Sergei Loznitsa: "Lo que está sucediendo en Ucrania no es un conflicto, es una guerra"

El cineasta ucraniano visita Filmoteca Española, que le dedica una retrospectiva. “Rusia es un imperio que se ha desintegrado y quiere recuperar sus antiguos territorios”, afirma.
Sergei Loznitsa
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Con títulos clave del nuevo cine ruso de principios de los años 2000, como los documentales The Settlement (2002 y Blokada (2006) o la ficción My Joy (2010), el director ucraniano Sergei Loznitsa, de origen bielorruso, se ha centrado en la última década en la convulsa historia reciente de Ucrania y Rusia.

Con Maidan (2014) se fijó de los disturbios civiles de 2013 y 2014 en la plaza central homónima de la capital ucraniana, cuando al cabo de tres meses de manifestaciones y violencia se consiguió derrocar el gobierno del presidente Yanukovych.

En The Event (2015) habla del fallido golpe de estado comunista contra Gorbachov (1991) utilizando imágenes de archivo; en Austerlitz (2016) observa el turismo de la memoria del Holocausto; mientras que Donbass (2018) aborda desde la ficción episódica el choque entre ambos países tras la ofensiva rusa de ocupar la zona este de Ucrania.

Sus mas recientes documentales con material de archivo han sido reconocidos en los más prestigiosos festivales del mundo y son, literalmente, monumentos sobre la Historia: The Trial (2018) muestra el desarrollo de uno de los juicios políticos soviéticos; State Funeral (2019) narra los cuatro días previos al funeral de estado de Stalin utilizando metraje de la época; y Babi Yar. Context (2021) relata la masacre de los judíos de la localidad durante los días 29 y 30 de septiembre de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial.

Filmoteca Española dedica al cineasta ucraniano una extensa retrospectiva que desde enero y hasta final del mes de marzo recupera estos y otros títulos destacados, entre estos, Mr. Landsbergis (2021), su nuevo trabajo, sobre el proceso de independencia de Lituania en los años 90, que supuso de facto el colapso y desaparición de la USSR, y que se verá por primera vez en nuestro país.

The Trial, State Funeral y Babi Yar. Context son tres obras con material de archivo sobre sucesos muy destacados de la historia de Rusia y Ucrania durante el siglo XX. ¿Forman parte de una misma investigación?

Se puede interpretar así, pero creo que State Funeral está ligada a Maidan y Austerlitz porque son películas que hablan de flujos, de flujos de gente. En un caso, la gente son los creadores de historia, los sujetos, mientras que en los otros casos digamos que son objetos de historia. Hablan de la influencia de la historia sobre los ciudadanos.

Por otra parte, estoy ahora trabajando en dos películas. Una se titula El proceso de Kiev y la otra se llama La historia natural de la destrucción, dos proyectos que siguen la línea de Babi Yar. Context.

Preguntaba si formaban parte de una misma investigación por la coincidencia de que las tres películas están construidas con metraje de archivo.

Tan solo es un mismo método: el trabajo con los archivos. Lo considero casi una misión. Mientras tenga la posibilidad y tenga el acceso… En mi caso, trabajar con los archivos es un método para ayudarme a responderme preguntas que me hago sobre la historia.

Además, para la gente que está estudiando la historia de la Unión Soviética creo que estas películas serán fuentes muy interesantes, de mucha calidad.

El archivo de la historia de la URSS es ingente. ¿Qué esperabas encontrar y qué hallazgos te han sorprendido?

Cuando trabajo en una película entro habitualmente en una especie de maremoto para acabar en una orilla totalmente diferente. Siempre me sucede que de la película que tengo entre manos nace la idea y un plan para la siguiente.

Mi última película, Mr. Landsbergis, es la historia de la Unión Soviética, de la desintegración de la Unión Soviética y de la independencia de Lituania. En este documental he utilizado los documentos y archivo visual del Congreso de los Diputados del Pueblo [uno de los órganos de autoridad de la URSS entre 1989 a 1991, creado durante las reformas de Gorbachov]. ¡Imagínese! Hubo una época antes de los años 90 en la que existió la posibilidad de elegir personas que sabían hablar, sabían pensar y sabían representar.

En el proceso de realización de Mr. Landsbergis he descubierto todos estos materiales del Congreso de Diputados del Pueblo y he entendido que deseo hacer una nueva película centrada enteramente en esos congresos, en esos Diputados del Pueblo y en esa historia. Será una película muy triste, porque los Diputados del Pueblo fueron, aunque no todos, gente llena de esperanza, llena de ideas y de deseo de mejorar y sin embargo todo aquello se fue al garete.

Adelántanos qué podemos esperar sobre Mr. Landsbergis, su nuevo trabajo sobre la independencia de Lituania. De esos hechos, Jonas Mekas realizó la también monumental Lithuania and the Collapse of the USSR (2008).

Conozco la película, por supuesto, pero él tiene un estilo diferente. Yo intento ser muy meticuloso y, pasito a pasito, mostrar toda la historia de lo acontecido. El protagonista de Mr. Landsbergis, Vytautas Landsbergis [el primer jefe de estado de Lituania tras la declaración de independencia de la URSS] era un buen amigo de Jonas Mekas. Mi película, de hecho, está narrada por Landsbergis y es la primera vez en mi vida que he recurrido a entrevista en una película.

En cualquier caso, mi película es sobre el punto de vista de los lituanos, su opinión y consideraciones sobre cómo era la Unión Soviética. Si la hubiera hecho desde el punto de vista de los rusos, los rusos dirían: “los lituanos, letonios y estonios nos han traicionado, se han largado. Nos han dejado tirados”. Landsbergis dice en la película, “es que no se nos ha pasado por la cabeza que sea nuestra responsabilidad sacar del fango a ese país de bandidos y tramposos”.

¿Crees que todavía existe un resentimiento de Rusia contra los estados que se independizaron en los años 90 y que aceleraron la desintegración de la URSS?

Depende de la persona. Si hablamos de nostálgicos soviéticos, pensará: seguro que vamos a recuperar esos territorios. No irán muy lejos. Pero si se trata de alguien liberal, seguro que desea que les vaya bien. Del mismo modo que sucedió con España y los países en Sudamérica que fueron sus colonias.

Tengo que preguntarte por Ucrania. Has filmado varias películas acerca del conflicto. ¿Crees que te has convertido en cronista cinematográfico de esta crisis?

No, es imposible. No hay tiempo para describir todo aquello. Yo solamente explico aquello que puedo tocar, a lo que puedo aproximarme.

Los ciudadanos europeos lo consideran un conflicto complejo.

No es un conflicto, es una guerra. Creo que la última vez que se proclamó una guerra como tal fue la declaración de guerra de Estados Unidos contra a Japón. Desde entonces y hasta ahora, todo son conflictos. A todo lo llamamos conflictos, pero en realidad son guerras, aunque no sean declaradas.

Rusia es un imperio que se ha desintegrado y quiere recuperar sus antiguos territorios. Primero absorbió Crimea. Entró en el Donbás y ahora quiere el resto de Ucrania. Después deseará Moldavia. Luego los países bálticos. Luego, Polonia, por supuesto, porque formó parte del Imperio Ruso. No quieren negociar, no quieren llegar a un acuerdo. Quieren absorber territorios para repartírselos. La gente que vive en Ucrania no quiere vivir en Rusia. Y están dispuestos a defenderse.

En algún momento la guerra cesará. Putin no puede vivir siempre.

No se trata de Putin. La gente piensa que hay personajes que gobiernan y toman este tipo de decisiones, pero no es el caso. Ya no existen personalidades políticas de la magnitud de Stalin y Churchill. ¡Fíjate en el aspecto que tienen ahora los políticos! Los políticos ya no sirven a ninguna ideología, sea moralista, religiosa o por tradición. Actualmente son empleados de multinacionales y de grupos de presión. Es el principio del funcionamiento del mundo.

Tu penúltimo trabajo, Babi Yar. Context, es una película estremecedora sobre la masacre de judíos en Ucrania en 1941. ¿Es una respuesta a las corrientes antinegacionistas?

Pero, ¿quién puede decir que ese no ha existido? Es cierto que se ha silenciado hasta los años en los años 50 y 60, cuando comenzó a hablarse de ese hecho. También dependía del país. Quiero decir, durante casi 50 años no se pudo hablar de ello en la Unión Soviética. La pregunta es ¿por qué el poder soviético estuvo ocultando estos crímenes nazis?

Toda la población sabía dónde mataron a los judíos, dónde estaban. Eran sus vecinos. En un principio, quería hacer una película de ficción sobre Babi Yar. Visité el lugar y la gente me señalaba dónde estaban enterrados, bajo árboles, en cunetas. Pero no hay ningún monumento, no hay absolutamente nada que recuerde a esos muertos.

Otra cosa es que la gente no quiera hablar de ello, porque hay intereses políticos. Muy pocos historiadores se han dedicado al estudio de un holocausto, en relación con las dimensiones de la catástrofe. Hace unos cinco años levantaron en Kiev un museo del Holocausto y se encuentra frente a unas dificultades inimaginables. Han de ir con mucho cuidado en sus declaraciones públicas porque hay muchas sensibilidades e intereses políticos.

Ucrania está creando su nueva ideología, su nueva historia. En el marco de estas nuevas tendencias políticas, hay mucha gente que quiere que los nacionalistas ucranianos formen parte del nuevo país. Hay que tener en cuenta que los nacionalistas tuvieron que ver con los hechos de Babi Yar. Pero ellos son parte hoy del panorama político ucraniano y quizás el gobierno abiertamente no esté apoyándolos, pero, sin embargo, su voz sí se escucha en la sociedad ucraniana.

¡Qué difícil hacer historia en Ucrania!

¿España ha desenterrado a sus muertos de la guerra? Es diferente pero similar. Cada país tiene sus dificultades.

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