Las 10 mejores intros de series animadas de los 80

La vida de los dibujos animados va mucho más allá de la década en la que nacen. Que si  mercados internacionales, que si reposición, que si sindicación, que si Internet. Tanto las de adultos como las infantiles son casi inmortales si la calidad es buena y el público responde. Y si hablamos de los ochenta y ya son palabras mayores. Estamos ante producciones que han aguantado casi cuarenta años en la mente del espectador, en muchas ocasiones gracias a temporadas que continúan hoy o adaptaciones al cine. Veamos qué hemos elegido.

Aunque de pequeño el fútbol no fuese lo tuyo, seguro que conoces y te emocionas con las primeras notas y el coro inicial de esta intro. Y es que mezclar el deporte estrella y dibujos animados es el plan perfecto para llegar a la chavalada. No importaba que la estética del anime no tuviese nada que ver con un partido real: pronto en los patios de los colegios se intentaban Catapultas infernales y se emulaban goles a cámara lenta en campos kilométricos.

Por supuesto, la serie de animación por excelencia. La sitcom más duradera de la televisión americana, todavía hoy en emisión. Estrenada en diciembre de 1989, la serie de Matt Groening es todo un icono cultural, y su cabecera no lo es menos. Modificada en cada capítulo por pequeños guiños (la frase que escribe Bart en la pizarra, la canción que toca Lisa) y por la forma en la que la familia amarilla se sienta en el sofá, también ha sufrido transformaciones completas. Hora de Aventuras, el universo de Guillermo del Toro o (ay) Kesha han hecho suya la intro más plástica de la animación universal.

El cerebro de Claudio Biern Boyd y la productora BRB situarían a España en el mapa de las series televisivas infantiles en un contexto internacional muy competitivo. Fue en la década de los 80 cuando BRB pasaría a producir contenidos propios, no únicamente a jugar con licencias de los demás. Una de sus mayores creaciones es esta, una adaptación de la novela de Julio Verne La vuelta al mundo en ochenta días en la que los protagonistas son leones, gatos, elefantes o perros.

La otra gran producción de BRB. Mismo planteamiento: una gran obra de la literatura, Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas, adaptada al público infantil y con animales como protagonistas. De nuevo, una sintonía pegadiza cuya letra resume a la perfección el contenido de la serie, mientras vemos fragmentos de los primeros capítulos. Lagrimita de nostalgia.

Su intro repite "Teenage mutant ninja turtles" cien veces, como con miedo a que la gente no lo entienda. Leonardo, Raphael, Donatello y Michelangelo son grupo de superhéroes nacidos de cómics que bebían del trabajo de Frank Miller y de personajes como Daredevil. La única peculiaridad: son tortugas a las que les encanta la pizza. Historias cuidadas y el cariño de los fans las convertirían en un producto internacional, conocido todavía hoy por nuevas generaciones gracias a sus adaptaciones a la gran pantalla.

Siendo niño, cantar bien esta sintonía con sus “eh la qui va la” y “gadgeto chapeau!” era un arte a la altura de Joey aprendiendo francés con Phoebe. De gran éxito, la serie es una coproducción de varios países, entre ellos Francia. Dio lugar a un par de películas, que intentaban hacer lo posible por mantener la frescura de un personaje muy característico, que sacaba pistolas de los zapatos y helicópteros de sus sombrero. Hicieron lo que gadgeto-pudieron.

Los cazafantasmas fue todo un éxito en los 80, y de ella nació esta serie de dibujos animados. Las voces no eran las del reparto original, pero los personajes sí eran los mismos, y la canción de entrada, una versión del tema oficial confeccionada por el propio Ray Parker Jr.  Fiel a la película, su peculiaridad era su oscuridad: resultaba verdaderamente terrorífica y adulta en ocasiones, al menos para ser emitida durante las mañanas de los sábados en horario marcadamente infantil.

Temazo. Temazo, temazo. La cabecera de la serie de Tío Gilito y sus sobrinos era pegadiza y emocionante. Coros, rimas patéticamente fáciles (pato, rato, trato), trompetas y un bajo de fondo que ni Jamiroquai. Sus capítulos darían para una película y marcarían el estilo de otras series de Disney posteriores, como La tropa de Goofy o Guardianes rescatadores.

En la lista de las diez mejores series de los 90, uno de los comentarios más extendidos fue “¿dónde está Dragon Ball, a ver?”. No podíamos incluirlo en aquella ocasión, pues el primer anime se estrenó en 1986, pero se entiende la indignación. Las canciones de apertura de la serie son estimulantes, divertidas y pegadizas. Junto a la calidad de la trama, con una identidad clara en sus batallas y personajes, estas cabeceras son las responsables de que muchos sigamos acordándonos espontáneamente de Goku y su nube Kinton.

De hecho, hubo tanta presión la última vez con Dragon Ball, que es de recibo que la cabecera de su continuación, Dragon Ball Z, esté aquí también. Méritos no le faltan: lo que ya era mítico de la primera se duplica, regalándonos el “luz, fuego, destrucción” o el “siempre arriba” que anunciaba el inicio de una de las mejores series de aventuras. Un fenómeno que multiplicaba personajes y drama, dejando a niños y no tan niños pegados al televisor cada mañana.