Fascismo, alienígenas y pederastia: 'Edelweiss' es el documental español más terrorífico del año

La serie de RTVE Play devuelve a la luz pública un caso que conmocionó a la España de los 80, arruinó las vidas de cientos de jóvenes y acabó en un crimen sangriento a plena luz del día. 
Imagen de la serie documental 'Edelweiss'.
Imagen de la serie documental 'Edelweiss'.
RTVE
Imagen de la serie documental 'Edelweiss'.

La historia de Edelweiss, la serie documental dirigida por Eulogio Romero que puede verse en RTVE Play, parece demasiado extravagante para ser verdad. Ahora, en 2021, cuesta creer que una secta en cuyo ideario se mezclaban el ultraderechismo y la ufología lograra hacerse pasar por un inofensivo grupo de acampada para niños. 

También espeluzna pensar que dicha secta pudiera encubrir durante una década, no ya el abuso sistemático de menores, sino también la prostitución de los mismos para obtener fondos. Y, por último, cuesta creer que las autoridades permitieran a una persona como Eduardo González Arenas, conocido como 'Eddie', acercarse a chicos menores de edad, tratándose de alguien identificado ya como un depredador sexual. 

Pero así fue. Durante más de diez años, 'Eddie' y sus socios captaron a sus víctimas mediante una mística desquiciada en la que se mezclaban la atracción fascista por la jerarquía y las promesas apocalípticas de redención en un planeta alienígena. 

Los cuatro capítulos de Edelweiss, disponibles gratuitamente en la web de la televisión pública, revelan cómo esta tragedia maduró durante más de 10 años hasta eclosionar en un proceso judicial sonadísimo. Y, como punto final, en un sangriento asesinato a plena luz del día en una calle de Ibiza. 

Si bien no hablamos de una serie perfecta (su puesta en escena abusa de un suspense forzado y tiende demasiado al melodrama), sí hablamos de una que merece ser vista, siempre que uno esté dispuesto a acabar con mal cuerpo. Y, aunque Edelweiss explique su historia a fondo y con abundancia de testigos, bien está dedicarle a esta unas líneas. Sobre todo, para que el espectador incauto sepa con qué se va a encontrar. 

Un monstruo carismático en el país del caos

Para entender una historia tan abracadabrante como la de Edelweiss, es importante recordar que la España del tardofranquismo y la Transición era un país muy raro. Rarísimo, de hecho. Un lugar en el que personajes dañinos como 'Eddie' podían actuar con relativa impunidad, siempre que tuvieran los contactos adecuados, y aprovechar para sus tropelías la incertidumbre provocada por el cambio de régimen, así como las modas apocalípticas que esta suscitaba. 

Nacido en una familia pudiente y bien relacionada, diagnosticado a temprana edad como psicótico y casado con Julia Báez Trujillo (nieta del sanguinario dictador dominicano), González Arenas fundó su primer grupo de escultismo juvenil en 1970, poco después de que su mujer le abandonase llevándose con ella a su único hijo. 

Eduardo González Arenas, 'Eddie', líder de la secta Edelweiss.
Eduardo González Arenas, 'Eddie', líder de la secta Edelweiss.
Cinemanía

Los 'Boinas Verdes de Edelweiss', nombre adoptado por el grupo un año después de su fundación, presentaron varias de las constantes que la secta mantendría durante sus sucesivas encarnaciones: estructura piramidal centrada en el carisma del líder, ideario paramilitar de extrema derecha y (lo más llamativo) una mitología inciática centrada en uno de los fenómenos más disparatados que sucedieron en la España de esa época. 

Porque, para justificar sus abusos, 'Eddie' se envolvió en la iconografía del 'caso Ummo', una presunta oleada de contactos alienígenas que llenó titulares a partir de 1966. Y que acabó revelándose como un bromazo ejecutado por los ufólogos Fernando Sesma y José Luis Jordán Peña, entre otros 'expertos'. Todo ello con la inestimable colaboración de la policía secreta del Franquismo.

Noticia sobre el 'caso Ummo' en el periódico 'El Caso'.
Noticia sobre el 'caso Ummo' en el periódico 'El Caso'.
Cinemanía

Si bien la presencia en España de los 'ummitas' (nativos de Ummo) era muy cuestionable a poco que se la mirara con escepticismo, y aunque las primeras aventura sectaria de 'Eddie' acabaran de mala manera (en 1978, el líder se declaró culpable de 40 casos de corrupción de menores, siendo condenado por el mismo delito en años sucesivos), esta engañifa perduró dentro de Edelweiss. 

Para los miembros del grupo, González Arenas era en realidad el príncipe Alain, llegado desde el planeta Delhais para salvar a sus elegidos de una inminente guerra nuclear en la Tierra. Y los miembros de llamada 'Guardia de Hierro' (un nombre tomado del movimiento fascista que operó en la Rumanía de entreguerras) se distinguían por llevar marcado a fuego el símbolo de Ummo bajo la axila izquierda. 

Un harén de niños-soldado

A lo largo de Edelweiss, testimonios como los del periodista Perfecto Conde y Carlos de los Ríos (uno de los secuaces de 'Eddie', que acabó declarando contra él en su último proceso) hacen que uno se admire de la capacidad del líder de la secta para sobrevivir a cualquier coyuntura. 

Así, pese a que sus diagnósticos psiquiátricos y su ficha penal le identificaban como alguien no apto para tratar con menores, González Arenas pudo refundar Edelweiss varias veces. Por otra parte, tras haber hecho profesión pública de su ideología (presentando a sus 'jabatos' en una vigilia en memoria de Francisco Franco el día de la muerte del dictador, por ejemplo), el líder de la secta se las apañó para arrimarse al PSOE tras la ascensión de este partido al poder en 1982. 

Imagen de la serie 'Edelweiss'.
Imagen de la serie 'Edelweiss'.
RTVE

Apoyándose en estas artes de camaleón, así como en la buena posición de su círculo interno (del cual formaba parte Ignacio de Miguel, hijo del sociólogo Amando de Miguel), 'Eddie' organizó una red de prostitución de chicos jóvenes con la que financiaba su secta. Algo que, inevitablemente, ha llevado a especulaciones sobre clientes en las altas esferas. 

Pero no bastaba con eso, ni tampoco con que 'Eddie' y sus socios violasen a sus pupilos en lugares como pensiones u hoteles. Tampoco era suficiente con la connivencia de familias que ignoraban la verdadera naturaleza de Edelweiss y pensaban que aquel grupo mantenía a sus hijos alejados de las malas compañías: una de las estratagemas más agudas del líder fue aprovechar el pánico a las drogas (especialmente la heroína) característico de la España de los 80 para ganarse a los padres de sus víctimas. 

El giro más delirante de Edelweiss, la serie, es la 'Operación Océano'. O, lo que es lo mismo, el plan de 'Eddie' para crear su propia fortaleza en América del Sur. Una vez instalados allí, los pupilos de Edelweiss sacarían partido de su adiestramiento paramilitar combatiendo como mercenarios a sueldo de guerrillas latinoamericanas de ultraderecha. Un plan tan terrorífico como descabellado que, por suerte, no llegó a término. 

Un juicio y un asesinato

En noviembre de 1984, tras recibir múltiples denuncias, la policía desarticuló Edelweiss. En diciembre de ese mismo año, Eduardo González Arenas fue detenido en Lisboa. Tanto la prensa mainstream como la sensacionalista (con la revista Interviú a la cabeza) se cebaron en el truculento caso, algo que se repetiría en 1991, cuando este llegó por fin a los tribunales. 

La abogada y político Cristina Almeida, que intervino en el juicio, recuerda en la serie lo dañino que fue este para las psiques de las víctimas de 'Eddie', obligadas a rememorar los abusos sufridos durante su infancia ante una sala llena de letrados, público y prensa. Los testimonios de dichas víctimas en el último capítulo de Edelweiss hablan de autoestimas quebradas para siempre y de vidas arruinadas por la experiencia. 

Imagen de la serie 'Edelweiss'.
Imagen de la serie 'Edelweiss'.
RTVE

Los 10 acusados en dicho juicio fueron declarados culpables de corrupción de menores. González Arenas, en concreto, fue condenado a 164 años de cárcel, de los que solo cumplió seis en la prisión de Ibiza. Haciendo gala una vez más de su instinto de supervivencia, 'Eddie' se reveló como un recluso modelo. Incluso obtuvo el segundo premio en un concurso de relatos organizado por Instituciones Penitenciarias, firmando su texto con el seudónimo 'Hamelin'.  

Aún faltaba, sin embargo, un epílogo para esta historia. Porque en 1998, tras haberse establecido en Ibiza como empresario y organizado un nuevo grupo paramilitar (los 'Doberman'), Eduardo González Arenas fue degollado con un cuchillo jamonero en una cafetería de Santa Eulàlia. Su asesino fue el joven Juan Martín García, que también testifica en la serie: un año antes, este antiguo pupilo de 'Eddie' le había denunciado por abusos sexuales. 

Titular de prensa sobre el asesinato de 'Eddie', líder de la secta Edelweiss.
Titular de prensa sobre el asesinato de 'Eddie', líder de la secta Edelweiss.
Cinemanía

Por increíble que parezca, esta es la historia que narra Edelweiss. Ante ella, uno puede reaccionar de muchas formas: mostrándose incrédulo ante la impunidad con la que 'Eddie' pudo actuar durante todos aquellos años, por ejemplo, o pasmarse acerca de cómo la prensa prefirió dar rienda suelta a su homofobia en textos y titulares antes que mostrar compasión por las víctimas. 

Pero tal vez lo más indicado sea, desde el respeto por dichas víctimas, fijarse en cómo estas monstruosidades surgen amparadas por la atracción humana hacia las ideologías autoritarias. Es cierto que los crímenes de 'Eddie' y su secta ocurrieron en un contexto muy determinado, pero también es cierto que cada generación incuba sus propios monstruos. 

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