'Una veterinaria en la Borgoña': una escapada de agroturismo por el cine francés

Nadie cree más que los galos en eso de que la felicidad y el sustento están en el campo.
Una veterinaria en la Borgoña
Una veterinaria en la Borgoña
Cinemanía
Una veterinaria en la Borgoña

¿Quién quiere ir al mejor centro de investigación sobre animales del mundo cuando te ofrecen una sustitución en el odioso pueblo de tus padres para tratar los problemas de los caracoles? Pues Alex (Noémi Schmidt), la altiva y pelín antipática protagonista de esta película de Julie Manoukian. 

Alex es tan poco empática con los seres humanos como amante de cuadrúpedos, peludos y roedores varios. Por suerte, el vino (Borgoña, por supuesto), el futbolín y los aires campestres (más aromáticos que en una peli de Oliver Laxe) modificarán su vida. 

Una veterinaria en la Borgoña es el enésimo éxito que denuncia el abandono de la Francia rural… y publicita sus bondades.

Diario de un cura rural (Robert Bresson, 1951)

Se escribieron Biblias enteras en Cahiers du Cinéma sobre esta película, acerca de la relación entre cine y literatura. “Es tan real como un puñado de tierra”, escribió Truffaut de este clásico que transcurre en Ambricourt.

Bienvenidos al Norte (Dany Boon, 2008)

Pese a quien pese, uno de los filmes más importantes del cine europeo del XXI. Un funcionario de correos es destinado a Bergues, frontera con Bélgica. Allí descubre que los chistes de paletos siguen funcionando en taquilla.

Un doctor en la campiña (Thomas Lilti, 2016)

Rodada principalmente en Val-d’Oise, tiene ese estilo tan analítico, didáctico y científico de Thomas Lilti, autor de la más famosa Hipócrates (2014). Normal, si tenemos en cuenta que Lilti fue médico rural antes que director.

Nuestra vida en la Borgoña (Cédric Klapisch, 2017)

Dramedia de reconciliación familiar y regreso del hijo pródigo con los viñedos borgoñeses de fondo. Más allá de su habitual colaboración con Romain Duris, Cédric Klapisch brilla en la filmación casi documental de la vendimia.

Un verano en la Provenza (Éric Guirado, 2007)

Otra que mezcla el regreso a la madre tierra con problemas paternofiliales. Nicolas Cazelé descubre que París bien valdrá una misa, pero nada se puede comparar a la venta ambulante en furgoneta en un remoto valle provenzal.

La chica de París (Cristian Carion, 2001)

Tiene 20 años, pero parece de ayer. Una informática harta del estrés parisino (Mathilde Seigner) se marcha a los Alpes y monta un negocio de ecoturismo cuando todavía no se llamaba ecoturismo. Basada en una historia real.

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