Irati Idiakez, la campeona del mundo a la que un accidente le cambió la vida: "El snowboard no me dio tiempo a pensar en nada más"

Irati Idiakez, con su medalla de plata en cross en los Mundiales de Para-Snow.
Irati Idiakez, con su medalla de plata en cross en los Mundiales de Para-Snow.
Centro de Deportes de Invierno Adaptados
Irati Idiakez, con su medalla de plata en cross en los Mundiales de Para-Snow.
Irati Idiakez, con su medalla de plata en cross en los Mundiales de Para-Snow.
Centro de Deportes de Invierno Adaptados

Irati Idiakez (Getaria, 1996) se ha convertido, sin pretenderlo ni esperarlo, en todo un icono de los deportes de invierno y del deporte adaptado en nuestro país. Su vida cambió por completo en diciembre de 2017, cuando un accidente de tráfico en Chile derivó en la amputación de su brazo derecho, pero ha demostrado a base trabajo, sacrificio y talento que ganó mucho más de lo que perdió aquel día.

Una joven sin especial interés por el deporte, que encontró la luz al final del túnel gracias al deporte de alta competición, después de sufrir una desgracia de las que suceden cuando menos lo esperas y te cambian la vida. En su caso, por paradójico que sea, ese cambio fue a mejor, y le sirvió para encontrar la verdadera felicidad en el snowboard, un mundo al que define como “familia”.

Tanto ella como sus seres queridos quedaron impactados por el trance vivido. El arduo y prolongado proceso de rehabilitación, en el que amigos y familiares fueron fundamentales, se eternizó, pero cada segundo mereció la pena por la gran sorpresa que le deparaba el destino.

Ahora Irati, que atiende a 20 Minutos después de ganar su primera medalla de oro individual en dual banked slalom en los Campeonatos del Mundo de Para Snow que se están celebrando en La Molina, es toda una estrella y ha conquistado la cima de su deporte.

Triple medallista mundial

Estoy muy contenta, estoy que no me lo creo” asegura Irati al ser preguntada por esa medalla de oro individual. Es cierto que en estos mundiales ha ganado una plata, también individual, y otro oro con su compañera, amiga y confidente, Raquel Martínez, con la que comparte las 24 horas del día casi todos los días, pero ninguna como esta última.

“Cuando conseguí el oro con Raquel, le dije que me hacía más ilusión el oro que si lo hubiese conseguido sola, porque las dos pasamos un montón de tiempo juntas, entrenamos todo el rato juntas, estamos 24 horas las dos juntas…” reconoce la paratleta vasca, que reitera a lo largo de la charla lo importante que es para ella ese sentimiento de equipo, de pertenencia, que caracteriza a su disciplina.

Sin embargo, se le dibuja una sonrisa antes de admitir que ese primer oro individual fue el que le tocó la fibra sensible: “Cuando ayer conseguí el oro, eso ya… Sí que no me lo creía”. Otro objetivo más cumplido para Irati, que ha logrado hasta el momento todo lo que se ha propuesto conseguir en el mundo del snowboard, tanto individual como colectivamente.

Un mundo sobre el que destaca que es “muy diferente” a otros deportes, justo el motivo por el que se siente tan a gusto: “Nos llevamos todos súper bien, nos animamos y felicitamos gane quien gane. Noto que me tienen gran aprecio, vieron cuando empecé y cómo he evolucionado, y se alegran un montón, rivales y entrenadores. Los malos rollos no me gustan”. Aunque, como en todos lados, no es oro todo lo que reluce, porque también existe la fricción, y ella también posee un lado competitivo.

“Es verdad que con mi rival no hay tan buen rollo, porque la veo un poco… muy espabilada, y a mi estas personas no me terminan de llegar. Es maja pero sin más” describe Idiakez a su principal competidora en el cara a cara por las medallas, la polaca Monika Kotzian. Por eso, le supo aún mejor esa última medalla de oro, conquistada tras dejar en la estacada a su némesis sobre la tabla de snowboard.

En una de las bajadas de clasificación, sufrió una caída y perdió mucho tiempo. Eso hizo que, tras derrotar a su primera oponente, se cruzase su camino con Kotzian, en semifinales. “Era casi una final. Ella tenía mejor tiempo así que elegía el circuito por el que salir, pero di lo mejor de mi y gané. Nos dijeron que había que emplear la ‘photo finish’ pero nada de eso, yo bajé por la pista de la derecha, la estaba viendo todo el rato y sabía que yo iba por delante”.

Tras superar a su principal rival, Irati se puso “a llorar de la emoción”, y quizá eso fue lo que le permitió relajarse para la final. Allí, superó a la estadounidense Peggy Martin, de 58 años, y conquistó un oro que la dejó “temblando” nada más acabar la prueba. El culmen a una trayectoria meteórica, iniciada eso sí en una tragedia que le cambió la vida para siempre.

Irati Idiakez, con su medalla de plata en cross en los Mundiales de Para-Snow.
Irati Idiakez, con su medalla de plata en cross en los Mundiales de Para-Snow.
Centro de Deportes de Invierno Adaptados

El accidente que lo cambió todo

Antes de pelear por medallas mundiales de snowboard, antes de que le interesase el deporte de verdad, Irati llevaba una vida “normalita”. Con 20 años, estudiaba Trabajo Social en la universidad, y admite que “tampoco hacía nada del otro mundo”. Paseaba con sus padres y sus perros, salía con amigos… Hasta que decidió irse a Chile para cursar allí el primer semestre del último año de la carrera.

“Al acabar las prácticas y los estudios, una amiga que es casi una hermana y yo decidimos hacer un viaje con el poco dinero que nos quedaba, nos compramos una tienda de campaña y cogimos un vuelo barato, el plan era ir a la playa y dormir allí, ir subiendo hasta el día de vuelta a España”. Un plan de despedida perfecto, que sufrió un giro dramático de los acontecimientos: “No llegamos a la primera playa”.

Irati fue víctima de un accidente de tráfico en el que el bus donde viajaba volcó tras una colisión: “Del accidente no recuerdo nada. Iba dormida, ocurrió, y después ya me desperté en el hospital, muy medicada y con muchas heridas, con el brazo fatal”. Efectivamente, su brazo derecho había sufrido daños prácticamente irreparables, aunque la mayor sorpresa para ella fue ver a sus padres allí, llegados desde Getaria (Guipúzcoa).

Vinieron mis padres desde España, porque les avisaron con mi móvil, y cuando les vi les dije ¿Qué hacéis aquí? Si yo estoy bien… pero no estaba bien. Y volvimos todos juntos a casa” relata la joven atleta. Además, sus padres sufrieron todo tipo de complicaciones en el viaje de ida, tras desvíos de Bilbao a Madrid, y más de trece horas de vuelo. Nada, ni siquiera un océano, puede detener a unos padres cuando saben que un hijo está en peligro.

A los 12 días del accidente, la amputación del brazo fue inevitable, a pesar de haber intentado conservarlo como ella misma quería. Un mes después, ya en casa, empezaba un proceso de rehabilitación complejo y prolongado: “La compensación del cuerpo es compleja cuando te cortan un brazo, pierdes peso en un lado, tienes que hacer mucho ejercicio, pero tengo muy buen equilibrio y no tuve problema”.

A pesar de lo largo que se le hizo la rehabilitación, el poder realizarla junto a la misma amiga que había sufrido el accidente con ella la ayudó muchísimo: “Íbamos a un ambulatorio en el que nos querían un montón, nos alegraban las mañanas, estábamos con gente mucho más mayor, éramos las jovencitas, y nos ayudó”.

A nivel psicológico, en cambio, “fue muy complicado asimilarlo todo” para Irati: “Mi madre estuvo mucho tiempo conmigo en la rehabilitación hasta que le cogí el truco a hacerlo todo con una mano. Psicológicamente fue un duelo muy duro, pero con el tiempo aprendes a gestionarlo todo, lo suaviza todo, vas cogiendo práctica y aprendes a vivir con ello”.

La sonrisa de Irati Idiakez, triunfadora en los Mundiales de snowboard adaptado.
La sonrisa de Irati Idiakez, triunfadora en los Mundiales de snowboard adaptado.
Centro de Deportes de Invierno Adaptados

El snowboard, su auténtica salvación

Y vaya si aprendió, porque casi sin pensarlo ni buscarlo le llegó la oportunidad de probar el snowboard, y a partir de ahí su vida remontó y la llevó a cotas que nunca se habría imaginado. Con tiempo para todo, además, porque antes de dedicarse en cuerpo y alma al snowboard, lo compaginó para terminar su formación universitaria, el Grado en Trabajo Social.

“La oportunidad del snowboard llegó tan de repente que no me dio tiempo a pensar en nada más. Estaba en rehabilitación, trabajaba mucho la descompensación y como quería llevar prótesis y era muy importante que hiciera deporte y me pusiera fuerte” relata Irati. En ese momento, la Federación Vasca de Deporte Adaptado le ofreció probar el snowboard, y todo cambió para ella.

Aunque fui una paquete al principio, me gustó mucho el ambiente, el sitio, la montaña, el aire libre, la nieve, la gente, las personas con discapacidad…”. Una experiencia inicial que la llevó a otra concentración veraniega, donde decidió definitivamente perseguir ese camino: “Volví a casa super feliz, y decidí que quería seguir probando, yendo y viniendo por la universidad, hasta que me fui a vivir al Valle de Arán”.

Desde entonces, ha trabajado mucho para llegar a la cima de su disciplina. En ese proceso, también ha machacado el aspecto mental, fundamental para cualquier deportista con un éxito y un impacto tan inmediato como el que ella vivió: “Yo pensaba que lo llevaba bien y que lo había asimilado bien. Sin embargo, este año ha sido un poco más complicado, he estado trabajando mucho y sabía que algo me pasaba. Todo me vino muy rápido, muy de golpe, y me faltó tiempo para poder asimilar cada momento”.

Este año me lo he tomado con más calma, he trabajado mucho en mis emociones, cómo gestionarlas, mi ansiedad… y mira qué bien lo he trabajado, todo lo que he conseguido ahora. Es muy importante trabajar el coco” sentencia Idiakez sobre el tema de la salud mental de los deportistas, incomprendidos a veces hasta por sus seres queridos.

“Se lo digo muchas veces a mis amigos. Ellos solo ven lo guay que es y lo bonito de hacer snowboard todos los días, pero también es difícil, no cualquiera vale para este tipo de vida, no me lo imaginaba así, pero me gusta mucho. Nos levantamos temprano, hacemos 4 horas en pista, comemos, sesión de físico, volvemos, y venga a repetir. Se ve lo bonito pero hay mucho sacrificio detrás” se queja Irati.

Siempre los mismos, 24 horas juntos, lejos de nuestras familias, nuestra gente. Por suerte a veces nos vienen a visitar, y tenerlos lejos es bueno para echarlos de menos y luego el reencuentro es mucho mejor. Echarse de menos es importante y muy bueno”, añade para matizar, siempre contenta por la vida que ha escogido y ha logrado. 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento