Entrevista | Antonio Resines: "Debemos recuperar los cines; es donde hacen dinero las películas"

El actor deja atrás su delicada hospitalización por covid y protagoniza la serie 'Sentimos las molestias' (Movistar Plus+).
Antonio Resines en 'Sentimos las molestias'
Antonio Resines en 'Sentimos las molestias'
Cinemanía
Antonio Resines en 'Sentimos las molestias'

Varias generaciones de españoles han disfrutado y siguen haciéndolo de los icónicos personajes del actor Antonio Resines, quien a sus 67 años es uno de los rostros más conocidos de la pequeña y la gran pantalla, y hace poco estrenaba una comedia sobre la amistad y el desencanto de la vejez titulada Sentimos las molestias. 

Tras rodar la serie, irónicamente, el de Torrelavega vivió en carne propia esa fragilidad ligada a la senectud de la que habla la ficción de Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero cuando se vio obligado a pasar treinta y seis días en la UCI por coronavirus. Por suerte para él, aquella pesadilla terminó y ya ha podido retomar su vida pública y sus proyectos. 

Aprovechando la ocasión, CINEMANÍA ha charlado con el actor cántabro sobre la serie de Movistar Plus+, su talento para la comedia y sus ganas de seguir dando guerra.

Tráiler de 'Sentimos las molestias'

En Sentimos las molestias interpretas a un tipo egocéntrico y soberbio. ¿Dirías que cuesta enterrar el ego?

Sí, él está enamorado de sí mismo, aunque es verdad que [Rafael] Müller es un director de orquesta bueno y reconocido, y que los de la música y la dirección de orquesta son mundos complicados. El ego es algo que todos tenemos, aunque él lo manifiesta de forma un poco excesiva. 

Hay mucha gente parecida a él. Vamos, yo conozco a unos cuantos y a unas cuantas, aunque no te voy a dar los nombres porque eso sería motivo de querella. Algunos de ellos son muy buenos, pero creo que es de mala educación decirle a la gente que eres superior a ella. Müller no se corta en ello, y la verdad es que podría ser un poquito más educado. De hecho, eso le lleva a meterse en líos en los que no se metería si fuese tan inteligente como él cree que es.

Como muchos hombres de su generación, tu personaje ha sido víctima de una masculinidad frágil y tóxica. ¿Te identificas con él en ese sentido?

No, no, yo procuro no molestar, pero sí es verdad que es así. Eso tiene mucho que ver con un tipo de educación que hemos recibido la gente de una edad. Es algo que tiene mucho que ver con la época de Franco y ese tipo de historias y también, en parte, con la religión, que era una cosa obsesiva y donde se planteaba que el hombre era superior a la mujer. Siempre queda un poso de eso, aunque procuramos que no se note mucho. En el personaje de Müller es algo muy evidente.

Müller comparte protagonismo con una vieja gloria de la música. ¿Cuánto rock and roll tienes tú aún en el cuerpo?

Mucho. Me he recuperado de forma bastante decente [de mi hospitalización por covid], aunque no sé muy bien a qué achacarlo. Me da la impresión de que algo queda en la gente que en una época de su vida ha hecho deporte más o menos en serio. Esto no es nada científico, claro, pero sí es algo que pienso para explicarme cómo pasé de ser un puto guiñapo cuando me levanté de la UCI y me bajaron a planta, a poder andar casi sin muletas en cuestión de un mes. 

Yo pienso seguir dando guerra, aunque ahora mismo me conviene un tiempo más de recuperación y yo diría que estoy al noventa y tantos por cien. Con dar guerra me refiero a trabajar. Este es un oficio que sí es exigente físicamente, porque hay que madrugar, tienes que estar mucho tiempo de pie y moviéndote... así que tienes que estar en un estado de forma decente.

¿Cuál dirías que es el estado de salud del cine español?

Ahí siempre hay dos partes, la creativa y la industrial. Industrialmente lo veo flojísimo, pero como todo el resto del cine. Las plataformas han hecho mucho para que se siga rodando pero, en cuanto a distribución y exhibición, estamos en una situación muy preocupante. No tengo aquí los datos pero, incluso con los grandes éxitos americanos, la recaudación ha bajado del cincuenta por ciento. 

El primer objetivo es recuperar los cines porque, mientras no se demuestre lo contrario, donde hacen dinero las películas es en taquilla. Habrá que hacer algún tipo de campaña o algo para que la gente vuelva a ir al cine. Luego, creativamente hablando, creo que no hay problema. Siempre habrá películas muy buenas, buenas, malas y regulares, así que eso no me preocupa demasiado.

Siempre has reconocido que hacer comedia te exige menos esfuerzo. ¿Lo tuyo es un talento innato o aprendido?

Lo que yo creo es que he tenido suerte porque casi todo lo que me han escrito han sido guiones de comedia, y yo me he adaptado bastante bien a ellos. Además, en algunos casos, aunque no en todos, se trataba de buenas historias, y creo que le he sabido sacar provecho a esas historias que no eran mías. 

La comedia es un género complicado. Imagino que algo habría antes, o que yo tendría cierta vis cómica o cierta forma de hablar, aunque nunca he sido el gracioso de las reuniones ni nada de eso. Además, yo tampoco tenía la idea de ser actor ni dedicarme a esto. Era muy joven cuando empecé, tenía veintitantos. Luego, evidentemente, fui aprendiendo y me fui fijando más en cómo se hacían este tipo de cosas. 

Creo que esa mezcla de ingenuidad y de no creértelo mucho, unido a que te vayan saliendo cosas y tengas suerte, es lo que ha producido que yo me maneje en ese género con cierta facilidad. Pero es algo que depende mucho de las historias. Por mucho que tú hagas gracia con algo, si tienes un mal guion o un mal chiste, eso no lo salva ni el tato.

¿Sientes que el miedo te ha atado a menudo a la zona de confort?

Puede ser, sí. Más que el miedo, el esfuerzo que tendría que hacer. Hay cosas que a mí me cuesta mucho creerme, aunque luego ha habido ocasiones en las que me han convencido y los resultados han sido buenos. Pero hay determinadas cosas que yo no estoy cómodo haciendo, o que creo que no puedo hacer decentemente. Yo diría que se trata de ser bastante realista, aunque los riesgos también están muy bien.

Antonio Resines en 'La buena estrella'
Antonio Resines en 'La buena estrella'
Cinemanía

Así es. De hecho, aquel papel dramático en La buena estrella (1997) te valió un Goya…

Sí, pero a Ricardo [Franco] le costó bastante convencerme. Yo leía el guion y decía: ‘Esto yo no lo sé hacer’. A base de persuasión y de ensayos, lo hice y estoy contentísimo con el resultado. No me arrepiento para nada pero, en otras circunstancias, probablemente hubiera dicho que no. Lo que pasó esa vez es que me encontré con Ricardo, que era aún más burro que yo y me convenció. Tuvimos suerte y salió bien la jugada. A lo mejor él me veía con más posibilidades de las que me veía yo a mí mismo y, evidentemente, tenía razón él.

Cuentas que el director Emilio Martínez Lázaro te dijo una vez: “Lo bueno de ti es que no eres ni alto ni bajo, ni guapo ni feo, ni gordo ni delgado”. ¿Te gustó el cumplido?

Hombre… [risas]. Tenía que haberle contestado: ‘Pues tú sí que eres feo, cabrón’. Él se refería ahí a los papeles que yo podía interpretar, y a que eso me daba un margen amplísimo de las cosas que podía hacer. Sí es verdad que yo respondo un poco a esas características, y lo cierto es que no me puedo quejar porque gracias a eso me llaman a mí para hacer de los tipos normales de las historias.

La serie Los Serrano ha vuelto a convertirse en un fenómeno entre los chavales. ¿Te paran mucho por la calle ahora?

Sí, y es algo que yo les agradezco mucho. Igual es por la voz, pero me reconocen rápidamente, y les gusta. Date cuenta de que toda la parte externa de la serie (los ordenadores, los móviles, los coches...) ha cambiado una barbaridad, pero a ellos eso les da exactamente igual. Yo la he visto con algún crío de diez o doce años, y se lo pasaba de puta madre el tío. 

La verdad es que Los Serrano estaba bien, era una buena comedia. A los críos les gusta mucho eso de la familia, y el ver crecer a los niños. Es algo que, asombrosamente, sigue funcionando, así que algo tendrá.

Antonio Resines en 'Los Serrano'
Antonio Resines en 'Los Serrano'
Cinemanía

Creo que vas a debutar como profesor, en un curso online de motivación y desarrollo personal. ¿Eres culo inquieto?

Un poco, sí. Hago de conductor del curso, pero no voy a estar dando clases presencialmente. Son vídeos grabados que entran dentro de un espectáculo. Son de esas cosas que te proponen y que, si te parece bien y puedes, las haces. Hay varias cosas que voy a hacer dentro de poco y que parten de mí, o de gente muy cercana a mí. Son cosas que se nos ocurren y que a veces salen y otras veces no.

Uno de esos proyectos que mencionas consiste en protagonizar una serie (Serrines, madera de actor) en la que darás vida a un actor que quiere hacer teatro clásico para ganar prestigio. ¿Quién de los dos es más famoso y rico?

Él, él. Yo soy famoso, pero no soy rico. Este es famoso y rico, pero le falta un hervor. Él empieza por el teatro clásico, con clásicos españoles, y luego, directamente, se pasa ya a las superproducciones. Es un hombre insaciable, capaz de cualquier cosa con tal de que la gente le respete como actor. No te puedo contar mucho más, porque sería avanzarlo, pero va por ahí la cosa.

¿Reírse de uno mismo te parece una buena terapia entonces?

Buenísima. Si mucha gente en la que estamos pensando todos ahora, incluidos tú y yo, se riera más de sí misma y no se tomase tan en serio, nos iría mejor a todos. Normalmente, coincide con gente con mando en plaza, y no es nada malo reconocer que todos la cagamos de vez en cuando, e intentar hacerlo mejor la siguiente vez. 

Incluso, dimitir de vez en cuando no es malo. No pasa nada, te retiras durante una temporada y luego vuelves con más fuerza. O bien te dedicas a otra cosa. En ese sentido, los actores somos bastante críticos con nosotros mismos, y tenemos esa capacidad de reírnos de nosotros mismos. Como muchas veces hacemos el ridículo, estamos ya acostumbrados.

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