Lewis Hamilton se ha convertido en un ejemplo para las personas negras. El piloto de Mercedes, de ascendencia de la Granada caribeña por parte de padre, lleva con orgullo su color de piel y siempre que puede reivindica la desigualdad existente en muchos ámbitos sociales. La Fórmula 1 que él domina no escapa a esta situación.

Tras conquistar el premio Laureus a mejor deportista del año, empatado con Messi, el hexacampeón del mundo se mostró muy crítico con la falta de diversidad en todos los ámbitos.

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"He crecido en un deporte que ha dado sentido a mi vida. Por eso, estoy muy agradecido por lo que me ha dado. Sin embargo, es un deporte que tiene muy poca diversidad. Es un problema que tenemos que afrontar continuamente. Es nuestra responsabilidad usar nuestra plataforma para eso, justo para eso, apoyar la igualdad de género, la inclusión y estar realmente seguros de que conseguiremos enganchar y representar lo que es el mundo hoy en día", dijo en su discurso de aceptación del premio.

Hamilton siempre ha confesado que, desde joven, sufrió insultos de tinte racista conforme avanzaba en la competición, algo que se agravó en España en los años posteriores al polémico 2007 junto a Fernando Alonso.

El propio Gobierno británico, en boca de su ministro de Deportes, protestó de manera oficial por los insultos racistas que acometieron los aficionados españoles hacia Hamilton.