Los perros de 'La reina Carlota': de qué raza son y qué historia hay detrás de ellos

La exitosa serie de Netflix, precuela de 'Los Bridgerton', ha hecho preguntarse a sus espectadores si los perros que acompañan a la reina Carlota existieron en la vida real.
La reina Carlota con uno de sus pomerania en la exitosa miniserie de Netflix
La reina Carlota con uno de sus pomerania en Netflix
Cinemanía
La reina Carlota con uno de sus pomerania en la exitosa miniserie de Netflix

La triunfal llegada a Netflix de La reina Carlota ha despertado pasiones detectivescas entre algunos espectadores. ¿De verdad estaban de moda en el siglo XVIII esos vestidos? ¿Era negra la auténtica reina Carlota? E, incluso, ¿tenía perros la monarca de origen alemán? Y si era así, ¿eran de la misma raza que los que aparecen en la miniserie?

No sería la primera vez que la ficción se toma ciertas libertades en el terreno animal: basta recordar la imagen de una llama galopando en la ciudad de Troya (2004), más de dos mil años antes del descubrimiento de América y de que, por tanto, las llamas pudieran pasar de un lado a otro del Atlántico. 

Sin embargo, la serie creada por Shonda Rhimes ha apostado, en este apartado, por la fidelidad: la histórica reina Carlota fue una orgullosa dueña de perros de raza pomerania. Y esta es su historia.

Un cachorro de Pomerania.
Un cachorro de pomerania.
PXFUEL

Nada de “conejos deformes”

En la miniserie, el rey Jorge le regala a la reina Carlota un pomerania tras su desalentadora noche de bodas. En vistas de que tendrán que vivir separados el resto de su matrimonio debido a la enfermedad mental que aqueja al monarca, el rey Jorge espera que una mascota alivie la soledad de su mujer. La reina Carlota no recibe con gran entusiasmo, precisamente, al perro y se refiere a él como “un conejo deforme”. 

En realidad, fue la reina Carlota quien llegó a la corte inglesa, desde Alemania, con no uno sino dos pomeranias bajo el brazo. Sus nombres eran Phoebe y Mercury. Pero estos no fueron los únicos perros que corretearon por los exuberantes jardines de Kew bajo la mirada de la monarca.

Con una especial predilección por los pomeranias blancos (con la excepción de Fino, que era blanco y negro), la reina consorte crio a varios de estos perros a lo largo de su vida, aunque muchos de ellos acabaron siendo regalados a sus damas de compañía. 

En el cuadro El faetón del príncipe de Gales, puede verse a Fino, el pomerania blanco y negro de la nobleza inglesa
En el cuadro El faetón del príncipe de Gales, puede verse a Fino, el pomerania blanco y negro de la nobleza inglesa
Colección Real del Reino Unido

Pomeranias de otra época

El rey Jorge IV, hijo de la reina Carlota, compartía la devoción de su madre por esta raza, y prueba de ello es su retrato El faetón del príncipe de Gales, donde puede apreciarse a Fino, el pomerania blanco y negro, dando brincos junto a uno de los imponentes caballos de tiro del monarca.

Uno, al ver el cuadro, podría pensar que las proporciones no eran el fuerte de su autor, puesto que el tamaño de Fino supera, con mucho, al de un pomerania promedio. No obstante, los pomeranias, tal y como los conocemos hoy, no se parecen demasiado a los perros de la reina Carlota.

Antes de su llegada a la corte británica, los pomeranias eran empleados como perros de tiro al frente de los trineos islandeses y lapones. Su corpulencia era muy superior a la de un pomerania actual, ya que superaban los diez kilos, mientras que hoy apenas pasan de los tres.

Estos perros están incluidos en el mismo grupo que los chow chow y los cazadores de alces noruegos, animales de mayor porte que el adorable pomerania del siglo XXI, que es el que reposa, adormecido, sobre el regazo de la protagonista de La Reina Carlota.

¿Quieres estar a la última de todas las novedades de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento