¡Y pensar que en este 2020 las salas de cine cumplen 125 años!

El 28 de diciembre de 1895 es la fecha aceptada de la primera exhibición de películas ante público y pagando por una entrada.
Un anuncio del cinématographe de los Lumière
Un anuncio del cinématographe de los Lumière
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Un anuncio del cinématographe de los Lumière

Puede resultar irónico que en el peor de los años para las salas de cine, con restricciones de aforo o cerradas a causa del coronavirus, sea también el de los 125 años de la considerada oficialmente la primera proyección de películas en una sala, digamos, "cinematográfica". Con público aleatorio, no seleccionado entre científicos, periodistas o amigos, y pagando el precio de una entrada. Era el 28 de diciembre de 1895 cuando un grupo de poco más de treinta personas se reunía en los sótanos del Grand Café de París, en el número 14 del boulevard des Capucines, para asistir a un milagro tecnológico, el de las imágenes en movimiento. El precio de la entrada, un franco.

El programa estaba compuesto por nada menos que diez películas. En realidad cortos de apenas 50 segundos cada uno, y en una sala en la que solo hacia falta una pantalla y un rudimentario proyector. Esto, unas sillas y, claro, las luces apagadas. Nada de sofisticados equipos de audio, porque no había ni sonido. Nada de color, imágenes en blanco y negro. Y organizado por los avispados hermanos Auguste y Louis Lumière.

Una experiencia única, con imágenes reales, en la que a menudo se nos cuenta que algunos de esos asistentes, o de los que llegarían en jornadas posteriores, llegaban a salir despavoridos ante la presencia de una locomotora que parecía iba a atravesar esa fina pantalla para arrollarlos. Así era el efecto que producía La llegada de un tren a la estación de la Ciotat (y que se incorporaría en sesiones posteriores, en enero de 1896). 

'La llegada de un tren a la estación de la Ciotat'
'La llegada de un tren a la estación de la Ciotat'
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Sea cierta o no la leyenda, lo que sí es seguro es que esos primerizos espectadores se lanzaron después a la calle para hablar maravillas sobre el espectáculo que habían visto. En unas pocas semanas, de la treintena de personas se pasó a las 2.500 que abarrotaban, cada día, la sala Indien del Grand Café y que incluía otros cortos como el famoso La salida de los obreros de la fábrica Lumière, el primer documental de la historia del cine, o El regador regado, la primera comedia también oficial.

Claro que antes habían existido otros artilugios parecidos y demostraciones anteriores, pero se impuso el cinematógrafo de los Lumière. Ellos mismos  habían presentado su juguete en sociedad unos meses antes, el 22 de marzo, fecha considerada como la del nacimiento del cine, en la Société d’Encouragement à l’Industrie Nacional en París. 

Y el 1 de noviembre de 1895, los hermanos alemanes Max y Emil Skladanowsky habían realizado otra sesión comercial, un par de cortometrajes, en el Wintergaten de Berlín gracias a su invento llamado Bioscope. Una innovación respecto a la Linterna mágica, pero todavía un paso atrás en cuanto a lo que sería el Cinematógrafo.

Grand Café du Paris
Grand Café de Paris
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La exhibición de cine, en España, llegaría también con el invento de los Lumière al año siguiente. Fue el 14 de mayo de 1896 en un salón de los bajos del Hotel Rusia de Madrid, en la Carrera de los Jerónimos número 34. El mismo lugar en que el año anterior había acogido otra demostración, con el Kinestocopio de Edison.

125 años para conmemorar y precisamente en un momento en el que las salas pasan por la peor crisis de su historia. No solo la causada por la pandemia sino también ante el auge de las plataformas digitales

No hace ni cinco años, en 2015 y coincidiendo con la celebración de los 120 años del nacimiento de las salas, Thierry Frémaux, director del instituto Lumière de Lyon y director del Festival de Cannes, aún se mostraba esperanzado y entusiasta: "Porque la gente buscaba en el cine lo mismo que buscamos hoy: estar juntos en una sala, a oscuras, compartiendo emociones ante una gran pantalla". Aunque hoy lo que se debate es cuál será el futuro de los cines o si estos han dejado de ser necesarios, al menos para atraer, como antes, al público ante su asombroso espectáculo.

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