'Tu casa o la mía': la confirmación de que ya no se hacen comedias románticas como las de los 2000

La nueva película de Netflix protagonizada por Ashton Kutcher y Reese Witherspoon despierta nuestra nostalgia por los finales felices de antes.
Fotograma de 'Tu casa o la mía'
Fotograma de 'Tu casa o la mía'
Cinemanía
Fotograma de 'Tu casa o la mía'

Aquí somos defensores de las comedias románticas. Friends to lovers, enemies to lovers o fake dating, da igualCualquier tipo de historia bautizada con nomenclatura inglesa nos gusta. Que ver cine de suspense, independiente, de 1920, mudo y en blanco y negro está muy bien, pero a veces se necesitan momentos de desconexión, de esos en los que no apetece pensar, solo ver una bonita historia de amor que sabemos que acabará bien, reírnos un rato e irnos a dormir.

Así que una noche de esas enciendes Netflix y te pones a ver la nueva película de Reese Witherspoon y Ashton Kutcher con la ilusión de que las comedias románticas de los 90 y principios de los 2000 estén de vuelta. Aquellas en las que un librero podía enamorarse de una estrella de Hollywood, en las que una chica intentaba perder a un chico en 10 días y acababa enamorándose de él, en las que una dama de honor buscaba su propia historia de amor. Aquellas que te dejaban creyendo que todo siempre sale bien.

Pero para cuando los créditos finales de Tu casa o la mía aparecen en pantalla, y a pesar de haberla disfrutado, empiezas a preguntarte si es que aquellas películas son cosa del pasado, si es que ya no vemos las historias de amor de la misma forma, si es que, simplemente, todavía estamos a la espera de una buena comedia romántica, o todas las anteriores juntasHe aquí, disfrazada de crítica, una apología —con matices— de las comedias románticas de antes.

Aquellas comedias de los 2000

Una metacomedia muy acertada. Ese es el prólogo de Tu casa o la mía. Dos jóvenes de 2003 acostándose tras una noche de póker con amigos. Reese Witherspoon con el pelo planchadísimo y Ashton Kutcher con cadenas en los pantalones. Todos los elementos están ahí —su directora, Aline Brosh McKenna, se ha encargado de que no pasen desapercibidos— y, por un momento, parece que lo bueno de los 2000, es decir, la estética horrible que augura la mejor de las comedias, ha vuelto. 

Luego descubrimos la trama principal y, de nuevo, otro acierto. No es La boda de mi novia (2008), pero se le parece. Han pasado 20 años desde aquella noche, es 2023 y la vida no ha querido que nuestros protagonistas estén juntos. Aquel mujeriego que fue Patrick Dempsey es ahora un Kutcher vestido de traje que decidió mudarse a Nueva York, mientras que su mejor amiga, una Witherspoon divorciada y con un hijo, vive una vida de madre sobreprotectora en su casa de Los Ángeles.

Fotograma de 'Tu casa o la mía'
Fotograma de 'Tu casa o la mía'
Cinemanía

Él soñaba con ser escritor, ella con ser editora de libros, pero ninguno de los dos consiguió su trabajo deseado. Y entonces él decide ir a Los Ángeles a cuidar al hijo de su amiga mientras ella vuela a Nueva York para sacarse un curso práctico que le arregle la vida. Dejamos que adivines cómo evolucionará el resto de la trama, porque eso es lo bueno de las comedias románticas, que sabemos todo lo que va a ocurrir, pero queremos ver por enésima vez cómo pasa.

Para desarrollar la historia, dos iconos del género, una unión que, sorprendentemente, todavía no se había dado entre el protagonista de Sin compromiso (2011) y la reina de las comedias, la inigualable Elle Woods. Cliché tras cliché, estereotipo tras estereotipo, la comedia de Netflix va acumulando todas las bases necesarias. ¿El único problema? Que, al fin y al cabo, ya no estamos en los 2000, por lo que no sabemos qué hacer con esos pilares.

Historias de amor modernas

Que no se nos malinterprete. Hay muchas cosas que arreglar de aquellas películas que rebosaban heteronormatividad y en las que una única semana de compartir experiencias significaba que dos personas estaban destinadas a compartir toda una vida. 

En aquella época, fueron muchas las ocasiones en las que se nos vendió que la pasión de unos días —e incluso algunas relaciones cuestionables— lo podían todo, pero eso era porque las películas decidían sacar el rótulo de "Fin" antes de saber cómo vivirían los protagonistas su nueva rutina en pareja.

Incluso Brosh, quien antes de hacer su debut como directora trabajó de guionista en filmes como El diablo viste de Prada (2006) o 27 vestidos (2008), admitía en una entrevista con Variety no estar segura de si los personajes de Katherine Heigl y James Marsden de esa segunda cinta seguirían juntos en la actualidad, pregunta que desde Cinemanía también nos hemos hecho y de la que hemos sacado unas cuantas conclusiones

Fotograma de 'Tu casa o la mía'
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Cinemanía

Seguimos queriendo un final feliz —recordemos que para eso habíamos decidido ver Netflix—, pero queremos poder creernos que eso es lo que pasaría si los protagonistas viviesen en el mundo real. Ya no nos vale cualquier cosa. Queremos clichés, pero que no se alejen por completo de la idea del amor que tenemos en la actualidad, a saber, ese amor que no es tóxico pero que no por ello es menos difícil, porque es más real.

El contraste entre el prólogo y el resto de la trama nos lo confirma: la sociedad ha evolucionado y, ahora, las relaciones se mantienen mediante llamadas telefónicas. El problema aparece cuando nuestros protagonistas no llegan a compartir el mismo espacio físico a excepción de dos escenas. Nos creemos la relación de amistad, también que podrían seguir juntos el resto de sus vidas, pero ¿dónde ha quedado la química que traspasaba pantallas de La boda de mi novia?

La película se convierte así en un claro y triste 'casi', porque intenta actualizarse, pero pierde en desarrollo y, al final, los estereotipos de 'hombre que no puede estar con una mujer más de 6 meses porque en realidad está enamorado de su mejor amiga' y 'madre sobreprotectora que considera a su amigo incapaz de cuidar de su hijo' —estereotipos, aclaremos, que adoramos— acaban por quedarse demasiado planos e irreales para la modernización que la comedia parece buscar.

La comedia romántica moderna definitiva

Queda confirmado. Ni todas las comedias románticas de antes cuadran con la sociedad actual, ni nuestra visión del amor es tan idealista e ingenua como era entonces, ni hemos dado todavía con la comedia romántica definitiva. ¿La parte buena? Que Tu casa o la mía es un paso más en nuestra búsqueda por encontrarla.

Falta profundidad, complicidad y aquellos grandes momentos de tensión entre dos protagonistas que no quieren admitir que se quieren, pero al final entretiene y, al menos, nos quedamos con que Kutcher y Witherspoon han retomado aquellas historias de amor no adolescente de apenas 2h que tanto nos han faltado desde que finalizó la época dorada del género, allá por los 2010 escasos (estirando muchísimo el chicle).

Un último ruego: que esta película no sea motivo de una nueva desaparición antes del gran resurgir. Que se hagan las pruebas que sean necesarias, que a veces salen bien —recordemos la divertida Casi imposible que nos regalaron Seth Rogen y Charlize Theron en 2019— pero, por favor, queremos más comedias románticas.

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