Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Una más sobre Nadal

Nadal levantando su decimocuarto Roland Garros
Nadal levantando su decimocuarto Roland Garros
EFE
Nadal levantando su decimocuarto Roland Garros

Poco más puedo añadir a lo mucho que se ha escrito sobre Rafa Nadal estos días, estos meses, estos años. Que es el mejor jugador de la historia de España no hay dudas. Alguien decía estos días que si existiera un premio Nobel del Deporte habría que dárselo a él. Y seguramente tenga razón. En la figura de Nadal hay muchas cosas inexplicables, su juego, su concentración, su tesón. Y también resulta inexplicable su obstinación por seguir jugando, a pesar de su pie.

Lo que hace Rafa Nadal en la pista es incomprensible. Aprender a jugar con una lesión que para el resto de los humanos es incapacitante por el grado de dolor es demostrar una fortaleza mental fuera de lo normal. Nadal empezó el torneo de París sabiendo que partía con desventaja y que su debilidad, su pie, la conocían el resto de rivales. Sentirse vulnerable es la peor sensación para salir a ganar lo que sea: un trabajo, una apuesta o un Roland Garros. Rafa llegaba así a París: en Roma apenas había podido jugar, admitió públicamente que no sabía lo que iba a pasar en su torneo fetiche y se focalizó en superar el dolor y las limitaciones que le imponía, en cada partido, su estado físico. Y mira que los rivales no fueron fáciles. Pero llegó. Llegó a la final y venció.

Sentirse vulnerable es la peor sensación para salir a ganar lo que sea: un trabajo, una apuesta o un Roland Garros

Todos el domingo nos sentamos frente al televisor para ver qué decía: en rueda de prensa, unos días antes, había dejado la frase inquietante "cuando termine hablaré y lo entenderéis todo". Muchos esperábamos que anunciara su retirada: era el mejor momento, mordiendo por 14ª vez esa copa tan ansiada. Muchos comentaban que, tras el Open de Australia, haciendo historia, habría sido el momento idóneo. Nadal daba ya muestras de cansancio, de dolor, de luchar, más que contra el rival, contra sí mismo. Lleva toda la vida jugando a esto y no tiene nada que demostrar. Su nombre ya está escrito con letras mayúsculas en la historia del tenis y del deporte. Pero él se niega a marcharse así. Y lo que dijo en París fue: "Lo seguiré intentando". No dejó espacio para la despedida. No, al menos, el domingo; y no sobre ese podio.

Nadal volverá a darnos una lección. Y no de tenis, ni de deporte, sino de formas de afrontar la vida

Sus médicos intentarán una vez más alargar la vida deportiva de ese pie. Y, seguramente, la medicina encontrará la forma de ayudarle en su objetivo. Y aunque a muchos nos parezca incomprensible, aunque pensemos que machacar así su cuerpo no es necesario, Nadal volverá a darnos una lección. Y no de tenis, ni de deporte, sino de formas de afrontar la vida. La vida es complicada y compleja siempre. Cada época entraña su propio nivel de complejidad y de dificultad. Y aprender a no tirar la toalla, a luchar contra todo lo que se ponga enfrente es la lección más compleja. Me quedo con una frase de Nadal estos días, tras ganar en París: "Las dudas son buenas y quien no las tenga es un profundo arrogante". Pues eso, dudemos.

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