El Villarreal sale tocado pero no hundido de Anfield y todavía sueña con la final

Estupiñán, durante el Liverpool - Villarreal
Estupiñán, durante el Liverpool - Villarreal
EFE
Estupiñán, durante el Liverpool - Villarreal

El Villarreal sale con vida de Anfield, lo que no es poco. El Liverpool fue superior y sometió al submarino amarillo, que aguantó todo lo que pudo y se fue con una derrota por dos goles (2-0) que pudo ser mucho peor. La final de la Champions pasa por una épica remontada en la Cerámica el martes que viene en el partido de vuelta de las semifinales. Soñar con París está permitido.

Tuvo desde el primer minuto las ideas claras el conjunto amarillo. El dominio sería rival, pero lo importante era cortarle el ritmo, que no hubiera un exceso de llegadas claras. Si Emery había visto la otra semifinal el día anterior, tenía claro que no quería nada ni medio parecido.

Fue Salah el más activo, buscando siempre hacer daño desde el perfil derecho. Un gran pase del egipcio no lo logró rematar con acierto Mané, solo llegando desde atrás, en la más clara de los reds. En el otro perfil, Luis Díaz estaba menos activo, perfectamente desactivado por Foyth.

Una combinación entre Mané y Salah que el egipcio remató alto y un chut desde la frontal del senegalés que se fue ligeramente desviado tras tocar en Raúl Albiol fueron los siguientes avisos, aunque la mejor la tuvo Thiago Alcántara. Agarró el balón a 25 metros de la portería y su zapatazo se estrelló con contundencia en la cruceta.

El bagaje ofensivo del Villarreal fue nulo. Ni un disparo, ni una ocasión, absolutamente nada. Parecía complicado que los castellonenses aguantaran otros 45 minutos así.

Y así fue. Tras el descanso, el Liverpool salió con la intención de marcar y los primeros diez minutos de la segunda parte fueron un infierno para los de Emery. Un gol anulado a Fabinho por fuera de juego previo de Van Dijk fue la antesala del vendaval red. Un centro de Henderson tocó ligeramente en Estupiñán, pero lo suficiente para desviar el balón, confundir a Rulli y colarse en la meta visitante.

No se conformó el Liverpool, que siguió apretando con todo su poderío. Y su dupla clásica de nuevo se encontró al borde del área. Salah agarró el balón, el tiempo pareció congelarse y el egipcio encontró a su socio favorito, Mané, que batió a Rulli ante su salida desesperada.

En apenas dos minutos, el Liverpool había hecho pedazos toda la resistencia amarilla, pero si alguien pensaba que la cosa se iba a quedar ahí, no conoce al equipo de Klopp. Los reds insistieron y buscaron el tercero con la intención de dejar la eliminatoria lo más decantada posible. Un centro con una rosca perfecta de Alexander-Arnold lo remató Robertson a la red, de lateral a lateral, pero el zurdo estaba en fuera de juego. Y casi a continuación, otras dos claras ocasiones más, una en un duro remate de Van Dijk que repelió Rulli, otra en una internada de Luis Díaz que un defensa despejó a saque de esquina.

Lo peor había pasado, o eso parecía, y el Villarreal encontró unos momentos de relativa tranquilidad. Fue hasta que Klopp metió más madera, primero Keita y Diogo Jota, después Origi. El dominio total volvió y a los de Emery no les quedó otra que defender, achicar aguas como podía.

Y aguantó el Villarreal, siempre serio en defensa. Dos goles en contra no es para celebrar nada, pero ni mucho menos son imposibles de remontar en La Cerámica.

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