Violadas y vengativas: pequeña guía de campo de 'rape and revenge'

O cómo un subgénero del terror y el cine de explotación ha lidiado con su compleja doble naturaleza misógina y feminista hasta nuestros días.
Violadas y vengativas: pequeña guía de campo de 'rape and revenge'
Violadas y vengativas: pequeña guía de campo de 'rape and revenge'
Violadas y vengativas: pequeña guía de campo de 'rape and revenge'

El cine de explotación vivió su gran momento de ebullición durante finales de los años 60 y todos los 70, en cuanto la censura impuesta por el código Hays empezó a diluirse hasta desaparecer. Entonces Hollywood pudo recuperar parte del desparpajo transgresor de los años 30, aunque confinando los contenidos más escandalosos, violentos y lascivos al circuito del bajo presupuesto y la nula intención artística. En medio de ese bullir de películas subidas de tono, un mejunje donde cabían desde picardías hasta canibalismo, encontró raigambre un tipo de relatos agrupados bajo la etiqueta rape and revenge; es decir, violación y venganza.

Las películas de rape and revenge no podían ser más sencillas dentro de la naturaleza, ya de por sí poco elaborada, de este tipo de cine directo como una bala a los instintos más bajos del espectador. El esquema básico que siguen consiste en 1) Presentar a un personaje femenino que es salvajemente atacado, violado, torturado, asesinado o todo junto. 2) Hacer que sobreviva milagrosamente y se recupere de sus heridas. 3) Para iniciar una precisa campaña de venganza eliminando uno a uno a sus agresores.

Por supuesto, hay claros solapamientos con las películas de venganza a secas (todo el ciclo Charles Bronson va a tope con eso), pero aquí el matiz importante lo aporta tanto la necesidad de que la víctima sea mujer como la explicitud y crueldad con las que es mostrada su tortura y violación. Ese ensañamiento plástico en el maltrato femenino, innegable argumento de venta desde cualquier cartel, hace que sea inevitable considerar las películas de rape and revenge como una expresión más de la cultura machista, rayana directamente en lo misógino.

Sin embargo, la catarsis vengativa que se produce en la segunda mitad de las historias, cuando es la propia víctima quien ejecuta a sus violadores, añade nuevas capas de significado al poder presentarse como ejercicios de empoderamiento feminista que no privan del placer de ver a una víctima de abusos cercenando la falocracia con sus manos.

La realidad, como suele suceder, es que hay demasiados matices para decantarse por un maximalismo u otro. De hecho, en algunos ejemplos que se suelen tildar de seminal dentro del subgénero ni siquiera es la mujer quien ejecuta la venganza, sino su pareja o familiares, como en La última casa a la izquierda (1972), de Wes Craven, afortunado remake coyuntural de El manantial de la doncella (Ingmar Bergman, 1960).

Por eso, en la siguiente enumeración nos hemos querido plegar lo máximo posible al canon de rape and revenge arriba descrito, esquivando propuestas más trabajadas como el binomio Kill Bill de Quentin Tarantino. Lo cual nos deja con una evolución del subgénero que, en curiosa consonancia como su propia estructura argumental básica, ha progresado con los tiempos de tal modo que podemos trazar una línea recta desde aquellas cintas de explotación de los 70 hasta una reformulación feminista tan fiera y contundente como la de la directora francesa Coralie Fargeat en Revenge.

Thriller: A Cruel Picture (1973)

Si tuviéramos que quedarnos con un ejemplo canónico del subgénero, sin duda la película del sueco Bo Arne Vibenius –quien tenía experiencia como ayudante de dirección de Bergman en Persona La hora del lobo– sería la mejor candidata. El personaje interpretado por Christina Lindberg se queda muda a consecuencia del trauma de ser violada de pequeña. Después, es secuestrada por un terrible criminal que la engancha a la heroína y la prostituye. Para eliminar sospechas sobre su desaparición, escribe cartas de odio a sus padres firmadas por ella que acaban causando su suicidio. Ah, y para rematar, un buen día decide apuñarle en un ojo y dejarla tuerta. Como comprenderás, cuando llega el momento de la venganza es fácil elegir bando.

La violencia del sexo (1978)

Puede que conozcas este filme de Meir Zarchi, todo un éxito del circuito grindhouse, con otro título más icónico: I Spit on Your Grave, que es como se reestrenó en EE UU reemplazando al original (¿e irónico?) Day of the Woman. No obstante, aunque la fama y contundencia de I Spit on Your Grave haya sido suficiente para poner en marcha una saga propia a partir del remake de 2010, Zarchi es el primero que exige que la película sea mencionada por el otro título. Protagonizada por Camille Keaton, la película disfruta recreándose en su infamia con una inaguantable escena de 30 minutos de violación en grupo (es notorio cómo el crítico Roger Ebert la calificó de "infecta bolsa de basura"), para luego seguir al dedillo los códigos del subgénero.

Demented (1980)

Otro clásico impepinable al hablar del tema, que además de reincidir en todas sus características refuerza la naturaleza de consumo rápido contando con el actor porno Harry Reems (sí, el de Gargante profunda) en su reparto.

Ángel de venganza (1981)

Esto sí que es una cumbre total. Dirigida por Abel Ferrara (con cameo incluido), poniendo por primera vez delante de la cámara a la magnética Zoë Lund de víctima justiciera protagonista, muda como la de Thriller: A Cruel Picture. El guion de Nicholas St. John y los decrépitos bajos fondos de la Nueva York de la época contribuyen a convertir esta historia de venganza en uno de los títulos más idiosincrásicos de la serie B de los 80.

Girls against Boys (2012)

Llegamos a las reformulaciones con poderío femenino. Ya desde su propio título, esta propuesta de Austin Chick deja bien claro por dónde van a ir los tiros y aquí ofrece la novedad de poner a dos heroínas luchando sierra bien afilada en mano contra la encarnación pura del patriarcado. Ellas son Danielle Panabaker Nicole LaLiberte; sus métodos cuentan con el sello de aprobación de Virginie Despentes Coralie Trinh Thi, que unos años antes dirigieron Fóllame (2000).

Revenge (2017)

La pièce de résistance de todo este asunto ha llegado de manos de la francesa Coralie Fargeat en su ópera prima. Una revisión drástica del subgénero que no se olvida de repasar todos los códigos y aspectos imprescindibles para darles una vuelta de 180º grados en términos de representación y objetificación del cuerpo sin restar ni un ápice de violencia explícita ni crueldad. Lo que empieza como una rape and revenge absolutamente canónica y adaptada a las modas estéticas de hoy en día (fotografía hipersaturada de Robrecht Heyvaert incluida) presenta a la frágil Matilda Anna Ingrid Lutz en el papel de Jen (compartiendo nombre con la protagonista de La violencia del sexo) como un caramelo visual y color rosa chicle para, transformación traumática mediante, convertirla en una implacable máquina de matar machorros desde dentro de la ficción mientras subvierte la mirada objetificadora del espectador por fuera. Rape, revenge y partido.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento