[IFFR 2022] ‘The Cathedral’, grandeza y decadencia de una familia de clase media americana

El segundo filme de Ricky D’Ambrose navega por la historia reciente de EE. UU. a partir de una autoficción dolorosa, apoyada en un montaje elusivo y un sinfín de texturas.
The Cathedral
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Cinemanía
The Cathedral

La memoria suele jugarnos malas pasadas. Es un lugar común recrearse en esa frase hecha, pero los mecanismos del recuerdo, que nada tienen de fluctuosos y oscilantes, son elusivos, tan escurridizos como amenazantes. Como una instantánea repitiéndose obsesivamente en tu cabeza.

Contra el cliché visual del recuerdo como un torrente cayendo en cascada, se opone el estadounidense Ricky D’Ambrose en su segundo filme, The Cathedral, presentado en el Festival de Róterdam después de su estreno en Venecia y pasar por Sundance. 

Álbum de recuerdos autoficcional que narra la grandeza y desmoronamiento de una familia de clase media americana, The Cathedral es también una reflexión, claro, sobre el paso del tiempo y sobre la memoria, mediada por la tecnología y por las imágenes.

Una fotografía, justamente, marca un punto de inflexión radicalísimo ya hacia el tercer acto de la película. Es una imagen que habla de la luz de un lugar y de un recuerdo visto jamás vivido. La memoria juega malas pasadas, pero es capaz de imaginar instantes fugaces que pervivirán para siempre en la mente, entendida como esa catedral de emociones a la que tan misteriosamente alude el título del filme.

Antes de llegar a esa epifánica escena, D’Ambrose narra el paso de los años y las transformaciones afectivas del matrimonio Damroshe, a través de la mirada ausente y perpleja de su único hijo, Jesse, nacido en 1987 e interpretado en la ficción por hasta cuatro actores: Hudson McGuire, Henry Glendon Walter V, Robert Levey II y William Bednar-Carter. La gesta de Richard Linklater en Boyhood es memorable, pero el trabajo de D’Ambrose y sus intérpretes en este singular coming-of-age no le va a la zaga.

The Cathedral
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Primeros planos y tomas medias fijas, ligeros pero inquietantes zooms que abren y cierran el plano, archivo televisivo que liga la historia familiar con el devenir histórico de Estados Unidos y una apuesta por las texturas y el montaje escurridizo y elíptico son los elementos sobre los que D’Ambrose ha edificado su catedral fílmica.

El bajísimo presupuesto de la obra sin duda ha precipitado una puesta en escena pensadísima, pero el hermetismo que a veces evoca la dinámica de la película se acerca más a un cierto intento de reflexión sobre qué es el recuerdo. A veces es una estampa del polvo brillando a través de la luz; otras, un vaso que se cae; en ocasiones, gritos al otro lado de la puerta de la habitación de tus padres.

En su debut Notes on an Appearance (2018), D’Ambrose ya moldeó una estética de la aparición y la desaparición, utilizando asimismo diferentes materiales y soportes –postales, vídeo, fotografía, etc.–, y en The Cathedral, reincide en similares estrategias estilísticas pero con un objetivo más definido y un arco temporal más concreto: el discurrir entre los años analógicos y los tiempos digitales. Su peso en nuestras vidas, su papel en nuestros recuerdos.

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