Pau Gasol, el hombre que llevó al baloncesto español a cotas con las que jamás se soñó

El pívot de la selección española Pau Gasol machaca la nasta francesa al final del partido de semifinales del Europeo de baloncesto que Francia y España disputan esta noche en el pabellón Pierre Mauroy, en Lille.
Pau Gasol hace un mate ante Francia en el Eurobasket de 2015.
EFE/Juan Carlos Hidalgo
El pívot de la selección española Pau Gasol machaca la nasta francesa al final del partido de semifinales del Europeo de baloncesto que Francia y España disputan esta noche en el pabellón Pierre Mauroy, en Lille.

Pau Gasol es, sin discusión, el mejor jugador de la historia del baloncesto español. Un hombre que ha logrado llevar su deporte a una dimensión que jamás pensó que se alcanzaría en nuestro país, la de convertirse en una estrella de la NBA, por un lado, y llevar a la selección a logros inimaginables.  

Todo comenzó con una generación de la que él no era el principal talento. Los juniors de oro estaban comandados por dos talentos increíbles como Raúl López y Juan Carlos Navarro y Pau ni siquiera era titular. Su físico, aún excesivamente espigado y sin la coordinación necesaria todavía, no acompañaba sus indiscutibles virtudes. En ese Mundial juvenil en el que España se impuso a Estados Unidos, Gasol no era todavía el gran protagonista. Su momento, eso sí, iba a tardar poco en llegar.

Fue en la temporada 2000/01 cuando Pau Gasol tiró la puerta abajo en el Barça. A sus 20 años, poco a poco fue ganando peso en el equipo hasta convertirse en su gran estrella. Sus actuaciones en la final de la Copa del Rey y en la de la ACB, en las que destrozó al Real Madrid, dejaron más que claro que su destino era jugar en la NBA.

Pau fue elegido en el número 3 del draft de la liga norteamericana, el segundo puesto más alto entonces para cualquier jugador nacido en Europa. Traspasado de Atlanta a Memphis por Shareef Abdur-Rahim, la confianza que tenían los Grizzlies en él era absoluta. El de Sant Boi no llegaba para tener un papel residual en su equipo, tal y como le pasó al anterior -y único entonces- jugador español en la NBA, el malogrado Fernando Martín. Él quería hacer cosas grandes.

A un tímido debut, con 4 puntos ante los Pistons, le siguió un crecimiento exponencial. Para el recuerdo, cuando desafió a Kevin Garnett y le hizo un mate en su cara. Su mirada desafiante ante el que había sido su ídolo pero que había dudado de él antes de su enfrentamiento, demostró su carácter y le hizo ganarse el respeto de KG y de toda la NBA.

En los Grizzlies se convirtió en una leyenda de la franquicia. Fue llamado para su primer All-Star en 2006, y llevó al equipo de Memphis a los primeros playoffs de su historia (incluyendo su etapa en Vancouver). Sin embargo, ese parecía el techo del equipo de Tennessee, pues Pau nunca logró que el equipo ganara un partido en la postemporada. Si lo haría después su hermano Marc, pero esa es otra historia...

El 1 de febrero de 2008, tras seis temporadas y media en Memphis, Pau Gasol fue traspasado a Los Angeles Lakers. El conjunto angelino buscaba un escudero -de lujo- para Kobe Bryant, y en la operación entró precisamente su hermano Marc, sobre el que la franquicia californiana tenía los derechos. Pareció en su momento un 'robo', pero el tiempo acabó demostrando que los Grizzlies no habían hecho una locura.

En su primer año, Pau llegó a las Finales de la NBA, pero en ellas se cruzó con los Boston Celtics... de Kevin Garnett. Sin embargo, era cuestión de tiempo que con Bryant en su mejor momento y Pau a su lado, llegara el anillo. Lo hizo un año después, en 2009, con un Gasol estelar pasando por encima del considerado mejor pívot del momento, Dwight Howard y sus Orlando Magic. El MVP de las Finales fue para Kobe, su amigo del alma, pero fueron muchos los que señalaron que el español lo había merecido. Un año después, ganó el segundo, con revancha incluída ante los Celtics.

Los números de leyenda de Pau Gasol en su brillante carrera.
Los números de leyenda de Pau Gasol en su brillante carrera.
Carlos Gámez

Los siguientes años no fueron tan exitosos, y la carrera de Pau sufrió algún que otro revés. La llegada de Howard le desplazó en los Lakers y su relación con el técnico D'Antoni no fue nada buena. Casi acaba traspasado -a cambio de Chris Paul, pero la NBA lo vetó- y finalmente dejó la franquicia en 2014 rumbo a Chicago. En los Bulls, demostró que todavía tenía mucho baloncesto, con números de estrella y actuaciones inolvidables como los 46 puntos ante los Bucks, pero sin lograr acercarse al anillo.

Su siguiente paso, a los Spurs en 2016, fue ya en su declive físico, lógico teniendo en cuenta que tenía ya 36 años. En Milwaukee, donde llegó como complemento en 2019 para ayudar a Antetokounmpo para ganar un anillo, apenas jugó seis partidos, lastrado por su fatídica lesión en un pie que le obligó a dejar de jugar casi dos años. En Portland, su último equipo, ni siquiera jugó.

Cambió la historia de la selección española

A la vez que brillaba en la NBA, se convirtió en el líder del equipo español hasta convertirse en uno de los jugadores FIBA más determinantes de la historia... si no el que más. Llegó a la selección tras los Juegos de Sidney, y en 2001 ya logró un bronce continental. Fueron muchos años de medallas constantes, pero faltaba la guinda. Esta llegó en el Mundial de 2006, con un oro en el que Pau, tras brillar durante todo el torneo, no pudo jugar la final por lesión. No hizo falta, sus compañeros la lograron por él.

Tras una plata amarga europea en Madrid en 2007, llegaron los Juegos Olímpicos de China 2008. Pese a algunas dudas iniciales, España llegó a la final y en ella plantó cara a todo un Dream Team que contaba con Kobe Bryant, LeBron James, Dwayne Wade, Kevin Durant, Howard o Carmelo Anthony entre otras muchas estrellas. La plata sabía a oro por la imagen del equipo. Cuatro años después, en Londres 2012, partido casi calcado: España puso en grandes apuros a un equipo igual o mejor y acabó perdiendo de manera ajustada. Dos partidos para la historia. Entre medias, España ganó dos Eurobaskets seguidos, en 2009 y 2011.

Ya con 35 años, dejó una actuación para el recuerdo en el Eurobasket de Francia. En las semifinales un memorable partido en el que metió 40 puntos aplastando a la selección gala fue la guinda a su trayectoria. Su imagen, sacando músculo tras sentenciar al equipo anfitrión en la prórroga, define su carácter y es historia de la entonces llamada ÑBA.

No fue el último logro de Gasol, al que aún le esperaba un bronce en Río 2016, también plantando cara -en semifinales esta vez- a Estados Unidos. Su llama se iba apagando, pero no su gen indómito, su espíritu competitivo. Pese a llevar sin jugar casi dos años, hizo un último esfuerzo para despedirse como su legendaria carrera merecía. Consiguió volver a jugar, regresó a sus orígenes, el Barça, para ganar una Liga y se despidió en la pista con la selección. Fue, no podía ser de otra forma, ante Estados Unidos. Su némesis. Una piedra que jamás pudo superar pero que, paradójicamente, agrandó su leyenda. La del mejor jugador de la historia de España. 

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