[ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS DE CABALLERO LUNA 1x06]
Tras cinco episodios en los que Caballero Luna ha presentado a su protagonista y ahondado en su personalidad múltiple entre pirámides y psiquiátricos, Disney+ ha estrenado Dioses y monstruos, el sexto y último capítulo de la ficción protagonizada por Oscar Isaac, dando rienda suelta a la esperada batalla entre deidades egipcias.
La trama nos traslada de vuelta a El Cairo, donde, tras disparar a Marc Spector (Isaac), Arthur Harrow (Ethan Hawke) recupera la estatua que contiene a Ammit para resucitar a la diosa y así acabar con todo aquel que vaya a cometer un pecado. Poco imagina el villano que Layla (May Calamawy) le sigue la pista. Además, la joven no está sola pues la diosa hipopótama Tueris se comunica con ella para advertirle de que debe liberar a Khonshu rompiendo su ushebti.
En la Gran Pirámide de Guiza, Harrow se deshace de los avatares del resto de dioses y desata a Ammit, quien lo elige como encarnación terrestre pese a su desequilibrada balanza. No muy lejos de esa sala, Layla libera a Khonshu, pero se niega a ser su avatar por mucho que el dios de la luna insista en que es necesario para acabar con Ammit. A este le toca enfrentar solo a Ammit antes de que ella y sus discípulos "purifiquen" las almas de El Cairo.
En el campo de juncos, Marc encuentra por fin la tranquilidad, pero no puede dejar a Steven en el Duat y regresa a por él. Así, tras un emotivo discurso en el que Spector agradece a su álter ego de piedra que lo salvara de niño y reconozca que es su superpoder, ambos cobran vida y consiguen cruzar la puerta al mundo de los vivos.
Guerra de dioses
Todo nos ha traído hasta aquí: las luchas internas de Marc/Steven, el duelo de Layla, el ego de Harrow, las peores intenciones de los dioses. Todo para llegar a este momento en el que Khonshu debe evitar que Ammit masacre a la ciudadanía. Sin embargo, para contar con la ayuda de Marc debe primero prometerle su liberación y la de Steven cuando acabe la guerra.
Entre tanto, Layla descubre cómo acabar con Ammit: deben encerrarla en un cuerpo en la cámara de la Gran Pirámide de Guiza, pero para ello necesitan más avatares. Así, esta cede y se convierte en el avatar provisional de Tueris, quien, además de darle un vistoso traje con alas, le desvela que llevó a su padre al campo de juncos.
Este sexto episodio sirve como catarsis, con los protagonistas reconciliándose con sus traumas del pasado, ganando esas luchas internas. Pero fuera hay otra guerra que se está gestando y pronto Harrow empieza a juzgar a los habitantes de El Cairo y a alimentar a Ammit con las almas de los futuros pecadores.
Las calles de la capital egipcia se convierten en el escenario de la pelea cuerpo a cuerpo entre Harrow y sus hombres, y Steven, Marc y Layla. Mohamed Diab, haciendo diabluras con la cámara, juega constantemente con la dualidad del protagonista y los respectivos trajes de Marc y Steven, así como con los diferentes cachivaches que usan para pelear. El momento más empoderador lo protagoniza Layla: después de salvar a una joven, esta le pregunta si es una superheroína egipcia, a lo que ella responde que sí.
¿Qué ha pasado aquí?
Pese a la fuerza sobrehumana de los protagonistas, el bastón de Harrow puede más y pronto inmoviliza a Marc. No muy lejos de allí, Ammit hace lo propio con Khonshu. Sin embargo, el protagonista pierde el conocimiento y al volver en sí el escenario ha cambiado: los discípulos de Harrow están tendidos en el suelo y su líder yace inconsciente junto a Spector. Si ni Marc ni Steven han sido los causantes de la masacre, ¿entonces quién?
Marc y Layla llevan a Harrow a la cámara de la Gran Pirámide de Guiza y, a través de un hechizo, consiguen encerrar en el cuerpo del villano a Ammit. Pese a la insistencia de Khonshu, Marc decide no matar a Harrow y exige su libertad y la de Steven al dios de la luna, que no tiene más remedio que concedérsela.
En los últimos minutos, la ficción nos traslada al psiquiátrico, que no es sino el subconsciente de Marc. Pronto se da cuenta y despierta en su cuarto, acompañado por la sintonía A Man Without Love, de Engelbert Humperdinck. Se levanta de la cama y se tropieza estrepitosamente al tener el pie atado a la pata del mueble, como ocurría en el primer episodio de la ficción.
Sin embargo, Caballero Luna esconde una escena postcréditos que explica muchas cosas. En ella, vemos a Harrow en una silla de rudas en lo que parece un hospital. Alguien pregunta por él en español y se lo lleva, arrastrando su silla de ruedas por los pasillos. Vemos un cadáver justo antes de que este misterioso hombre de negro saque a Arthur a la calle y lo meta en una limusina.
Bienvenido a la fiesta, Jake
Dentro, lo espera Khonshu, que revela entonces su as en la manga... Aunque ha liberado a Marc y Steven, hay otra personalidad del protagonista que sigue prestándole sus servicios: Jake Lockley. Se abre entonces la ventana que conecta con el asiento del conductor y conocemos a la tercera personalidad de Marc, que dispara sin piedad a Harrow.
La ficción ya había dejado entrever en episodios anteriores que el personaje principal escondía un tercer álter ego especialmente sanguinario y violento. Se trata de un viejo conocido de los fans de los cómics, un taxista que permite a Marc estar al tanto de la criminalidad en las calles. También es la personalidad más severa y letal al no sentir culpa por sus actos.
Caballero Luna se despide dejando las puertas abiertas al regreso de Marc/Steven/Jake al MCU. Pese a que la serie se ha desligado como ningún proyecto de Marvel Studios del mundo vengador, es muy probable que pronto nos reencontremos con Isaac lidiando con dioses lunares y personalidades sanguinarias. Al fin y al cabo, esto es Marvel.
En cuanto a la ficción, su gran acierto ha sido que funciona como miniserie con identidad propia. Cuando más brilla es cuando bebe del cine de aventuras, cuando abraza su esencia La momia o Indiana Jones y se permite jugar con la mitología egipcia y las trampas en pirámides malditas.
Pese a pecar de ritmo irregular y fallar con un villano demasiado plano, Caballero Luna ha sabido diferenciarse gracias a las virguerías tras las cámaras de Diab y un Oscar Isaac desatado, multiplicado y desinhibido, saltando constantemente de la acción a la comedia y de la comedia al drama. Veremos si pronto se suma al MCU con la brutalidad de Jake Lockley.
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