Priscilla Briggs muestra el barrio de China donde se fabrican todos los sujetadores del mundo

  • La fotógrafa estadounidense construye una 'oda lírica' al crecimiento económico de China como gran potencia de las manufactoras mundiales.
  • El fotoensayo de título burlesco, 'Imposible es nada: el teatro chino del consumismo', es el resultado de ocho años de trabajo sobre el terreno.
  • Briggs muestra desde empleados de cadenas de montaje de Apple hasta signos de consolidación de una nueva y caprichosa clase media.
Foto en un taller de fabricación de relleno de sujetadores en Shantou
Foto en un taller de fabricación de relleno de sujetadores en Shantou
© Prisicilla Briggs - From 'Impossible is Nothing: China’s Theater of Consumerism', Daylight Books May 16, 2017
Foto en un taller de fabricación de relleno de sujetadores en Shantou

En una zona de China de unos 130.000 kilómetros cuadrados —más o menos equivalente a la superficie de Andalucía y Extremadura juntas— se fabrican todos los sujetadores del mundo, un mercado que en ventas alcanza una caja global de unos 16.000 millones de dólares. La gran factoría de sostenes mundial, un triángulo entre las ciudades de Chendian, Chaonan y Gurao, está poblada por miles de talleres, cada uno dedicado a producir solamente una de las hasta 48 partes que componen la prenda.

La fotógrafa estadounidense Priscilla Briggs ha retratado con detalle durante los últimos ocho años cómo China se ha convertido en la gran factoría mundial de manufacturas gracias a la transformación de un país de modelo agrícola en una nación donde el sector terciario es ahora el 80% del producto interior bruto y la clase media ha crecido más que en ningún otro lugar del mundo.

El resultado del reportaje de larga duración de Briggs se publica ahora en el libro Impossible Is Nothing: China's Theater of Consumerism (un título con deje burlesco en la primera parte, Imposible es nada, propia de una traducción apresurada y errónea del inglés). El volumen, un estudio visual sobre el "teatro chino del consumo", está editado por Daylight [116 páginas, 45 dólares].

"El rápido crecimiento económico de China ha dado lugar a una compleja transformación tanto constructiva como destructiva de los paisajes cultural y físico del país. Mi interés era captar el impacto sobre la identidad nacional de los cambios de los sistemas económicos y la publicidad. El trabajo también podría definirse como una investigación visual del cambio económico monumental que ha dado lugar a la formación de la clase media china", dice la fotógrafa.

'Capitalismo con características chinas'

Protagonizan la obra las facetas sociales del llamado "capitalismo con características chinas", una nueva forma de comunismo que hace frente a los valores tradicionales del Partido Comunista, el único permitido en el país, que defendió hasta hace unas décadas que los objetivos nacionales comunes tenían prioridad sobre las necesidades del individuo.

Las imágenes de Briggs resaltan realidades endémicas de la China contemporánea y su relación con los ideales del lujo, que siguen el modelo de los valores capitalistas occidentales, aunque, al mismo tiempo, debajo de una fachada simplemente consumista aparecen las consecuencias de una producción sin límites, como los altos niveles de contaminación ambiental y de los acuíferos.

'Una historia de amor con el consumismo'

Mediante una descripción de una cultura basada en "una historia de amor con el consumismo", Briggs crea una "oda lírica al optimismo y la imaginación de un país donde todo parece posible", dicen los editores. En las fotos aparecen megacentros comerciales de las ciudades costeras con mayor riqueza, la industria de la pintura al óleo de Xiamen —donde se producen en serie falsas obras maestras de la pintura—, ubicuos estudios de fotografía de bodas o talleres de cadenas de montaje de componentes de Apple.

Un ensayo del periodista Rob Schmitz proporciona un contexto para las imágenes de Briggs, dando al lector un sentido del tiempo, el lugar y la historia. Schmitz describe a China como "un país congelado momentáneamente entre el campo y las metrópolis frenéticas (...) Mao ha sido relegado a una figura de cerámica en un bazar".

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