Somos balleneros (y psicópatas): Colin Farrell y Jack O'Connell cruzan el Ártico en 'La sangre helada'

Un barco ballenero del siglo XIX no parece un escenario que relacionarías directamente con el cineasta inglés Andrew Haigh, responsable de películas tan delicadas y con las emociones a flor de piel como Weekend (2011), 45 años (2015) o Lean o Pete (2017). Sin embargo, allí es donde se desarrolla La sangre helada, su adaptación de la novela homónima de Ian McGuire (muy alabada por Martin Amis) que puede verse al completo en Movistar+ a la carta tras la emisión de su último capítulo en Movistar+ Estrenos hoy a las 22.00h.

Colin Farrell protagoniza La sangre helada como el arponero Henry Drax, un marinero de semblante barbudo y carácter frío que trabaja en el barco ballenero Volunteer. A la misma nave llega un joven cirujano recién regresado de la guerra en la India, Patrick Summer (encarnado por Jack O'Connell, uno de los mejores actores británicos emergentes de los últimos años –Starred Up, '71, Godless–), que se alista como médico de la tripulación. 

Cuando el ballenero zarpa del puerto Yorkshire para iniciar una travesía a través de las heladas aguas del Ártico, queda claro que no es el mejor lugar para enfrentarse en soledad a las inclemencias de la naturaleza más hostil, así que ambos personajes y el resto de la tripulación del capitán Arthur Brownlee (atención a otro papelón del gran Stephen Graham) tendrán que apañárselas para sobrevivir sin que les consuma la sospecha porque hay un asesino psicópata a bordo.

Así, entre bloques de tensión y paredes infranqueables de hielo, se desarrolla La sangre helada a lo largo de cinco capítulos escritos y dirigidos por Haigh. El creador de la serie Looking se sintió inmediatamente atraído por esta historia cuando leyó la novela ("Los protagonistas no son exploradores ni oficiales de navío, sino obreros puros y duros que trabajan en una suerte de fábrica flotante", explica) y decidió que quería filmarla en escenarios naturales del Ártico.

Rodando sobre el hielo

La mayor parte de La sangre helada se rodó en el archipiélago noruego de Svalbard, en el océano Glacial Ártico. El equipo de Haigh se desplazó durante tres semanas a 81 grados al norte, hasta el que se considera el punto más septentrional al que nunca antes se había llevado un rodaje. El barco que hace las veces del Volunteer también es una recreación real de un ballenero del siglo XIX llevada físicamente al Ártico por la producción del filme.

"No fue una experiencia fácil, por supuesto", cuenta el director. "A veces teníamos que parar de rodar y refugiarnos porque aparecía una familia de osos polares. Había miembros del equipo con rifles a nuestro alrededor para espantarlos. También podían venir lobos, o el hielo cuartearse a nuestro alrededor y hacernos saltar de un bloque a otro hasta poder ponernos a salvo en el barco".

"Era como si estuviéramos rodando en otro planeta", concluye Haigh, que además de Farrell, O'Connell y Graham también contó con un par de veteranos intérpretes de renombre, viejos conocidos de su filmografía: Tom Courtenay y Peter Mullan. "En una producción de este estilo, que no se limita a un género (es un drama histórico, un thriller, un relato de aventuras necesitas que los actores protagonistas sean increíbles, pero también unos secundarios perfectos. Es lo que eleva la serie hasta hacerla muy especial".

Por supuesto, Colin Farrell como el rudo y peligroso Drax es quien más destaca. El actor irlandés tuvo que entrenar duro para su transformación física como arponero. "Drax es una bestia parda. No se trata de tener muchos músculos o ser muy fuerte: simplemente es un animal", explica el director. "Colin pasó mucho tiempo entrenando y comiendo hasta convertirse en él".

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