'El señor de los anillos: Los anillos de poder' - ¿Quién es el hermano de Galadriel?

Contiene SPOILERS de 'El señor de los anillos: Los anillos de poder'

Como ya sabemos, El señor de los anillos: Los anillos de poder no puede recurrir a muchas de las obras de J. R. R. Tolkien, por cuestiones de derechos Pero eso no quiere decir que los showrunners Patrick McKay y John D. Payne se hayan privado de incluir alusiones a las mismas en su serie para Prime Video.

Sin ir más lejos, nada más empezar el show podemos sentir mucha curiosidad hacia ese hermano (interpretado por Will Fletcher) cuya muerte hace de una adorable niña elfa la guerrera más cañera y menos razonable de la Tierra Media. ¿De quién se trata? Y ¿cuál es su historia?

Una visita rápida a la página de la serie en IMDB nos indica que el nombre del personaje es Finrod. Lo cual nos permite diferenciarlo de los otros hermanos de la señora de Lothlorien (Orodeth, Angrod y Aegnor, por si alguien está interesado) y reconocerle como el protagonista de una de las historias más entrañables y trágicas a la vez del cosmos tolkieniano. 

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Para empezar, eso nos obliga a meternos en esos temas de familias y genealogías que tanto le gustaban a Tolkien. Porque tanto Galadriel como Finrod pertenecen a la realeza del clan élfico de los Noldor: su padre era el príncipe Finarfin y su abuelo era el rey Finwë, líder del clan en el reino de Valinor. Debido a ello, su tío fue Fëanor, probablemente el elfo con más ego y menos luces que ha conocido el mundo de Arda (muy bueno con la artesanía, eso sí).

Tras haber forjado los silmarils, joyas místicas de inmenso poder, Fëanor sufrió una dura pérdida: Melkor, también llamado Morgoth, el equivalente a Satán en la Tierra Media, mató a su padre Finwë y le robó las alhajas. El orfebre y guerrero movilizó a su familia para vengarse y recuperar los silmarils, haciéndoles pronunciar el trágicamente famoso juramento de Fëanor. 

Describir las consecuencias de dicho juramento nos llevaría un artículo entero, así que dejémoslo en que este no solo provocó el éxodo de los elfos del reino de Valinor y una guerra civil (que tuvo su comienzo con la masacre de Alqualondë, un sangriento conflicto por quítame allá unos barcos), sino que también hizo que los Valar (los dioses, a grandes rasgos), maldijeran a todo su linaje: jamás podrían volver a su tierra natal, y sus largas vidas serían una sucesión de desgracias sin cuento. 

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Aunque participaron en esta rebelión, Galadriel, Finrod y el resto de su parentela averiguaron rápido que seguir al majara de su tío no salía a cuenta. Finrod, en especial, había tenido que pagar un alto precio, ya que su amada Amarië no había podido marcharse de Valinor junto a él. Había llegado el momento de decirle a Fëanor que se dejara de juramentos y masacres y espabilara un poco. 

Fëanor, como era de esperar, se tomó mal esta disputa familiar y les dejó tirados. A resultas de lo cual, no tuvieron otra opción que cruzar el  glaciar de Helcaraxë ("Hielo Crujiente") en un penoso viaje durante el cual se perdieron muchas vidas, y que marcaría a los hermanos (sobre todo, a Galadriel) para siempre. 

De este modo, mientras sus parientes caían uno tras otro en la guerra contra Melkor, Galadriel y Finrod siguieron adelante con sus vidas en lo posible. De hecho, en los siglos posteriores, Finrod demostró una habilidad casi sobrenatural para llevarse bien con todo el mundo. Podemos decir, sin exagerar, que se trata de uno de los personajes más majos que jamás hollaron la Tierra Media. 

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Gracias a su buen rollo con los enanos de las Montañas Azules, para empezar, Finrod fundó Nagorthrond, un paradisíaco reino subterráneo. A cambio de su ayuda, el príncipe elfo entregó a los mineros gemas de belleza prodigiosa, y ellos, para no ser menos, le hicieron donación de Nauglamír, un collar que no solo era ligero como una hebra de hilo, sino que también multiplicaba la belleza de su portador o portadora. 

A resultas de esta buena relación, por último, Finrod recibió el apodo con el que pasaría a la historia: "Felagund", "el excavador de cavernas". Un título, que tratándose de los enanos, resulta inmensamente honorable. 

Instalado ya en su reino subterráneo, Finrod Felagund probó su habilidad para las relaciones públicas haciéndose amigo de otra especie recién aparecida en la Tierra Media: los humanos. Tras encontrarse con ellos, les enseñó el idioma élfico y el arte de la música, fundando la ciudad de Minas Tirith y entablando una bonita amistad con el rey Barahir. Cuando este le salvó la vida durante una batalla, Finrod le entregó como agradecimiento cierto anillo que, muchos milenios más tarde, acabaría llegando a manos de un tal Aragorn.

Asimismo, Finrod también le echó una mano a Beren, el hijo de Barahir, cuando este recibió un encargo tirando a complicado: a fin de poder casarse con su amada, la elfa Luthien, el joven humano debía descender al inframundo y robar el silmaril (gracias una vez más, tío Fëanor...) que Morgoth había colocado como adorno en su corona de hierro. 

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Acompañado solo por unos pocos leales, Finrod se unió a Beren en su misión. Algo que habría de costarle muy caro: Sauron, por entonces un mero esbirro de Morgoth, capturó a la compañía y trató de hacerles revelar sus secretos mediante el expeditivo sistema de enviar a un licántropo a su celda para que se los comiera, uno por uno. 

Cuando la bestia lobuna estaba a punto de merendarse a Beren, Finrod sacó fuerzas de flaqueza y logró derrotarla en combate singular pese a estar desarmado, salvándole así la vida a su amigo. El príncipe elfo acabó muriendo de sus heridas, sin embargo, y Beren permaneció cautivo. Finalmente habría de ser Luthien quien le rescatara, humillando a Sauron en el proceso, pero esa es otra historia. 

El destino final de Finrod fue, pues, trágico, pero los Valar se las apañaron para recompensarle pese a todo. Nuestro héroe no se había unido al juramento de Fëanor, de modo que los dioses de la Tierra Media aprovecharon ese resquicio legal para permitir que se reencarnara en Valinor, donde se encontró de nuevo con su ex Amarië. Allí, por raro que parezca, ambos retomaron su relación y fueron felices para siempre. 

De este modo, mientras Los anillos de poder nos muestra a una Galadriel eternamente encabronada por la trágica muerte de su hermano, la historia de este (que, además de en El silmarillion, puede leerse otros textos publicados tras la muerte de Tolkien) nos lo muestra como uno de los pocos elfos que supieron sobreponerse a los defectos fatales de su especie: el rencor y el orgullo. 

¿Podrá Los anillos de poder hablarnos en un futuro de las hazañas de Finrod? ¿Descubrirá algún día Galadriel que su hermano es ahora feliz junto a Amarië en esas Tierras Imperecederas que ella no tiene malditas las ganas de pisar? Eso, de momento, solo lo saben los showrunners… y los abogados de Prime Video. 

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