La competencia en la parte alta de la parrilla en este arranque del Mundial 2023 de Fórmula 1 está siendo brutal y sorprendente. Obviando a Red Bull, que siguen lejos del resto, son tres los equipos que se pelean por aspirar a disputarle el trono a la escudería austríaca, pero la irrupción de Aston Martin lo ha puesto todo patas arriba y ha desestabilizado a Mercedes y Ferrari, ambas escuderías históricas con un comienzo lejos del deseado.

Sin embargo, hay un piloto más señalado que el resto que ha salido perdiendo en el fragor de la batalla de lo que llevamos de campeonato. Los Mercedes han dado la talla dentro de lo que cabe y por mucho que se hayan quejado son rápidos, y Carlos Sainz ha sacado un rendimiento medianamente positivo del SF-23. En cambio, Charles Leclerc no ha salido bien parado en ninguno de los Grandes Premios disputados, y en Australia ha tocado fondo.

El fuerte del piloto monegasco siempre ha sido la clasificación, y sin embargo, saldrá séptimo en Melbourne, por detrás incluso de Lance Stroll. Abandonó en Baréin, apenas rascó unos puntos en Jeddah, y hoy ha estallado, dejando además señalado a su propio compañero, Carlos Sainz, quizá más por su propia frustración que por culpa del piloto español.

Leclerc se mostró muy contrariado al atender a la prensa tras la sesión de clasificación, y después de quejarse del rendimiento del Ferrari, pasó a criticar con ironía a Sainz por haberle estorbado en su mejor vuelta: "Carlos me dio un gran rebufo en las curvas 3 y 4... sí, siempre es agradable el compañerismo".

Al parecer, desde el muro de la Scuderia habían indicado al piloto madrileño que prestase ayuda a su compañero para que le cogiese el rebufo y saliese con más velocidad a su último intento de tiempo para clasificar lo más arriba posible y compensar las carencias demostradas por Ferrari en Albert Park, pero el español no entendió así el mensaje y simplemente no quiso molestar a Leclerc.

Falta de comunicación total entre ambos pilotos que quedó aún más al descubierto cuando se les pudo ver discutiendo entre bastidores al acabar la sesión. El de Montecarlo no dudó en increpar a Sainz por lo sucedido, ante la incredulidad inicial del español, que no comprendía nada. Una escena que, por desgracia para el 'cavallino rampante', airea la crisis interna por la que atraviesan, sin rumbo claro por el momento en un Mundial donde Red Bull, Mercedes e incluso Aston Martin les han ganado la partida.