'Los Bridgerton': Por qué la segunda temporada es aún mejor que la primera [sin SPOILERS]

¿Duque? Mejor un vizconde.
'Los Bridgerton' 2T
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Cinemanía
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Lo admito: la primera vez que oí hablar de Los Bridgerton, la prejuzgué. Mucho. Aquí llega otra serie de época con acento británico, otro intento de Downton Abbey que por alguna razón ha conseguido engañar a Julie Andrews para que narre sus amoríos entre corsés y chisteras. Reconozco que no estaba familiarizada con las novelas de Julia Quinn en las que se basa la ficción y la firma de Shonda Rhimes me hacía temer una Anatomía de Grey palaciega y dramática hasta el hastío en lugar de la divertida revolución popera y desprejuiciada que resultó ser. 

La Regencia londinense en la que nos adentraron Daphne Bridgerton (Phoebe Dynevor) y el Duque de Hastings (René-Jean Page) no entendía de estigmas ni clichés raciales o de género: teníamos a una irreverente monarca negra; bailes al son de Ariana Grande, Taylor Swift o Billie Eilish; a una Reina Cotilla adelantada a su tiempo con la voz de Andrews; y aristócratas de todos los colores paseando sus vergüenzas por la Londres del siglo XIX.

Tráiler de la segunda temporada de 'Los Bridgerton'

Los Bridgerton fue un fenómeno instantáneo, un placer para nada culpable y perfectamente confeccionado y amado, con un reparto entregado a la trama (ese irresistible Duque, la dupla formada por Penelope -Nicola Coughlan- y Eloise -Claudia Jessie-) que nos dejaba con ganas de más. 

Ese 'más' llega por fin hoy con una segunda temporada que, al igual que el segundo libro de la saga, El vizconde que me amó, se centra en el personaje de Anthony Bridgerton (Jonathan Bailey). Los fans de la serie recordarán al primogénito de los Bridgerton como ese hermano mayor con flequillazo, dividido entre sus responsabilidades al frente de la familia, labor que se toma demasiado en serio, y su amor por una cantante de ópera. 

Sin embargo, para muchos lectores de las novelas, Anthony es su personaje favorito, protagonista de uno de los romances más queridos de la saga. Y la ficción de Netflix, lejos de desmerecer esta historia, la encumbra en una segunda entrega que enamora y engancha aún más que la primera. 

Los que se pelean se desean

Cuando uno se adentra en una temporada de Los Brigerton, es como cuando lo hace en cualquier comedia romántica: es probable que prediga el final feliz, por lo que lo imprescindible para disfrutarla es el trayecto hacia él. Esta nueva entrega arranca con el mayor de los Bridgerton inmerso en la búsqueda de la esposa perfecta, que en este caso no es otra que Edwina Sharma (Charithra Chandran), el diamante de la temporada, recién llegada de la India. 

Sin embargo, cuando el protagonista comienza a cortejar a Edwina, su hermana Kate (Simone Ashley) descubre la verdadera naturaleza de sus intenciones (una pareja de amor verdadero no es una de sus prioridades) y decide hacer todo lo posible para detener la unión, hasta que ambos empiezan a acercarse peligrosamente... 

La relación entre Anthony y Kate es, como no podría ser de otra manera, una montaña rusa de emociones y sentimientos, un viaje del desencuentro al amor entre juegos de Pall Mall (probablemente la mejor escena de todas), heridas de infancia y abejas inoportunas. No es el enamoramiento más sano, pero aceptando que nos adentramos en otro romance culebronero, al menos este equilibra la balanza de género y nos regala momentos memorables y muy divertidos.

La protagonista que necesitábamos

Si la toxicidad inherente a este tipo de tramas románticas se hace mucho más llevadera en esta nueva entrega es en gran parte gracias a ella. Kate es la heroína de esta historia, una joven astuta y decidida que se desvive por su familia y por su adorable corgi Newton, una amazona de origen indio que caza mejor que un hombre, no busca marido y se ha encargado de sacar adelante a las mujeres de su vida. 

'Los Bridgerton' 2T
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En la primera temporada, Daphne seguía siendo la clásica joven de época, deseosa de casase y formar una familia, arrastrada a una pasional pero también dañina relación con Simon. Sin embargo, en esta ocasión, y sin que el triángulo amoroso entre Anthony y las Sharma sea un ejemplo de amor sano ni mucho menos, sí que Kate rompe con el estereotipo de mujer abnegada y entregada por completo al objeto de su deseo. 

Con una brillante y hechizante Simone Ashley que aparca el chicle de Sex Education por los buenos modales, Kate es una mujer independiente, respondona, inteligente, de principios inquebrantables y humor genuino. Te enamorarás de ella al instante, sobre todo en los momentos que ridiculiza tan tiernamente a Anthony. 

¿Duque? Mejor un vizconde

Nos pongamos como nos pongamos, no se puede entender el éxito de la primera entrega de Los Bridgerton sin el carisma desbordante de René-Jean Page. Por eso, su ausencia en los nuevos episodios ha despertado el recelo de más de un fan. Pues bien, podemos respirar tranquilos porque no vamos a echar ni una pizca del menos al Duque. 

Jonathan Bailey, relegado a un segundo y algo simplón plano en la primera temporada, da ahora rienda suelta a todo su tierna socarronería en la piel de un hijo obligado a madurar demasiado pronto por la muerte de su padre, un codiciado soltero que antepone el deber al amor, un vizconde algo engreído y hilarantemente frustrado por el descaro Kate Sharma. 

Bailey consigue dar al personaje las dosis justas de arrogancia y ternura, de sentido de la responsabilidad y vulnerabilidad. Es la figura paterna, pero también el niño temeroso, es un témpano de hielo que se derrite ante la sola posibilidad de perder a alguien que quiere. El protagonista, más frío y con motivaciones más cuestionables en la novela, cobra dimensión en la serie, gana cercanía, y eso se debe al encanto de Bailey y su química indiscutible con Ashley. Y con más tensión sexual pero sin tanto sexo gratuito como en la primera. 

Empoderamiento y hermandad

Como decíamos, Kate Sharma, a diferencia de Daphne Bridgerton, sí es una protagonista que desentona en esa época de la Regencia, rebelde pero con sentido del deber, otra niña asustada a su manera pero con las idas claras, como Anthony pero con más seguridad. Sin embargo, no es la única. 

Su hermana Edwina es probablemente el personaje que más crece a lo largo de la temporada, pasando de ser una joven dulce y sobreprotegida a alguien autosuficiente y autoconsciente, la más valiente y madura de entre todos los personajes. 

'Los Bridgerton' 2T
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Además, ellas, Kate y Edwina, protagonizan la gran historia de amor de esta entrega, la de dos hermanas que se quieren y se cuidan, que se respetan y protegen. Dos almas gemelas cuya conexión va mucho más allá de convencionalismos y hombres. Si en la primera temporada, Penelope Featherington (Nicola Coughlan) y Eloise Bridgerton (Claudia Jessie) reflejaban la sororidad, ahora las Sharma no hacen sino reforzar el mensaje. 

Portia Featherington (Polly Walker) es otra superviviente que se las ingeniará para mantener a flote a su familia, en una situación económica precaria, pese al machismo imperante en la época. Tampoco faltará el ingenio de Lady Danbury (Adjoa Andoh), la ambición de Genevieve Delacroix (Kathryn Drysdale) o la fortaleza de Violet Bridgerton (Ruth Gemmell). Todas ellas reivindican desde su encorsetada posición a la mujer que se hace a sí misma pese a las adversidades, ahora con las Sharma al frente. 

Y, por si fuera poco, aquí ellos son lo sexualizados, y no ellas. Cuando veáis a Anthony saliendo empapado del estanque entenderéis a que nos referimos.

Un gallinero demasiado revuelto 

Por poner algún 'pero' a los nuevos episodios, es tal el poder de la trama principal que, a diferencia de en la primera temporada, en la segunda sus subtramas resultan casi una molestia. Uno se siente algo descolocado cuando pasa de un divertido momento entre Anthony y Kate a los intentos de Penelope por no desvelar su identidad secreta, la de Lady Whistledown. 

Tal vez la más chismosa de Londres sea la que tiene un arco más desajustado. Pese a los intentos de Coughlan, Penelope acapara demasiadas historias (su amor por Colin, lo que será capaz de hacer por mantener su secreto a salvo, la amistad con Eloise), terminando por desdibujarse en todas ellas en lugar de evolucionar a través de ellas. 

Si bien secundarios como Portia o Eloise siguen teniendo un carisma incuestionable, tampoco sus respectivos devaneos consiguen resultar mínimamente intrigantes o a la altura del relato de los protagonistas. En cuanto al resto de hermanos Bridgerton, tiene sus propios momentos de lucimiento para sentar las bases de las próximas temporadas. 

Eso sí, Benedict (Luke Thompson), protagonista de la tercera entrega, va a tener que venderse muy bien en los adelantos de su entrega, pues de momento sigue sin encontrar su lugar entre su fascinante prole. 

Más rompedora que el libro

La segunda temporada de Los Bridgerton vuelve a tener todos los componentes que encumbraron a su predecesora, aunque transformando el sexo en tensión sexual y con más empoderamiento femenino. Hay romance, amor de familia, canciones pop (concedednos un pequeño spoiler: Miley Cyrus), intrigas palaciegas, tensión sexual... 

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Pero también hay una protagonista apabullantemente magnética, un Jonathan Bailey que en un fruncir de ceños muestra toda emoción humana posible, una entretenido competición de croquet y picaduras de abeja a tu corazón. La serie vuelve a adaptar el libro tomándose licencias creativas totalmente acertadas, cambiando los matrimonios por decoro por discursos de empoderamiento y dando una mayor dimensión al triángulo amoroso. 

Confirmamos que no regresa el Duque, pero te prometemos que con este vizconde adorablemente enfurruñado y su terca y astuta enamorada no lo vas a echar de menos. 

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