¿Qué significa la 2T de 'Por trece razones' en tiempos de #MeToo?

Bullying, objetivación, acoso sexual... Donde antes hubo 13 cintas de cassette, ahora hay polaroids y testimonios judiciales, pero el mensaje es igual de contundente.
¿Qué significa la 2T de 'Por trece razones' en tiempos de #MeToo?
¿Qué significa la 2T de 'Por trece razones' en tiempos de #MeToo?
¿Qué significa la 2T de 'Por trece razones' en tiempos de #MeToo?

[ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS DE LA SEGUNDA TEMPORADA DE POR TRECE RAZONES]

¿Había vida para Por trece razones después de la muerte de Hannah Baker (Katherine Langford)? Era la pregunta inevitable después de que Netflix anunciara que una de sus series revelación de 2017 tendría segunda temporada.

Basada en el libro homónimo de Jay Asher, la ficción arrancaba el años pasado con el suicidio de Hannah, que se quitaba la vida no sin antes dejar grabadas 13 cintas dirigidas a las personas que habían provocado, en mayor o menor medida, su drástica decisión. ¿Se podía dar continuidad a un final tan conclusivo?

Un año después, ya tenemos la respuesta: sí, se podía. La segunda entrega continua la trama de forma orgánica, centrándose en las consecuencias de la muerte de Hannah. Olivia Baker (Kate Walsh) se prepara para ir a juicio contra el instituto Liberty High tras el suicidio de su hija, mientras alguien trata de impedir que la verdad salga a la luz. Donde antes hubo cintas de cassette, ahora tenemos una serie de polaroids que permitirán a Clay (Dylan Minnette) y al resto de protagonistas destapar otro secreto, mientras cada uno de ellos testifica en el juicio.

Si el año pasado la secuencia final de Hannah desangrándose en una bañera hizo saltar las alarmas sobre esta ficción, que fue acusada de banalizar el suicidio, esta segunda entrega también trae consigo con una polémica escena en el último capítulo. Sin embargo, tal y como defendimos con la primera temporada, la importancia de Por trece razones no se limita a una escena. Ahora que Netflix acaba de renovar la serie para una tercera temporada, repasamos el verdadero legado de esta segunda entrega en tiempos de #MeToo.

Desmontando a Hannah Baker

¿Qué significa la 2T de 'Por trece razones' en tiempos de #MeToo?

La principal diferencia entre la primera y la segunda temporada de la serie es que, mientras que la anterior entrega estaba contada principalmente desde el punto de vista de Hannah, esta muestra la perspectiva del resto de personajes.

Uno de los grandes aciertos de esta nueva tanda de episodios pasa por reflejar que cada personaje es víctima a su manera. Más allá de Clay, otros alumnos como Jess (magistral Alisha Boe), Zach (Ross Butler) o Justin (Brandon Flynn) tienen un arco mucho más complejo, ofreciendo así un retrato más amplio del acoso escolar, la familia desestructurada, el miedo a la soledad, la indefensión en la adolescencia...

También hay una desmitificación (o humanización) de Hannah a través de los ojos de Clay, ese eterno enamorado que descubre nuevos secretos de la joven. Los flashbacks se suceden mientras los jóvenes van subiendo al estrado para contar su historia con la protagonista. Así descubrimos, por ejemplo, que mantuvo una relación con Zach durante un verano. La presencia de Hannah a través de los flashbacks está justificada, pero sus apariciones fantasmales frente a Clay no terminan de encajar en una trama que se mantiene perfectamente sin ella, otorgándole un protagonismo que ya no es necesario.

Los adultos también tienen mayor peso en los nuevos episodios: de la madre de Hannah, tratando desesperadamente de conseguir justicia para su hija; al orientador Kevin Porter (Derek Luke), obsesionado con evitar que un alumno experimente el acoso que sufrió Hannah; pasando por el entrenador del equipo de béisbol, que protege a sus estrellas; o la madre de Bryce (Justin Prentice), que se da cuenta de que ha criado a un monstruo.

La polémica de la entrega

¿Qué significa la 2T de 'Por trece razones' en tiempos de #MeToo?

El año pasado, organizaciones que trabajan en la prevención de suicidios criticaban al serial por la manera nociva en la que retrataba este hecho, llegando a alentar a los adolescentes de que esta es la solución a sus problemas. La segunda temporada también ha despertado la furia de gran parte de los espectadores, que vuelven a insistir en que frivoliza el acoso, la violencia o la violación.

Esta nueva entrega arranca con un vídeo de sus protagonistas alentando a los jóvenes espectadores para que, si se encuentran en la misma situación que Hannah Baker, pidan ayuda o entren en la página web 13reasonswhy.info. Sin embargo, para muchos este mensaje de advertencia, así como el párrafo que avisa de contenido violento al comienzo de los episodios, no son suficientes para alertar sobre la alta carga de violencia de la segunda entrega.

Sí, los nuevos episodios tiene violencia explícita, probablemente más perturbadora que la primera. También contienen la escena de violación más gráfica de esta ficción, que muchos han calificado como gratuita. En el último episodio, el personaje de Tyler Down (Devin Druid) regresa al instituto tras unos meses de ausencia. Es entonces cuando Montgomery de la Cruz (Timothy Granaderos) y otros dos compañeros lo atacan en el baño, donde, además de pegarle una paliza, lo violan con el palo de una fregona.

En todo caso, el defecto de esta secuencia pasa por distraer la atención del mensaje central al que pretende servir: denunciar la cultura de acoso en la que vivimos. ¿Por qué todo el mundo se lleva las manos a la cabeza ante la violación que sufre Tyler, y nadie comenta esa otra escena en la que Bryce prácticamente agrede sexualmente a su novia en el sofá de su casa? ¿O esas polaroids en las que unos atletas sacan fotografías de compañeras en estado de embriaguez?

Al final, como ocurría con la toma en la que Bryce violaba a la protagonista en la primera entrega, esa en la que tanto costaba aguantar la mirada a Hannah, la agresión a Tyler es incómoda y difícil de ver, pero también deben serlo los tocamientos, los comentarios ofensivos, la fama infundada… La vida no entiende de fundidos a negro.

Una serie para el movimiento #MeToo

¿Qué significa la 2T de 'Por trece razones' en tiempos de #MeToo?

La primera temporada de Por trece razones se estrenaba en marzo del año pasado. Un año después, Hollywood ha cambiado: desde que el escándalo Weinstein destapara cientos de casos de acoso en la Meca del cine, la industria audiovisual refleja con otra mirada la violencia sexual en pantalla.

La segunda entrega de la serie de Netflix terminaba de rodarse en diciembre de 2017, en pleno auge de movimientos como #MeToo y a las puertas de que la temporada de premios diera el pistoletazo de salida a #TimesUp. Que los nuevos episodios de la serie son un reflejo de esta nueva Hollywood no es un secreto. Tal vez no conscientemente, como el creador, Brian Yorkey, ha defendido en una entrevista concedida a EW: "Escribimos la historia hace un año, mucho antes del comienzo del movimiento #MeToo, mucho antes que todas las revelaciones del pasado verano y el pasado otoño".

Hay una escena al comienzo del último episodio de la segunda temporada en la que vemos a Jessica en el juzgado para testificar contra Bryce, quien la violó en la temporada pasada. Su alegato al juez, en primer plano y mirando a cámara, se convierte en un alegato en contra del acoso a mujeres cuando el resto de actrices de la serie van apareciendo en pantalla para contar diversas formas de acoso o abuso que han experimentado. Aunque su creador no la concibiera así, esta entrega es una proclama a la actualidad, a la Hollywood que exige responsabilidades a los acosadores e igualdad salarial, o a ese #Yosítecreo que se ha gritado en toda España tras el caso de La manada.

Yorkey estuvo a punto de deshacerse de la escena tras el escándalo Weinstein por miedo a parecer que la serie "parodiaba" el movimiento #MeToo. Sin embargo, esa secuencia es una de las más desgarradoras, esclarecedoras y necesarias para una serie que ya denunció la violencia machista un año atrás. Porque Por trece razones no es la historia del suicidio de Hannah Baker, sino la del acoso y abuso sufriendo por hombres y mujeres adolescentes. Y este alegato no podría haber llegado en mejor momento.

¿Hacían falta 13 capítulos?

¿Qué significa la 2T de 'Por trece razones' en tiempos de #MeToo?

El mayor escollo al que se enfrenta esta nueva temporada es la necesidad de tener que contar su historia en 13 episodios, y eso se nota. La primera entrega seguía las 13 cintas de cassette que Hannah dejaba a sus compañeros, por lo que la segunda entrega ha optado por mantener este mismo número de capítulos. Así, la historia no termina de arrancar hasta el tercer episodio.

Asimismo, hay personajes y tramas de relleno, como la de Tony Padilla (Christian Navarro) y sus conflictos (¿son las peleas callejeras la mejor manera de denunciar la homofobia?); o Skye Miller (Sosie Bacon), sin ningún tipo de función más allá de la de, ahora sí, banalizar una enfermedad como la bipolaridad.

Y si los primeros capítulos de la serie carecen de ritmo, el último episodio es un torrente de sucesos. La que parece la premisa perfecta para la tercera entrega se resuelve de forma atropellada, sin darte tiempo de asimilar todo lo que pasa: Jess y Justin se acuestan, Clay escucha su canción con Hannah, Bryce se cambia de instituto...

El final, con Tyler conduciendo hacia el baile de primavera del instituto armado con una escopeta dispuesto a matar al resto de alumnos, se plasma en poco más de 10 minutos. Tratar de abarcar la problemática en EE UU con las armas, que no para de sumar casos de tiroteos en institutos, en 10 minutos, aunque solo sea para sentar las bases de la ya confirmada tercera entrega, se convierte en una decisión arbitraria para una serie que trata sin pudor la cultura de la violencia.

¿Había vida para Por trece razones después de la muerte de Hannah Baker?

¿Qué significa la 2T de 'Por trece razones' en tiempos de #MeToo?

Pese a los fallos de esta segunda entrega, que los tiene, Yorkey ha conseguido conformar una nueva temporada compacta, adictiva y necesaria en muchas de sus tramas. Vuelven las jerarquías de instituto, las actitudes machistas, la violencia física, la homofobia, el bullying y, en definitiva, el fracaso colectivo de una sociedad, la que ahora empieza a escribir #MeToo, que permite actitudes sexistas.

La cuestión ya no es quién fue el culpable de la muerte de Hannah, si el instituto, Bryce o sus padres. Esta entrega finaliza apostando por el cambio de paradigma, ese que estamos viviendo paralelamente en las calles. Claro ejemplo de ese cambio es el personaje de Jess, que afronta lo que pasó y lo denuncia, aunque la justicia le dé la espalda. Por trece razones puede ser perturbadora, dura, gráfica o difícil de ver, pero no por eso deja de ser necesaria, ahora más que nunca.

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