Nico Rodríguez, bronce en vela 470 en Tokio 2020: "A veces me he preguntado qué hacía en medio del mar pasando frío"

Jordi Xammar y Nicolás Rodríguez celebran el bronce
Jordi Xammar y Nicolás Rodríguez celebran el bronce
EFE
Jordi Xammar y Nicolás Rodríguez celebran el bronce

Nicolás Rodríguez García-Paz (30 de abril de 1991) es uno de esos deportistas que ha conseguido cumplir su sueño a base de puro trabajo, un sueño que se le pudo escapar de las manos cinco años antes de colgarse el bronce Olímpico en las aguas de Enoshima, en Tokio 2020. El vigués recibió una llamada inesperada cuando estaba a punto de renunciar a la vela, desde entonces su camino, junto a Jordi Xammar en el 470, ha sido un  trabajo constante con miras al Olimpo.

Comenzó un proyecto de 5 años que cambió el rumbo de su vida. ¿Qué o quién es el que le lleva a saltar al vacío?

Lo primero es la llamada que me hace Pepe (Lis), que había sido mi entrenador y me conoce desde que tenía 15 años, en la que me comenta que Jordi Xammar y Joan Herp se van a separar y me pregunta por mi situación. Le cuento que no es muy sencilla porque estaba en Austria de camino a Holanda y que tenía una serie de compromisos con una empresa. Luego me llamó Jordi y me contó el proyecto diciéndome que había vuelto de los Juegos Olímpicos de Río 2016 con la ambición de luchar por las medallas en Tokio y que creía que era una posibilidad real, pero que había que trabajar mucho. Me preguntó si estaba dispuesto a empezar con él y yo le respondí lo mismo que a Pepe, que necesitaba tiempo para pensarlo. En ese momento es cuando hablo con mi familia y obviamente mis padres, tíos, abuelos me dicen que me vaya a Holanda, que no juegue a los barquitos, que iba a tener un buen sueldo y una buena vida. Pero al final la vida es mucho más que eso, ¿no?, mi hermano era el que me empujaba un poco más, me decía que vida solo hay una y que este había sido el sueño de toda mi vida, que lo hiciera.

¿Se le pasó por la cabeza decir que no?

Si te soy sincero, uno de los grandes pensamientos que tuve desde el principio es que si Jordi ganaba una medalla en Tokio y no era conmigo, me tiraba por la ventana, porque había sido su primera opción y llegar a unos Juegos Olímpicos y luchar por una medalla era el sueño de mi vida desde pequeñito. Necesité unos días para asimilarlo porque implicaba dejar todo de lado otra vez y coger las maletas para volver a España. Ahí es cuando me doy cuenta de verdad que si me marchaba no iba a ser feliz conmigo mismo y se me iba a quedar la espina clavada de no haberlo intentado cuando uno de esos trenes que pasan una vez en la vida estaba pasándome por delante.

En Jordi ve algo que le convence e inclina la balanza, ¿no?

Yo sabía que Jordi era un caballo ganador por la trayectoria que llevaba desde joven, con títulos mundiales desde juvenil, su proyección y sus ganas de trabajar. Significaba entrar en un equipo que venía ya de unos Juegos, que tenía entrenador, patrocinador y todas las facilidades que yo no tenía hasta entonces, pues tenía que buscarme la vida y trabajar para pagarme mi camino en la vela. De pronto aparece una persona más preparada que yo, con mucha más experiencia y ahí es cuando tengo claro que me volvía a España.

A partir de ahí comienzan los cinco años de trabajo duro, ¿cómo era un día de Nicolás Rodríguez en esos cinco años?

Las jornadas eran muy largas, navegamos más de 200 días al año de media, más los viajes y otra serie de cosas, hay mucho trabajo detrás, muchos días fuera de casa. Realmente el día a día varía porque nuestro deporte depende mucho de las condiciones meteorológicas y del momento de la temporada, hay etapas de mucha carga en las que metes cinco horas de entrenamiento en el agua… igual hay otros métodos, pero el nuestro fue más a martillo pilón.

Lo normal era levantarnos a las ocho de la mañana y en función del parte meteorológico decidíamos, a veces estábamos a las mismas ocho de la mañana en el agua porque era el único momento en el que había viento, también debías organizarte para la reunión con el entrenador para ver vídeos y hablar de los ejercicios de los entrenamientos. Por otro lado, está la parte física que se trabajaba también seis días a la semana, fuerza y cardio en días alternos más trabajos adicionales que vamos añadiendo con el preparador. Al final la rutina es como si tuvieras muchas piezas de un puzzle en la caja y en función de la meteorología y de cómo se vaya desarrollando la jornada pues las vas encajando.

En todas esas piezas del entrenamiento, ¿dónde encaja la preparación psicológica y que importancia tiene? Se ha visto que es un factor crucial durante estos Juegos Olímpicos.

El deporte se ha profesionalizado mucho en todos los sentidos y yo creo que es una buena noticia que se hable de psicología y preparación mental porque es una realidad más, al final te das cuenta de que a nivel deportivo, en lo técnico y lo físico, el nivel es muy alto en todos los deportistas y la diferencia está en las decisiones, en la gestión de las emociones, de los riesgos y de la competición, y tener la cabeza ordenada es un factor determinante que también depende de cada persona, que es lo que lo hace mucho más interesante al factor psicológico.

Son cinco años de trabajo, ¿alguna vez llegó al límite que le hiciera pensar en abandonar?

Varias veces llegué al límite, pero eso al final eso queda en un segundo plano porque hay muchos días y lo que se ve es la competición, pero te puedo asegurar que más de una vez me he preguntado qué estoy haciendo aquí metido, en medio del mar, pasando frío o levantándote a las ocho de la mañana un día que te duele todo. Hay días en los que te cuesta, claro, y eso es lo que te hace marcar la diferencia, cuando puedes rendir igual estando mal o estando bien.

¿Cómo afecta el aplazamiento de un año por la pandemia, fue un lastre o una oportunidad de seguir mejorando?

Para nosotros lo que pasó con el tema Covid fue una buena noticia, aunque al principio fue complicado por la tensión que genera la incertidumbre, cuando ves que había gente que estaba entrenando y nosotros no, pero una vez supimos que se aplazaba un año y que la vida iba a continuar pues nos sentamos, bajamos revoluciones y vimos que realmente no era una mala noticia, pues llevábamos una trayectoria ascendente de buenos resultados y con un año más dijimos, ¿por qué no podemos mantener esta trayectoria? ¿Por qué no podemos seguir creciendo? Yo creo que hemos crecido profesionalmente, somos más completos.

Con ese año de más llegan a los Juegos siendo los números uno del ranking mundial, pero después de ganar la medalla dicen que rinden por debajo de su nivel, ¿había presión por ser favoritos?

Yo creo que en ciertos temas hemos rendido por debajo de nuestro nivel, de verdad lo creo. Haciendo autocrítica considero que en algunos momentos de la temporada hemos estado más acertados a nivel técnico, pero bueno. Si te soy sincero creo que mi visión después de los Juegos ha variado en cuanto a cómo lo veía antes de competir allí, en cuanto a la gestión de la presión sobre todo, tuvimos la suerte de estar realmente preparados para sufrir y luchar y gracias a ese coraje y esas ganas de no perderle la cara al campeonato conseguimos sacarlo adelante.

El tándem español de vela formado por Jordi Xammar y Nico Rodríguez
PEDRO MARTINEZ/SAILING ENERGY / 
  (Foto de ARCHIVO)
6/4/2019
El tándem español de vela formado por Jordi Xammar y Nico RodríguezPEDRO MARTINEZ/SAILING ENERGY / (Foto de ARCHIVO)6/4/2019
PEDRO MARTINEZ/SAILING ENERGY /

Y luego puede pasar cualquier cosa, como que se rompa el barco en plena competición

Exacto, hubo un día en el que tuvimos una rotura, algo que en cinco años nunca nos ha pasado en una competición y nos pasa allí... pues bueno hay que estar preparados, ese día tocó trabajar hasta las nueve y pico de la noche para arreglar el barco y al día siguiente salir con la mentalidad clara de que eso no nos afectara. Al final volvía a estar en nuestras manos, sabíamos que no habíamos perdido las opciones del campeonato, aunque éramos conscientes de que eso no había ayudado, pero bueno, lo asumes, lo aceptas y sabes que al día siguiente comienza el baile otra vez.

Después de tantas entrevistas ¿Ha conseguido describir qué se siente al ganar la medalla?

¿Sabes lo que pasa? Que es algo tan personal ese momento de cruzar la línea de llegada, se te pasan tantas cosas por la cabeza… a mí lo que más me pesó era el tema de la decisión que me había llevado allí, al ganarlo pensé que si me llegan a llamar un día o dos más tarde yo no podría haber estado porque la empresa me ponía un contrato encima de la mesa. La vida son momentos, decisiones y creo que ese momento en que eres consciente de que has cumplido el sueño de tu vida tan de golpe. No hay palabras para describirlo. Es una liberación brutal, ese día yo me quité mochilas y mochilas llenas de plomo de encima y las tiré ahí en el fondo del mar y se habrán quedado en Enoshima.

Es tan personal como los momentos de preparación en los que está solo y sufre solo, ¿no?

Realmente tienes un grupo de compañeros cercano, luego están los fisios, los médicos, gente de la federación y otros deportistas del equipo olímpico, allí hay mucha gente que sabe mucho de ti, pero que igual no lo sabe todo, hay veces que está muy dentro y es muy complicado de explicar. Le dices no a muchas cosas por el camino como a tu familia o a tu pareja, hay veces que te necesitan y tú no puedes estar... Hay momentos difíciles de gestionar.

Y tras ganar la medalla ¿Cómo es un día de Nicolás Rodríguez ahora?

Los primeros días fueron una montaña rusa, ahora estoy disfrutando el momento y preparando proyectos, he tenido reuniones, también fui a mi colegio a dar una charla que es algo muy bonito. Disfruto de eso que también es parte del reconocimiento, el poder compartir la medalla con la gente.

Ha recibido muchos reconocimientos y ha participado en muchos actos, ¿Hay alguno que haya sido más especial que el resto?

Si me tuviera que quedar con algo sería el recibimiento en el aeropuerto, ver a mi madre, celebrar la medalla con ella y llorar con ella. Te puedo asegurar que esa primera semana después de la medalla fue la que más lloré en mi vida, lloré con mis amigos, con mi pareja, con mi hermano, al final te das cuenta de lo que valen las cosas y el cariño que recibes. Notas esa sensación de haber hecho sentir, vibrar, vivir a la gente algo que es muy bonito y muy especial, que solo te puede pasar en unos Juegos Olímpicos, al menos en nuestro deporte y eso lo hace espectacular.

¿Cree que su resultado hubiera sido diferente si hubiera estado en la Villa Olímpica con el resto de deportistas?

Eso se lo pregunté un día a Carlos Arévalo (piragüista olímpico), le dije ¿A vosotros esto no os afectó? Porque cuando ganamos fuimos allí un par de días y wow, yo creo que algún día me hubiera vuelto loco porque hay muchas cosas nuevas, mucha gente, mucho movimiento...me parecía supersencillo perder el foco, pero bueno ahí también se pone a prueba la rigidez mental de cada uno, ¿no?

Pero llega con los deberes hechos allí, eso es diferente

Claro yo llegué después de ganar la medalla que estás en una nube y eso era otra historia, nosotros teníamos una rutina muy cerrada en un hotel solo con los de vela, era todo muy sencillo, teníamos la sala del fisio, el gimnasio, el comedor y ya, porque no podías estar en ningún sitio más que en la habitación y poco más, pero si me hubiera visto en la Villa con todo ese espacio para moverme, el parque, la gente juntándose para tomar algo o la zona de recreativos… aquello era enorme, me llamó mucho la atención y yo creo que a nosotros nos vino bien estar en el hotel fíjate (risas).

¿Pudo ver a algún compañero en competición, cómo se siente desde dentro?

Me gustó mucho ver las eliminatorias del K4, el poder ir a animar, sentir a otros compañeros. De hecho tenía miedo de romperle las rutinas porque con la acreditación podíamos ir a cualquier lado y me daba miedo cortar su trabajo. Se respira un ambiente distinto y muy especial y es algo que sin duda merece mucho la pena, pudimos juntarnos y conocer gente allí, me gustó mucho el hecho de juntarte con compañeros que no conocías de nada solo por ser españoles.

Xammar y Rodríguez, con su medalla de bronce en el podio de los Juegos de Tokio.
Xammar y Rodríguez, con su medalla de bronce en el podio de los Juegos de Tokio.
EFE

Después de esta gran experiencia buscará repetir, ¿no?

Es una de las cosas que tengo en mente, porque vuelves de unos Juegos Olímpicos y es brutal, tengo claro que me gustaría repetir pero también tengo claro que quiero valorar las opciones que hay y generar un proyecto en condiciones, porque si me meto en un proyecto olímpico es para luchar por las medallas, no para quedarme a medias tintas.

En París quitan el 470 masculino, aunque se mantiene en categoría mixta, ¿es esa la opción?

Claro, esa es una de las opciones reales que hay porque conocemos la categoría, estamos hechos al barco con todas las dinámicas y la técnica interiorizadas, aunque luego está el tema de compaginarse con el compañero, pero si, es la opción más lógica aunque también hay muchos compañeros buenísimos y muchas opciones abiertas. Esto requiere un tiempo, estas cosas hay que hacerlas con calma y buena letra.

Pero esta vez hay menos tiempo para prepararlo, “solo” tres años

Es una calma relativa, te puedo asegurar que ya hay algo cocinándose, pero bueno, todavía estamos en ello.

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