Roxana Popa, la gimnasta que siempre termina levantándose

Roxana Popa, en acción
Roxana Popa, en acción
20minutos
Roxana Popa, en acción

Como suelen decir en redes sociales... 'da igual cuando leas este titular'. A sus 24 años, la gimnasta española Roxana Popa ha vivido ya muchas vidas, todas con la mismo secuencia: caerse-levantarse. Así, desde que era una renacuaja, recien llegada a España desde su Rumanía natal, cuando ganaba cada torneo de gimnasia que disputaba pero no podía subir al podio porque no tenía la ciudadanía española. Y ella no lo entendía, y lloraba, y seguía entrenando más y más.

La nueva nacionalidad le añadió también otro apellido, largo y pesado: "La Comaneci española", la bautizaron. Siempre ha dicho que la predicción nunca supuso más presión para ella y nunca olvidará el día que, recien salida del colegio y acompañada de 20minutos, pudo conocer a la diosa Nadia. Y aquel abrazo que le dio...

El inolvidable día que Roxana conoció a Popa
El inolvidable día que Roxana conoció a Popa
Jorge París

Pero el camino no tardó en quebrarse para Roxana, al ritmo de interminables lesiones que le han llevado al quirófano una y otra vez: rodillas, codos, brazos... Y cada vez que se recuperaba, volvía a caer.

Y pasaron los años, con el inmenso don de Roxana oculto en un frasquito que apenas podía abrir cuando su dolorido cuerpo lo permitía. Por entonces, la gimnasia era ya odio, casi un amor olvidado. La frustración la llevó a echarse a un lado en busca de otras salidas, y la encontró enseñando en Alcorcón baile y gimnasia a las niñas que soñaban lo mismo que ella. Allí pareció encontrar la calma, sin tanta presión y saciando de vez en cuando al gusanillo: 'hoy me subo a la barra y pruebo a ver...' 'mañana hago un salto y...' y no le dolía. 

La gimnasta Roxana Popa, en el gimnasio de su club, Los Cantos de Alcorcón.
La gimnasta Roxana Popa, en el gimnasio de su club, Los Cantos de Alcorcón.
JORGE PARÍS

Pero no, ella estaba semiretirada y tenía claro que la gimnasia de élite ya era una simple mota en el espejo retrovisor. Por eso sus entrenadoras parecieron ignorar sus progresos, sus ejercicios de 'aficionada' ya sin aparente dolor alguno, hasta que la propusieron acudir a los campeonatos de España. Había vuelto. Apenas unos meses después, en el Mundial de Stuttgart, terminó sexta en la final de suelo. Y no pudo ser más feliz.

La historia vive en Tokio un nuevo capítulo, con la veterana Popa compitiendo en sus primeros Juegos Olímpicos a su 24 años, con su pierna forrada de vendajes y llegando a la final con las mejores. Se quedó fuera de la final de su querido suelo, pero se metió en la individual. No estará Simone Biles, la diosa que ha levantado la voz para recordar que ella también vive en la tierra, pero sí Roxana, la Comaneci española, que por fin sueña feliz, ojos abiertos y cuerpo al límite. Poco importa que se quiebre, volverá a levantarse. Allí, en 2024, siempre quedará París.

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