No lo vamos a negar: La reina Cleopatra, la tan traída y llevada docuserie de Netflix, tenía mala pinta desde el principio. Más allá de la polémica suscitada por la elección de Adele James para interpretar a la última faraona de Egipto, esta segunda temporada del show Reinas de África olía desde el minuto uno a recreación de plastiquillo y cartón piedra, con los ojos más puestos en las creencias pseudohistóricas de sus responsables (entre ellos, Jada Pinkett-Smith) que en la divulgación.
Así las cosas, no es extraño que las cifras del programa en los agregadores de críticas sean tirando a nefastas. De momento, Rotten Tomatoes le otorga a La reina Cleopatra un 14 por ciento de críticas positivas, sobre un total de 14 valoraciones. Es decir, que solo dos críticos (los de Salon y Stuff) se han atrevido a ponerle buena nota... aunque con muchas reservas, y centrándose en el buen trabajo de la actriz protagonista.
De esta manera, la docuserie queda entre los contenidos peor valorados de la plataforma. Su puntuación en RT la pone a la altura de series como Insatiable, con un 11% de críticas positivas, aunque lejos de esa Real Rob (protagonizada por el inenarrable Rob Schneider) que no tuvo ni una sola buena valoración tras su estreno en 2015. Eso, en cuanto a críticas especializadas, porque, si nos vamos a las del público, la cosa cambia.
Y cambia a peor: el tomatómetro de rigor adjudica a La reina Cleopatra solo un 3% de opiniones positivas por parte de la audiencia. Una de las peores jamás adjudicadas en RT a un contenido para TV: incluso Real Rob tiene un 83% de votos a favor por parte del público.
Esta lapidación se ajustaría a lo que sabemos de la docuserie, un producto al que la etiqueta de "nefasto" le ha caído casi por unanimidad. Salvo por el hecho de que la enorme cantidad de valoraciones recibidas (más de 10.000) hace sospechar de un 'review bombing': una tromba de críticas negativas por parte de haters del show, con el objetivo de reducir su nota media.
¿Por qué tantas malas críticas a 'La reina Cleopatra'?
Para apoyar esta hipótesis, Decider llama la atención sobre la acogida de Nijinga, la anterior entrega de Reinas de África. Este show, centrado en una soberana que luchó contra el colonialismo europeo en lo que ahora es Angola, fue bien valorado por la crítica (88% de opiniones positivas), pero no por el público, quedándose en este apartado con una puntuación del 15%. ¿Dónde está la diferencia? En que los espectadores que valoraron Nijinga fueron solamente seis.
Salvo que los aficionados al Egipto ptolemaico hayan brotado de debajo de las piedras durante los últimos meses, sorprende esta afluencia tan enorme de usuarios dispuestos a opinar sobre La reina Cleopatra. Dado como funcionan las cosas en internet, resulta más verosímil pensar que la polémica suscitada por la serie es el motivo tras muchas de esas opiniones.
Que el programa raya muy por lo bajo en términos de verosimilitud es algo que ya sabemos. Las críticas profesionales, con frases como "parece un cosplay sub-Juego de tronos" (The Times) o "si estudias con cuidado su fantasía y su sesgo, a veces encuentras algo de historia" (The Spectator), hacen hincapié en la escasa o nula fiabilidad de los presuntos expertos, empeñados en valorar a Cleopatra VII de Alejandría (69-30 AC) a la luz del clima político estadounidense en el siglo XXI.
Es posible que estas reacciones animen a Netflix a producir documentales de más calidad en el futuro. Una posibilidad que parece remota, y no solo porque a la plataforma de Ted Sarandos le interese más atraer audiencias que ofrecer contenido bien fundamentado. También porque los ataques de un público dispuestos a linchar a un contenido por motivos espurios no entienden de fuentes, ni de razones.
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