En su obra teórica, Paul Virilio plantea la pérdida de las capacidades perceptivas del ser humano bajo la influencia de la tecnología, en continuo proceso de un acelerado desarrollo. Su trabajo analiza, en pocas palabras, cómo esta aceleración ha afectado al mundo contemporáneo con la cuestión de lo bélico como el único propósito: la guerra lo es todo, en suma, y lo hemos dispuesto todo en función de la guerra. Incluidas las imágenes y, por extensión, lo cinematográfico y lo audiovisual.
De hecho, las imágenes, reflexiona Virilio, nacieron como medio para expandir nuestra mirada sobre el mundo conquistable: “Desde la torre de vigilancia original, pasando por el globo hasta el avión de reconocimiento y los satélites de teledetección, se ha repetido indefinidamente una misma función: la función del ojo en tanto que función de arma”.
En Il n’y aura plus de nuit, Eléonore Weber ha decidido que la primera imagen que se vea de su documental sea la toma aérea de una cordillera a través de un visor, como si el espectador estuviera en el puesto de un piloto de un vehículo aéreo militar, más bien del mismo piloto que tomó esas imágenes. Esa equivalencia, que alude al completo a la idea propuesta por Virilio cuando hablaba de la función del ojo como la función de un arma, es sumamente perturbadora y adelanta el tono abisal que planea en esta magnífica película.
Il n’y aura plus de nuit es un documental sobre la guerra y la vigilancia, pero muy especialmente sobre esa vision sans regard que sentenciaba Virilio: el desplazamiento de la mirada humana hacia su mecanización, con las consecuencias dramáticas que tal operación implica.
Tras presentarse y ser premiado en el parisino Cinéma du Réel, el documental de Weber llega a Zinebi-Beautiful Docs como una de las obras más destacadas de un año en que hemos incorporado a nuestro mapa conceptual la idea del capitalismo de vigilancia. Elaborado, por otra parte, con imágenes de archivo militares, filmadas por tropas estadounidenses, francesas y británicas en Afganistán, Irak y Pakistán, recogidas de plataformas como YouTube, DailyMotion o Military.com, en Il n’y aura plus de nuit las tecnologías de visión, control y disciplina no son tan amables como la interfaz de nuestra red social favorita, sino más bien se muestran en toda su crueldad, recordándonos que el mundo puede llegar a ser un lugar terrible.
Lejos de ser un documental de tesis, Eléonore Weber firma un fascinante y evocador trabajo cuyo tono lírico a la par que apesadumbrado sigue la historia de la deshumanización de los responsables de tomar el control de esas máquinas de guerra. La voz de la narradora Nathalie Richard nos cuenta las reflexiones de un piloto llamado Pierre V., otra de las fuentes del documental, a quien acompañamos en varias operaciones militares.
Imágenes de paisajes desolados y siluetas fantasmales, intercambios de radio de los pilotos junto a múltiples tomas aéreas y una estructura de relato justa en su manera de dosificar la información son algunas de las estrategias de Weber para articular el testimonio de Pierre V. y narrar lo inenarrable desde una inquietante distancia. En estas imágenes maquinales, abstracciones del teatro de operaciones de la guerra, los hombres no son más que una mancha blanca captada por las cámaras térmicas del helicóptero, recuperados del anonimato mediante una voz en off ajena.
Como hizo hace más de dos décadas Chris Hables Gray, Il n’y aura plus de nuit señala, por una parte, que en la cultura de la guerra dominante “el campo de batalla potencial puede estar en cualquier parte”, mientras que apuntala, ya en su corolario, el destino al que nos encaminamos como especie: un escenario transformado tecnológicamente donde nuestra percepción y nuestros tiempos se desvanecen para ser, en definitiva, lo opuesto.
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