'Vergüenza' o la comedia de la angustia

Analizamos la primera comedia de Movistar+ dirigida por Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero.
'Vergüenza' o la comedia de la angustia
'Vergüenza' o la comedia de la angustia
'Vergüenza' o la comedia de la angustia

Hay un momento en Vergüenza en el que Javier Gutiérrez se encuentra a José Coronado y le llama Pepe. Más allá del bochorno, que de eso va la serie de Movistar+, el espectador descubre también que Javier Gutiérrez hace tiempo que dejó de ser Javier Gutiérrez. Después de nueve capítulos de esta vertiginosa caída en picado de dos personajes hacia los abismos de la turbación, el actor de El autor y La isla mínima ha logrado el sueño ambicionado por cualquier intérprete con voluntad de trascender: dejar de ser él.

En Paquete, noveno episodio de la primera temporada titulado en honor a su personaje –es fácil imaginar por qué–, lo que vemos no es un encuentro entre dos estrellas del cine y la televisión española. Lo que presenciamos es cómo José Coronado (¿o era Sacristán?) es abordado por un Torrente de clase media, un fotógrafo de bodas con ínfulas artistas, un fulano maleducado, mezquino y que da mucha vergüenza ajena. Ni rastro de Javier Gutiérrez.

'Vergüenza' o la comedia de la angustia

Esa, digámoslo ya, es la mayor virtud de la primera apuesta por la comedia de Movistar+, que su premisa desvergonzada se lleva hasta el final, sin las cortapisas y censuras tradicionales a las que nos tiene acostumbrados la televisión. No hay medias tintas en la serie escrita y dirigida por Álvaro Fernández-Armero y Juan Cavestany a cuatro manos. Un atrevimiento que se aprecia no solo en la actuación de Javier Gutiérrez y Malena Alterio sino en los hitos bochornosos por los que pasa la pareja a la que interpretan en su dificultoso encaje social.

Cagaleras, poner verde a tu jefe en el grupo de WhatsApp del curro, vomitar en una cata de vinos, hacer chistes en un entierro, salir de fiesta en zapatillas de andar por casa o hablar tan mal inglés como para pensar que tu profesora y su marido te están proponiendo un trío son algunas de estas matrimoniadas con las que Vergüenza reinventa la comedia haciéndola angustiosa.

'Vergüenza' o la comedia de la angustia

Comedia de la angustia. Un nuevo concepto como teatro del absurdo o drama existencial. Pero esa, más allá de la manoseada y dudosa etiqueta del posthumor, es la sensación que busca en el espectador Vergüenza, sonrojo herededero de aquel pedo romántico que se tiraba Coque Malla en la estupenda Nada en la nevera. Cavestany redondea el ridículo tirando más de sus primeros títulos que de su paso por el cine underground y juntos bordean ese peligroso filo del chiste escatológico para toda la familia para lanzarse a lo que, probablemente, sean las profundidades más oscuras que ha dado la ficción televisiva en su historia dorada.

Cavestany y Fernández-Armero sumen a sus personajes principales en los fangos más embarazosos, mientras que, y de eso va parte de la primera temporada, son incapaces de embarazarse ellos. El contrapunto de cordura lo ponen unos secundarios que justifican por sí solos esta oleada de producción propia de Movistar+. Especialmente, Vito Sanz, con su poster de Algo para recordar colgando de la pared de su cuarto, y Miguel Rellán, un hombre que parece nacido para ser el suegro de esta serie de televisión. Ellos conforman la normalidad (y a veces ni eso) necesaria para que brille el bochorno de la pareja protagonista. Un bochorno que marca un hito extraño en la ficción audiovisual: cuanto mejor es la serie menos ganas tienes de mirar. De ahí la comedia y a la angustia.

Vergüenza se emite en Movistar+.

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