volvía a cambiar su versión de los hechos por quinta vez, alegando que todo lo sucedido fue consentido cuando en un principio negó siquiera conocer a la víctima. 

Una inconsistencia que no ayuda a facilitar su excarcelación, ni siquiera con fianza o con la retirada de pasaportes, y menos cuando las pruebas en su contra, entre testigos, grabaciones de seguridad, ADN y pruebas de salud sobre la joven agredida, parecen sostener el testimonio único de la joven presuntamente agredida.