El término 'apnea' suele estar asociado a dos asuntos bien distintos: bien puede ser la temida apnea del sueño o bien la apnea deportiva. En ambos casos, la definición de la RAE se adapta perfectamente con el matiz de que la primera es involuntaria y la otra es buscada: falta o suspensión de la respiración.
La apnea deportiva es una subdisciplina dentro del buceo. Se considera un deporte de riesgo, dado que se practica a inmersión a pulmón libre (sin ayuda de bombonas de oxígeno) y puede ser estática o con recorrido de largas distancias. Dicho en términos más simples: consiste en aguantar sin respirar bajo el agua. Hay numerosas modalidades de apnea deportiva y combinaciones entre sí: dinámica, estática, con peso constante o variable, con o sin aletas...
Todos tienen en común la búsqueda del máximo tiempo sin sacar la cabeza para respirar, sea en el mismo sitio (competiciones estáticas) o en largas distancias. El récord absoluto en este sentido lo tienen el griego Giorgos Panagiotakis y el polaco Mateusz Malina, que recorrieron 300 metros en apnea dinámica con aletas en 2016, mientras que en estática el récord es del francés Stepháne Misfuz, que aguantó 11 minutos y 35 segundos sin respirar bajo el agua en una prueba disputada a tal efecto en 2009.
Los nadadores de élite tienen muy en cuenta las virtudes de la apnea, especialmente en cuanto a concentración y relajación muscular antes y después de las competiciones. No obstante, si la apnea se considera un deporte de riesgo es precisamente porque la privación de oxígeno puede derivar en problemas de hipoxia, trombosis o incluso la muerte por su práctica incorrecta.
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