'Line of Duty': no hay poli bueno en el mayor éxito de la televisión británica

Line of Duty
Cinemanía

La lucha eterna entre los polis de AC-12 y los villanos de la OGC llega a su sexta temporada y el mundo contiene la respiración. Más de 12 millones de telespectadores se vuelcan ante la pantalla con cada nuevo episodio de Line of Duty. ¿Qué tiene la serie de policías de la BBC –disponible en España a través de Movistar+ (completa) y Netflix (primeras temporadas)– que a todos enamora?

Os destripamos el que, junto a la longevidad de Isabel II y el misterio de por qué no mueren todos los sometidos a la dieta británica, es el secreto mejor guardado del Reino Unido

Una historia muy británica… que empieza en Baltimore

“Una serie que busca desesperadamente ser la versión británica de The Wire”. No lo decimos nosotros, lo dijo Sara Hughes en el momento de su estreno en The Guardian, allá por 2012. En la eterna dinámica de acción y reacción, la BBC se planteó que ellos eran tan capaces como HBO de contar una historia criminal de corte realista que mostrara la corrupción del sistema en carne viva… y la metáfora no es gratuita.

Un doctor guionista

El equivalente a David Simon, cabeza visible de The Wire, fue Jed Mercurio. Curiosa historia la suya pues, hasta entonces, era conocido por series inspiradas en los ambientes hospitalarios como Cardiac Arrest (1994-1996), famosa por su visión desencantada de la sanidad pública. 

La vocación televisiva de Mercurio nació por azar, leyendo el British Journal: una productora buscaba un asesor para una comedia ambientada en un hospital. ¿Hablábamos de acción y reacción? Pues Cardiac Arrest era la respuesta British a Urgencias. 

Una versión tan sórdida, crítica con un sistema racista y sexista hasta las trancas, y con un humor tan negro, que la firmaba un tal John MacUre, el pseudónimo que se había buscado Mercurio, médico de profesión, por aquello del qué dirán. Después, Mercurio se implicó en la adaptación de su primera novela, Bodies, otra serie de bata blanca, hasta que se pasó al uniforme azul.

El argumento principal

Los protagonistas son los miembros de una brigada de Asuntos internos británica, la AC-12. El resto de polis, como es de rigor, les tiene una pelusa importante. Pero ese es el menor de sus problemas: la policía británica está más podrida y tiene más mugre que el almacén de un restaurante de Pesadilla en la cocina. 

Esa es una de las grandes razones de la adicción: en cada nueva temporada, se multiplica la connivencia secreta entre polis y criminales (miembros de una organización llamada OGC) hasta el punto de que en la sexta temporada casi dan ganas de meterlos a todos en la cárcel y empezar de cero, que así acabamos antes

El triángulo protagonista

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Tres son los personajes principales: el superintendente Ted Hastings (Adrian Dunbar), un venerable señor canoso con esa flema y esa elegancia tan británica al estilo Bill Nighy; la detective Kate Fleming (Vicky McClure), una auténtica heroína de acción; y Steve Arnott (Martin Compston), el clásico poli con una mirada que no sabes si es de inteligencia superior o de maldecirse interiormente por haberse olvidado de comprar el té en el supermercado.

Las estrellas invitadas

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Con cada nueva entrega ha aumentado el interés de los grandes actores y actrices por aparecer ni que sea en un papelito. Por la comisaría se han pasado Stephen Graham (el fantástico actor de This Is England y The Virtues) o una habitual de Hollywood como Thandie Newton (Misión: Imposible II). 

Para la nueva entrega han contratado los servicios de Kelly MacDonald, el crush de toda una generación como la colegiala desinhibida del filme Trainspotting. Nos da que en esta ocasión no se lo va a pasar tan bien, porque en Line of Duty no suele haber compasión para las celebrities de la gran pantalla. Si toca ir al hoyo, al hoyo que van.

El bisturí que mece la cuna

Bueno, ya os hemos contado que Mercurio se ganaba la vida como médico, etapa de la que le ha quedado un evidente gusto por la casquería y la hemoglobina. 

En Line of Duty no solo hay intriga, también hay violencia (“explícita”, como les gusta decir a los anglos), de lo más variada y desagradable. Hay degüellos varios, amputaciones varias, suicidios, asesinatos a quemarropa… la sangre salta a la pantalla con la alegría de una película de la Hammer.

El niño cabrón

Probablemente desde el inmortal “el chico del bate” de Paranoia Agent creado por Satoshi Kon, el mundo de la pequeña pantalla no nos ha mostrado un pequeño cabronazo a la altura de Ryan, personaje que tiene enamorada a toda la audiencia desde que empezamos a ver sus primeros pasos (y pedaladas) en el mundo del crimen. 

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Apareció en la primera entrega y causó un gran revuelo por su participación en una escena muy poco edificante. Como sucede a menudo en esta historia, nos olvidamos de él hasta su sorprendente reaparición en la quinta temporada.

Porque esa es otra de las virtudes de Line of Duty: las tramas de las diferentes temporadas se superponen de tal manera que te obliga a tener un bloc de notas junto al televisor.

La repercusión

La serie fue un gran éxito en la BBC desde su primera emisión. Aquí, sin embargo, hemos tenido que esperar a la repercusión de trabajos posteriores de Mercurio, que le han superado en popularidad, como Bodyguard (Netflix). 

Su éxito hizo que AMC comprara las tres primeras temporadas en 2020, y la lineofdutymanía se ha extendido por todo el planeta. Profeta en su tierra, convertida con la serie británica de más audiencia en casi 15 años (poca broma, que era la etapa pre-streaming), por fin, ahora parece que va a tener el justo reconocimiento que se merece fuera de las islas.

Si os interesa, poneros ya. Que no pase como con The Wire, la serie que la inspiró, esa que todo el mundo descubrió cuando ya había sido cancelada…