José Luis Guerra Simón Experto en Management, Marketing y Sostenibilidad.
OPINIÓN

El fútbol de ellas

Alexia Putellas, en un partido de la Selección.
Alexia Putellas, en un partido de la Selección.
PRENSA RFEF
Alexia Putellas, en un partido de la Selección.

Para contar la historia de Simone, primero tenemos que hablar de Nadia. Años 70, el mundo en dos mitades. Geopolítica, diplomacia, guerra fría. Juegos de mayores. La llama olímpica llega a Montreal. Una niña con las manos blancas de magnesio vuela entre las barras asimétricas. Cuentan que el pabellón enmudeció con las acrobacias de la grácil rumana. El silencio siempre preside lo sublime, también en gimnasia, que es otra forma de arte. Comaneci rubrica su obra maestra con un aterrizaje impecable. Júbilo en las gradas, locura en un planeta ya asomado a la televisión. El técnico que maneja el marcador electrónico comprueba aterrorizado que su flamante "Swiss Timer" no dispone de suficientes dígitos para señalar el 10 de los jueces. "A ver cómo salimos de esta…". La perfección no estaba prevista.

"Desde pequeña yo hojeaba revistas de gimnasia y me imaginaba siendo tan buena como esas niñas que veía saltando", comenta la genial Simone Biles en una entrevista a un diario colombiano. El sueño americano en 142 centímetros de altura. Desde un gimnasio perdido de Texas, entre tapices, barras y revistas, la pequeña Biles emprendió su conquista del mundo, siguiendo la ruta de las valientes que le precedieron: la espectacular Korbut, la mítica Latynina o la elegantísima Khorkhina. Y, por supuesto, la revolucionaria Comaneci. Páginas de un libro apasionante que incluye pasajes oscuros y episodios brillantes, sacrificio, frustración, esfuerzo y gloria. Según Forbes, Simone Biles obtuvo en 2021 unos ingresos de 10,1 millones de dólares. Una marca, la suya, ya asociada a VISA, United Airlines, Uber Eats o Nabisco. Co-narradores de una historia trepidante que aún se sigue contando.

El tenis también ha deparado gestas memorables. Melbourne, 2017. Final del Open de Australia. Una tarde de enero. Venus y Serena saltan a la cancha del Rod Laver Arena. La pequeña de las Williams se asoma al infinito como Alicia ante el espejo. Y un reflejo en la ventana: el de Althea Gibson, primera afroamericana en conquistar Roland Garros en 1956. ¡Qué manera de echar abajo las puertas de todos los castillos! El talento no repara en barreras. Serena Williams se impone a su hermana Venus aquella tarde de enero en Australia. Otra página brillante, más letras de oro. 23 títulos de Grand Slam, récord de la era Open. Y su nombre junto al de Althea, honrando su memoria y la lucha de infinitas mujeres contra molinos de viento y el destierro del olvido. Nadie escribió un Quijote para ellas. El mérito de Serena también se mide en millones de dólares: 45,9 solo en 2021, según Forbes. Le acompañan en su viaje Nike, Gatorade, Gucci o Wilson.

Abrimos, por fin, el libro del fútbol. La nueva Liga F, gracias a un acuerdo con LaLiga, prevé unos ingresos comerciales mínimos de 42 millones de euros para los próximos cinco años. DAZN y Mediapro desembolsarán 36 millones por los derechos de retransmisión en el mismo período de tiempo. Entre las deportistas más famosas del planeta - y mejor pagadas - ya se han colado futbolistas como Megan Rapinoe y Alex Morgan. Hace unos días, la UEFA reconoció a Alexia Putellas como mejor jugadora del continente por segundo año consecutivo. Amazon Prime acaba de estrenar el documental. Una lesión le impidió jugar la pasada Eurocopa, una cita a la que sí acudió – y deslumbró – la exquisita Aitana Bonmatí. Megan, Alex, Alexia y Aitana. Ya tienen donde fijarse las niñas de hoy, estrellas rutilantes del mañana.

Conocemos de sobra una mitad. La del Brasil del 70 y la de Argentina con Maradona. Pelé y la mano de Dios, la Hungría de Puskas contra Alemania. ¡Qué final la del 54! Qué poquito fútbol en Italia 90. Alegrías y decepciones. ¿Quién merece el balón de oro, Messi o CR7? Una pena que no se lo dieran aquella vez a Xavi o a Iniesta. Pasajes apasionantes que solo muestran una parte, la de ellos, como si la otra no existiera. Eso sí que es una pena.

La historia que ahora toca en el fútbol es la otra mitad de la historia. Esa que ya se contó en gimnasia artística y en tenis, y apenas comienza a narrarse en el deporte más seguido del mundo. La cara oculta de la luna pronto será revelada. Según la FIFA, más de mil millones de personas se asomaron al último mundial femenino de fútbol, en 2019, a través de distintas plataformas. Un reciente informe de la UEFA señala que la base de seguidores se duplicará en los próximos 10 años. En la nueva era del storytelling, tenemos protagonistas, tenemos marcas y clubes, guionistas y narradores, y una emocionante historia aún por ser contada. El deporte rey será en este siglo, también, el deporte reina.

Bienvenidos, aficionados de todo el mundo, al fútbol de ellas.

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