‘El caso Alcàsser’: lo que cuenta de Antonio Anglés y Miguel Ricart

Un volante médico encontrado en las inmediaciones del crimen llevó a la policía al domicilio del principal sospechoso, todavía hoy desaparecido
‘El caso Alcàsser’: lo que cuenta de Antonio Anglés y Miguel Ricart
‘El caso Alcàsser’: lo que cuenta de Antonio Anglés y Miguel Ricart
‘El caso Alcàsser’: lo que cuenta de Antonio Anglés y Miguel Ricart

‘El caso Alcàsser’ continúa en boca de (casi) todos. La docuserie de Netflix, que bucea en el origen de la prensa amarillista española, ha revivido este dramático suceso, que conmocionó a la totalidad de la sociedad.

El trato informativo que recibió el caso, la figura de periodistas como Nieves Herrero o el impacto que generó en todo el país son algunas de las principales claves del documental, pero no las únicas. Otros de los nombres propios en El caso Alcàsser son los de Antonio AnglésMiguel Ricart, con los que Míriam, Toñi y Desireé tuvieron la triste suerte de cruzarse mientras hacían autostop para ir a la discoteca Coloor, en Picassent.

A la figura de este último se dedica el cuarto capítulo del documental, titulado El juicio. Ricart se sienta en el banquillo acusado de participar en la desaparición, violación y asesinato de las tres niñas.

Un volante médico, situado en un lugar muy próximo a donde se encontraron los cuerpos de Miriam, Toñi y Desirée, sirvió como punto de partida en la investigación. El documento contenía el nombre de Enrique Anglés, el hermano esquizofrénico de Antonio. Los agentes fueron a su domicilio en su búsqueda y lo detuvieron, dejándolo en libertad al descubrir que su hermano se hacía pasar por él en las visitas médicas. Para entonces, Antonio se había fugado, según cuenta su hermana, descolgándose por la ventana con la ayuda de una cuerda hecha con sábanas. Tras perderse su pista en Dublín, todavía hoy continúa desaparecido.

No es el único dato escalofriante que aporta en el primer episodio de El caso Alcàsser su hermana, Kelly Anglés. Escondida tras unas gafas de sol y una peluca, describe a Antonio Anglés como un ser peligroso y cruel que agredía a sus hermanos y a su madre. Sus antecedentes confirman tales acusaciones. En la fatídica fecha en la que desaparecieron las niñas, el fugado debería haber estado en la cárcel, donde cumplía condena por tráfico de drogas, secuestro y agresión –había encadenado a su exnovia por robarle heroína–, pero había incumplido la fecha de regreso del permiso penitenciario que se le había concedido.

El que sí fue detenido en el domicilio de los Anglés fue Miguel Ricart, alias 'El Rubio', cómplice de Antonio en numerosos atracos y al que la policía llega a describir como "sometido al fugado". Tras 49 sesiones el tribunal lo condenó a 170 años de prisión, pero fue excarcelado en 2013 tras la derogación de la Doctrina Parot. Desde entonces, también está en paradero desconocido.

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