En pleno apogeo de las redes sociales y las influencers, la tiranía de la belleza se acusa especialmente en las mujeres obligadas a seguir unos cánones impuestos por la sociedad, con el fin de evitar la exclusión y el sentimiento de invisibilidad ante el resto. Una dictadura que no entiende de generaciones y prosigue postergando el nefasto legado que sufrió un boom en los años 70 y 80, con la explosión de los productos milagro en la teletienda.
Este viaje al pasado, que no ha cambiado demasiado, es la base del episodio La apariencia, que forma parte de la antología de El gabinete de las curiosidades de Guillermo del Toro. La cineasta Ana Lily Amirpour imprime su sello personal, al plasmar las vivencias de la mujeres que llevan décadas pugnando por encontrar el papel que les corresponde en el mundo.
La directora de Una chica vuelve a casa sola de noche denuncia a la industria de la cosmética y sus productos milagro, promocionados en los medios de masas y promovidos hasta la extenuación por el boca a boca, entre amigas cercanas o compañeras de trabajo. Una denuncia pública para la que sitúa a la extravagante Stacey (Kate Micucci), una amante de la taxidermia, el cine de terror y los villancicos, ante una imagen de sí misma que odia y necesita transformar a través de la crema Alo Glow, que le causa una terrible urticaria.
Una necesidad incesante de alcanzar un ideal de belleza para encajar, que causa que se pierda a sí misma por el camino y olvide el daño que ejerce hacia los suyos e incluso hacia su propio cuerpo. Una muda de piel a través de los gurús de la belleza, la teletienda y los productos de cosmética fraudulentos, que, sin embargo, no logra cambiar los sentimientos más profundos de la protagonista.
En este episodio, Ana Lily Amirpour nos traslada a las Pascuas, la época en el que el espíritu navideño invade a los personajes e invita a que nuestra existencia cambie con la entrada en un año nuevo, incitándonos a apuntarnos al gimnasio o dejar de fumar. Un espejismo en una vida que continúa siendo exactamente la misma.
Inspirado en un relato de la autora de cómics canadiense Emily Carroll, La apariencia se presenta como uno de los capítulos de la antología con un mensaje más potente y complejo, visibilizando la realidad deformada por la industria de la belleza y plasmada en su apartado visual.
El uso de planos holandeses o aberrantes a lo largo del metraje supone un atisbo de una realidad que muchas veces creemos verídica y realmente no lo es. Un tributo también a El gabinete del doctor Caligari (1920), como máximo exponente de estos planos e hilo conductor para la nueva creación de Guillermo del Toro.
Así, La apariencia se presenta como una dura crítica a la industria cosmética, que se lucra especialmente de los complejos de las féminas y que conocíamos en profundidad en docuseries como Not so pretty. Una producción reciente que cuestiona los métodos utilizados para la fabricación de cremas y otros productos, así como la falta de regularización de sus químicos y la compra masiva de componentes tóxicos.
Ingredientes, en muchos casos, dañinos para la salud de los consumidores, que han puesto en el ojo del huracán a esta industria señalada también por el espionaje industrial y la competitividad feroz entre marcas, que mueven millones y millones de euros anualmente. Ahora, es hora de incidir en la salud mental y no tanto en las transformaciones físicas, explorando el verdadero punto para erradicar los miedos ocultos de las personas.
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