El choque cultural de un portero brasileño en Arabia Saudí: "Hay que cambiarse y bañarse en una cabina"

  • Cássio Albuquerque se ha encontrado con muchas diferencias culturales en sus tres años en el Al-Taawoun Football Club.
El portero brasileño Cássio Albuquerque.
El portero brasileño Cássio Albuquerque.
TW: @AltaawounFC
El portero brasileño Cássio Albuquerque.

El choque cultural cuando se cambia de país también afecta al mundo del fútbol. Y si no que se lo pregunten a Cássio Albuquerque, un veterano portero de 40 años que disputa su tercera temporada en Arabia Saudí, en el  Al-Taawoun Football Club, y relata en A Bola sus aventuras y desventuras lejos de casa, en lo que él mismo confiesa que es “el gran desafío de mi vida”.

Aunque Cássio admite que su día a día como profesional del fútbol es el mismo que el de cualquiera en otra parte del mundo, sí que incide en que el único cambio importante está en los horarios, pues debido al calor se entrena y juega por la noche. Una ‘normalidad’ que a su familia no le afecta del mismo modo. “Existe una cultura mucho más estricta para mi esposa y mi hija. Todo es mucho más restrictivo. Y ahora se acerca el Ramadán. Si ya todo estaba cerrado, ahora va a empeorar, todo estará cerrado durante el día”.

Donde se encuentran las mayores barreras culturales es en ciertas costumbres completamente diferentes en Arabia Saudí, sobre todo en lo referente a la religión. “Sufrí un poco en los primeros tres meses. Sentí la sospecha de los jugadores saudíes, muy religiosos, estrictos en los tiempos de oración. Cualquiera que llegue de fuera tiene que adquirir esta noción rápidamente. Rezan antes, durante y al final de un juego”, cuenta Cássio. “La formación debe tener horarios que no coincidan con las oraciones. Cuando coinciden, el entrenamiento tiene que detenerse 5 minutos, por respeto. No rezan pero se detienen. Recuerdo que todo esto me descolocó, pero luego me acostumbré”.

Y si con la religión hay esa barrera cultural, con la exposición del cuerpo todavía la hay, al menos, igual de grande. “Venía de Portugal acostumbrado a cambiarme de ropa y a estar desnudo frente a otros compañeros en el vestuario. Aquí es de mala educación. Hay que cambiarse en una cabina y hay que bañarse en una cabina individual”, explica el brasileño. “Cuando estaba desnudo frente a ellos, inmediatamente se avergonzaban, en plan 'no puedes, no puedes', y cerraron los ojos. Pero si lo haces hoy, pueden tolerarlo y jugar un poco”.

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