Una de las jugadas más surrealistas de los últimos años. El que sea posiblemente el penalti más absurdo jamás pitado, fue protagonizado por uno de los suplentes del Kiel, equipo de la segunda división alemana. 

Un disparo cruzado de Ganvoula, delantero del Bochum, iba dirigido al lado izquierdo de la portería donde calentaban un grupo de jugadores del Kiel, entre ellos, Michael Eberwien, protagonista de la jugada. Eberwein quiso devolver la pelota cuando saliese pero se precipitó por unos centimetros y el jugador no dejó salir el balón. El árbitro señala en primera instancia saque de portería, pero desde la sala VOR le advierten de lo sucedido.

Según el reglamento ningún jugador suplente, cambiado o expulsado puede tocar el balón cuando este esté dentro del terreno de juego y en caso de ser así, el colegiado deberá indicar tiro libre o, en este caso, penaliti.

Por lo tanto, el árbitro ayudado por el VAR señaló la pena máxima de manera acertada y amonestó a Eberwein.

Por suerte para el jugador, la conversión del penalti no supuso más que un empate momentáneo y el Kiel pudo llevarse la victoria por 2-1.