'La línea invisible': ¿Cuándo se volvió ETA asesina?

O, más bien, cómo. Movistar+ y Mariano Barroso ahondan en el origen de ETA a través de Txabi Etxebarrieta, primer miembro de la banda en apretar el gatillo.
'La línea invisible': ¿Cuándo se volvió ETA asesina?
'La línea invisible': ¿Cuándo se volvió ETA asesina?
'La línea invisible': ¿Cuándo se volvió ETA asesina?

Deba, 1958. Un hombre apodado ‘El inglés’ (Asier Etxeandia) y varios compañeros discuten el nombre de su banda. “¿Qué os parece ATA, Aberria eta askatasuna?”. “Ata’ en euskera significa ‘pato’, no podemos llamarnos ‘pato”. “¿ITA, Iraultza eta askatasuna?”. “Suena a IRA, los irlandeses pensarán que les copiamos”. “¿Y Euskal alderdi iraultzailea?”. “Mucha vocal junta”. “¿Pero qué somos, gudaris o lingüistas?”. “Euskadi ta askatasuna, acrónimo ETA”, propone entonces uno de ellos.

Esta escena pertenece al segundo episodio de La línea invisible y está totalmente documentada, nos asegura Mariano Barroso, director de la nueva producción de Movistar+ sobre el origen de la banda terrorista que se estrena hoy en la plataforma.

https://www.youtube.com/embed/Flyozj7C-BI“Lo que más nos costaba a la hora de hacer esa toma, y todas las tomas de la serie, era abstraernos de lo que luego fue ETA. Entonces no se sabía que iban a matar a cerca de 900 personas. La gente vivía en el mundo de las guerrillas africanas y latinoamericanas, el mundo del Mayo francés y las revueltas estudiantiles”, recuerda Barroso.

Un mundo, tal y como muestra la ficción, en el que ni siquiera el Jefe de la Brigada Político-Social de Guipúzcoa, Melitón Manzanas (Antonio de la Torre) se preocupaba de “un grupito inofensivo que hacía pintadas y ponía petardos”, cuenta: “El peligro eran los sindicalistas, los carlistas y los comunistas, no ETA”.

La línea invisible nos traslada a la Euskadi de los 60, al nacimiento de la organización terrorista, que pasaría en esos años de la lucha obrera a la armada. Lo hace a través de la historia de Txabi Etxebarrieta (Àlex Monner), miembro de la banda que el 7 de junio de 1968 mataría a la primera víctima de ETA, el agente gallego José Antonio Pardines (Xoán Fórneas). Pocas horas después, sería abatido por la Guardia Civil, convirtiéndose también en el primero en morir en la historia del grupo terrorista.

A Barroso, que no estaba familiarizado con Etxebarrieta, lo que más le atrajo del proyecto fue poder profundizar en la “idiosincrasia” del personaje: “Me intrigaba el proceso que podía llevarlo a acabar con la vida de alguien. Me interesaba ese viaje íntimo, motivado por una mezcla de situación social, componentes personales y expectativas del entorno. Fue una manera privilegiada de entender de primera mano algo que ha condicionado nuestras vidas durante tantas décadas”.

La ficción, lejos de optar por una aproximación casi documental a lo ocurrido, pone el foco sobre el protagonista, así como sobre el resto de personajes que lo acompañan, desde otros miembros de la banda (Anna Castillo, Patrick Criado, Joan Amargós) hasta ese inspector Manzanas que hemos mencionado antes, reflejo de “la represión, la tortura, la dictadura”, del sistema que creó al monstruo.

Pese a estar presente, para Barroso era fundamental alejarse de la visión política de esta historia: “La política está destinada a dar respuestas y el lenguaje dramático se nutre de preguntas. La línea invisible tiene más que ver con una tragedia shakespeariana, con un País Vasco escindido, dividido. Es una historia de amor imposible, Romeo y Julieta, dos familias que son incapaces de entenderse”.

Algo que le ha sorprendido al ahondar en el origen de la banda terrorista es que sigue siendo una herida que aún escuece en la sociedad actual. “Pensé que estaba todo más digerido –confiesa–, pero está todo el dolor a flor de piel y todavía hay mucho desencuentro. No deja de ser un material muy sensible, delicado y arriesgado”.

De ahí que el gran reto pasara por abordar esta trama “sin juzgar a los personajes, ni poner adjetivos a Txabi o Melitón”. “El reto era hacer la historia creíble –añade– de manera que pudiera emocionar. Trabajar desde la fragilidad de los protagonistas. Me gustaría que el espectador lamentara la muerte de unos y otros. Al final, ha habido dolor para todos”.

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